El cultivo doméstico o bajo techo de marihuana, un negocio ilícito que se dispara en España

Jóvenes que guardan plantaciones de otro, empresarios arruinados o vecinos de zonas rurales buscan dinero fácil y lo consiguen burlando la ley... en casa

Vídeo: La Guardia CIvil detecta un aumento del cultivo de Marihuana en España ATLAS
Érika Montañés

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«Con unas plantitas en casa te puedes sacar entre 3.000 y 5.000 euros al mes , aunque no es un negocio fijo, no da dinero todos los meses y requiere una abultada inversión económica, entre lámparas de calor, extractores, ventiladores...». Rubén Jiménez Rodríguez no es un rostro habitual en los medios de comunicación. El inspector jefe de la Policía Nacional, de la sección 1ª o de cannábicos, de la brigada central de Estupefacientes de la Udyco (Unidad Central de Droga y Crimen Organizado) cartografía para ABC un mapa del cultivo «indoor» o bajo techo de la marihuana (en casas de campo, chalés y sótanos de inmuebles) en España.

Cada vez son más habituales las noticias que alertan de alijos decomisados de marihuana; o de aprehensiones en grandes invernaderos de plantas cannábicas. Hablamos de cultivo hidropónico, de un método utilizado en la agricultura par cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. Y el inspector jefe de la Udyco corrobora que es más que una impresión: durante el año pasado la cantidad de marihuana intervenida únicamente por la Policía Nacional fue de 3.564 kilogramos, de un total de 21.138 kg incautados por todos los Cuerpos de Seguridad. Asimismo, se intervinieron 184.176 plantas de las 724.611 que se descubrieron en 2016, Según acredita la última Memoria de la Fiscalía General del Estado. Durante el último año, las incautaciones de marihuana se dispararon un 32,82% , explicita el documento.

«En España el consumo de marihuana está en auge. Su precio se está disparando»

Jiménez da fe de esa tendencia al alza: «En España el consumo de marihuana está en auge y tiene mucha salida su negocio. Aunque su precio se está disparando, no es tan caro ni se consume tanto como en otros países como Reino Unido, pero aquí está mucho más extendido de lo que se cree».

Bolsita de cogollos preparada para su venta

Según los datos de la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades) del Ministerio de Sanidad, cerca de 2,2 millones de personas (más del 7% de la población del país) reconoce consumir cannabis con cierta asiduidad. De ellos, más del 2% afirman hacerlo a diario. «La sensación de accesibilidad a la marihuana que tienen los jóvenes es muy elevada. Los sitios y pisos de trapicheo van cambiando, pero siempre hay chivatazos... Un chaval consigue posturas o piedras a la puerta del mismo colegio. Y si no, acaba sabiendo dónde por conocidos».

Los cultivadores

En lo que respecta al cultivo de marihuana, los agentes se encuentran «de todo»: desde gente muy joven que se ha metido para sacarse unas pelas o para el autoconsumo, con la percepción de que no es un delito muy gravoso y da dinero, aunque no una exageración, pero sí se puede vivir con eso y asumen ese riesgo. Hasta asalariados como guardianes del sótano o el chalé que cobija el invernadero de plantas y que pertenece a personas de 40, 50 y 60 años. Tienen a una persona cuidando de las plantas para que si les pillan sean otros los responsables. Pero la pena recae también en quien las ha plantado y trafica con ello, por supuesto», explica el inspector jefe.

Las Fuerzas de Seguridad dan con estas plantaciones de forma dispar, incluso algunas veces se topan con ella de forma rocambolesca. «Las compañías eléctricas pueden ser requeridas porque se observa un pico de consumo disparado en un tramo determinado, cerca de un lugar, ya que las plantas necesitan altas temperaturas, y ponen grandes lámparas para calentar la habitación. Como consumen tanto, muchos se descubren también por el trapicheo de engancharse a la corriente en una zona rural; o robarle el cable a un vecino; también se alerta por el fuerte olor que desprende la planta de cannabis sativa», continúa Jiménez.

Evolución de la planta del cannabis a una sustancia más compactada, sin llegar a ser hachís

También los hay que alegan una situación ruinosa para embarcarse en el negocio de la marihuana . Lo hizo en febrero de 2015 José Manuel B.G., un reputado empresario de la noche de Madrid, también volcado a la compraventa de automóviles. La Policía Nacional desmontó un cultivo hidropónico de 1.735 plantas de cannabis en el sótano de su lujoso chalé sito en la urbanización de «El Bosque», al norte de Madrid, del que tenían constancia su mujer e hijos, que vivían en los pisos de arriba. Él justificó que las cosas no le iban bien. «Había montado un negocio paralelo impresionante: tenía una prensadora para las bolsa de plástico de los cogollos de marihuana, una termoselladora para sellarlas, los envasaba y los vendía...», recuerda el inspector jefe.

El informe de la Fiscalía «distribuye» la droga desde el punto de vista geográfico. Destacan Cádiz/Algeciras, con el 40% del volumen total de las incautaciones; Málaga (14%); Almería (12%); Murcia (11%); y Madrid (3%).

El clima condiciona los lugares escogidos por los delincuentes para ubicar sus plantaciones de cannabis, acredita el agente de la Brigada Central de Estupefacientes. «Unos vecinos de Madrid se fueron a Palencia y las plantas se congelaron, además de que los conejos y demás animales se las comían. Fue un espectáculo», rememora una operación Rubén Jiménez. El Levante y el sur de España son idóneas y concentran el grueso de las plantaciones, pero regiones como Extremadura y Aragón son propicias por «exigencias» , como la presencia de zonas rurales y aisladas que preserven el ilícito escondite.

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