La crisis del coronavirus ha abierto varios debates sanitarios tan básicos como el lavarse las manos de forma correcta o las altas posibilidades de contagio de enfermedades (en este caso, el COVID-19) a través de las bacterias de las manos.
Son movimientos en su mayor parte involuntarios, que como mamíferos no podemos evitar. Tocamos nuestra cara como respuesta a multitud de emociones como el estrés, la tristeza o el sueño y de esta forma activamos de forma inconsciente el nervio parasimpático que de alguna manera nos ayuda a relajarnos por dentro y a liberar tensiones.
Sabemos que no debemos tocar nuestra cara con las manos para evitar posibles contagios del virus COVID-19, pero, ¿es realmente evitable un acto tan involuntario?
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