El joven maestro del Coro de Castanheira de Pera, Joao Cláudio Maria (izquierda)
El joven maestro del Coro de Castanheira de Pera, Joao Cláudio Maria (izquierda) - ABC

Despedido por confesar su homosexualidad: de maestro del coro a «héroe» popular

El joven Joao Cláudio Maria desata una ola de solidaridad en Portugal tras ser despedido por confesar su homosexualidad

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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El joven maestro del Coro de Castanheira de Pera, una pequeña localidad del distrito de Leiria, ha levantado una ola de solidaridad en todo Portugal con su coraje y su determinación. Joao Cláudio Maria, de 21 años, salió recientemente del armario y la Diócesis de Coimbra no ha tardado en reaccionar: lo ha despedido de manera fulminante.

Pero su drástica medida genera tal indignación en la franja geográfica comprendida entre Oporto y Lisboa que la historia se está convirtiendo en un verdadero culebrón que ha dado pie incluso a una revuelta popular.

Basta situarse en los límites de esta población de solo 3.000 habitantes para comprender el «terremoto» provocado por el muchacho al airear su homosexualidad de forma pública.

Pero la gente demuestra que le quiere y, sobre todo, cree en él como conductor ideal de los destinos del coro.

Nada extraño, en consecuencia, que los vecinos le defiendan a capa y espada. No aceptan la decisión eclesiástica y buscan revertirla más pronto que tarde.

«¿Cómo es posible que ocurra esto en pleno siglo XXI?», se preguntaban dos ciudadanos a la salida de misa el domingo 12 de marzo por la mañana.

El revuelo se palpa en las calles de Castanheira de Pera y desata la ira de quienes conocen al chico de toda la vida, conscientes de su valía y de sus buenas intenciones. Unas circunstancias que tornan la situación en una injusticia que solivianta a los habitantes como pocas veces acontece en este pequeño enclave del Portugal profundo.

«Si no dan marcha atrás, más vale cerrar la iglesia», declaraban otras personas con el mismo grado de ira y prestas a plasmar su protesta en los próximos días.

«Llegaremos hasta donde haga falta», añaden mientras el clima se agita por momentos, lo que desemboca en una tensión que se puede cortar y despierta la atención de las emisoras locales de radio y televisión.

Una defensa a ultranza sustentada en que Joao Cláudio Maria venía ejerciendo su función de forma brillante desde hace seis años y, solo ahora que ha decidido vivir su identidad sexual con toda naturalidad, le arrecian problemas y sobreviene el conflicto.

La parroquia no reconoce la relación causa-efecto entre su confesión y su marcha precipitada del coro, que le está perjudicando en forma de graves desajustes psicológicos en los últimos días, sin entender por qué semejante muestra de discriminación se impone a la profesionalidad exhibida hasta hoy.

La Diócesis de Coimbra, a la que pertenece el municipio de Castanheira de Pera, habla oficialmente de «falta de respeto» y «desobediencia» por parte de los fieles arremolinados a las puertas de la iglesia a favor del protagonista de este relato propio de una novela costumbrista de Eça de Queiroz o de un fado de Paulo Bragança, el cantante descalzo que huyó de Portugal harto de la incomprensión ante sus excentricidades y su actitud homosexual.

Pero el padre de la parroquia en cuestión, José Carvalho, se ha encontrado con una resistencia tan intensa que hasta se muestra sorprendido porque no la esperaba.

Así, hace tres semanas que los miembros del coro no comparecen en los ensayos ni en las actuaciones que solían celebrar religiosamente. Ni piensan hacerlo mientras no se solucione el asunto y Joao Cláudio pueda volver a ocupar su lugar como siempre, sin represalias de ningún tipo.

El mismo Carvalho ha optado por no dejarse ver tampoco, en vista de que los ánimos se hallan exaltados y teme ser objeto de la beligerancia de los vecinos que no le perdonan el despido del joven. Algo así como les ocurre a los árbitros de fútbol en la Liga portuguesa, presas de un miedo creciente que ha motivado la puesta en marcha de una línea telefónica SOS para que los colegiados puedan denunciar amenazas o agresiones de manera absolutamente anónima, es decir, al estilo de la atención similar vigente para las víctimas de violencia doméstica o abusos sexuales a la infancia.

La cosa ha llegado a desbordarse cual bola de nieve inesperada, como evidencia el hecho de que se requirió la presencia de una patrulla de la Guardia Nacional Republicana (policía de origen militar) en las inmediaciones de la iglesia con el objetivo de garantizar la ausencia de desórdenes.

No obstante, el Santo Oficio tampoco se libró de la controversia, pues la postura de la Diócesis anticipaba que difícilmente cambiará de opinión. De nuevo se comprobó que José Carvalho prefería no figurar al frente, por lo que viajó desde Coimbra el vicario general, Pedro Miranda, al efecto de aclarar la persistencia eclesiástica en el rechazo al joven.

Sus palabras no hicieron sino encrespar más a los presentes ya que mencionó la «rebeldía» con la que el maestro de la discordia se comportaba en relación al párroco. «Se ha excedido en todos los límites de lo tolerable», manifestó para indignación de las humildes gentes de Castanheira de Pera. Y en absoluto se refirió al despido como tal, pues insistió en utilizar la palabra «dimisión».

En su defensa, Joao Cláudio Maria no se cortó a la hora de afirmar ante los periodistas concentrados para informar de la historia: «Esto es un linchamiento público. No tengo ninguna duda de que todo ha sido a causa de mi orientación sexual».

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