Anuncio de Lidl de la crema «Cien»
Anuncio de Lidl de la crema «Cien» - ABC
Cosmética

De la crema hidratante «Cien» de Lidl a la de La Mer: un gesto con 220 euros de diferencia

Un estudio advierte de las distancia abismal que existe en los precios de las cremas a pesar de tener una calidad similar

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Tener una piel hidratada no tiene por qué salir caro. Es una de las conclusiones que se desprenden del último estudio que la organización de consumidores OCU ha elaborado analizando el gran abanico de cremas hidratantes que se abre ante el ciudadano en cualquier supermercado y centro comercial. A veces, dirigirse al expositor de cosmética y elegir el producto más adecuado de todo el surtido parece una decisión más latosa que escoger el melón perfecto en la frutería. Lo que recomiendan los expertos consultados es, antes de nada, conocer el tipo de piel que se tiene (seca, normal, mixta o grasa) y si se padecen reacciones alérgicas ante determinadas sustancias «prohibidas», como las fragancias. Eso garantiza que la primera decisión sea acertada.

La segunda ya depende del gusto del consumidor, lo que está dispuesto a abonar y también si promete fidelidad a una marca.

«En la cosmética, existe el mercado del lujo como en la ropa, la joyería y otros sectores, pero gastarse mucho dinero no significa que el resultado sea mejor», contrasta Elía Roo, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Para esta especialista en el cuidado de la piel no es necesario dejarse el sueldo del mes si se quiere usar la crema idónea. Y exactamente a la misma aseveración ha llegado el laboratorio al que la OCU encargó la monitorización de las propiedades de cada crema. La portavoz de la organización, Ileana Izverniceanu, explica a ABC que «lo que ha valorado ese laboratorio es la eficacia hidratante, para lo que se ha usado un test de corneometría, que supone el 65% de la nota final de cada producto». Posteriormente, glosa la portavoz, «se ha hecho un test de uso, “en ciego”, y se ha valorado el etiquetado y la composición declarada».

Según la comparativa entre 17 afeites del mercado, la crema más barata –la que oferta la cadena de supermercados alemana Lidl por 2,99 euros– es la que cumple en mayor medida con su cometido, que es el hidratar el tipo de piel para el que se anuncia. Entre esta hidratante Cien Agua Hidratante SPFy la que ocupa el último lugar del ranking –de la firma de origen suizo La Mer– median 16 posiciones de distancia y más de 220 euros de desembolso. Curiosamente, la peor clasificada se ofrece como «caldo milagroso» por su fórmula «exclusiva» basada en el uso de algas. «Las diferencias son abismales, con lo que se paga por la última, se compran 75 tarros de la que figura en el primer puesto», resalta la organización.

Solo una de las cremas analizadas tenía la protección solar adecuada. El resto ofrecía una protección «baja», dicta la OCU en su análisis

Entre una y otra, se encuentran cremas hidratantes de firmas reconocidas como Vichy Aqualia Thermal crema ligera (en segundo lugar), Garnier Skins Naturals, Nivea Cuidado Hidratante día SPF15, Avène Hydrance optimale ligera, La Roche Posay Hydreane Ligera, la hidratante de L’Oreal, Aquasource gel de Biotherm, Gel fondant de Clarins, la hidratante de Estee Lauder, la Hydra vegetal de Yves Rocher,Diadermine, Clinique, Eucerin, Vitesse, y cierran la tabla la crema facil con aloe de Deliplus y la citada «The moisturizing gel cream» de La Mer. Ninguna suspende, en todo caso, recalca la OCU, puesto que todas las cremas analizadas indefectiblemente hidratan. Ese concepto no se cuestiona. De las diecisiete cremas, once obtienen la categoría de «buena» y seis, la de «aceptable», pero ninguna «destaca muy por encima», añade. Y un dato más: solo una crema llevaba una protección solar adecuada. El resto ofrecía una protección «baja».

Reclamos engañosos

La OCU critica que la norma comunitaria que vela por dar al consumidor la máxima información en los cosméticos, «aunque mejoró en 2013, se queda corta». Por ello, la organización recomienda hacer caso omiso a menciones como «hipoalergénico» o «dermatológicamente testado» impresas en los envases, puesto que son reclamos que «no están estandarizados, ni oficializados, ni tienen significado legal», advierte Izverniceanu, y pone el dedo en la llaga:«Cada fabricante usa esas menciones a su libre albedrío, sin que nadie pueda rebatir. El reglamento europeo de cosméticos exige que todos los productos sean seguros en condiciones normales de uso; mediante estas alegaciones exageradas los fabricantes intentan transmitir una sensación de seguridad que ya cumplen para estar en el mercado».

En opinión de la doctora Roo, conviene discernir entre las cremas hidratantes y las antiarrugas (las segundas, con gran concentración de principios activos). La doctora observa un déficit en el muestreo de la OCU, puesto que el estudio ha testado «solo» un puñado de afeites y en 30 pacientes, siendo «poco representativo», opina la doctora. Partiendo de estas premisas, la dermatóloga explica los pasos para que el consumidor sepa a qué atenerse en el acto de compra. En primer lugar, las hidratantes se distinguen por ser de textura ligera, aconsejadas para aquellas pieles que requieren una hidratación más grasa, con menor concentración de glicerina y otros compuestos que aportan una sobrehidratación; y aquellas cremas con mayor concentración de estos ingredientes, apropiados para las pieles secas. La ciencia que se esconde tras esta composición no conlleva una gran sofisticación, en el caso de las hidratantes, añaden desde la AEDV. Las cremas básicas para el cuidado general del piel tienen una serie de componentes, como ácido hialurónico, derivados de la glicerina, algunas llevan lanolina, úrea o lactato y ácidos grasos o ceramidas (de la familia de los lípidos).

Más allá de los tecnicismos, en lo que ponen el acento los especialistas es en una clasificación muy sencilla: la función de la hidratante tiene que ser evitar que nuestra piel pierda agua o aportarle el líquido que le falta. En el primer caso, se utilizan compuestos oclusivos, perfectos para pieles secas, que crean una película de grasa que evita perder el agua necesaria. Para las pieles grasas, los compuestos que se utilizan son emolientes, con la función opuesta. «También las hay que combinan ambos. Para una piel más normal, se utilizan componentes que atrapan agua de la atmósfera». Es decir, las variaciones son tan amplias como se quiera, añade Roo. Pero desde el punto de vista sanitario, cabe decir que todas están controladas, se deben escoger las cremas con poca fragancia alergénica y poco conservante, por norma general.

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