Cómo Facebook «explota la psicología» de los jóvenes

Solo en Proyecto Hombre, los casos atendidos por uso problemático de las nuevas tecnologías han pasado del 0,42% en 2013 al 2,6% en 2016

Una joven consulta su móvil Zumapress.com

L. DANIELE/E.MONTAÑES

La red social creada en 2004 por Mark Zuckerberg para los estudiantes de la la Universidad de Harvard fue concebida desde el principio como algo adictivo. La insólita confesión partió del propio cofundador y primer presidente de Facebook, Sean Parker .

En un evento médico en Axios (Filadelfia), este emprendedor —que se hizo millonario con su participación en la red social más utilizada del mundo— explicó que Facebook fue creada con el propósito de «explotar una vulnerabilidad de la psicología humana : la retroalimentación de la validación social». «Cuando Facebook se estaba desarrollando, el objetivo era: “¿Cómo podemos conseguir que los usuarios consuman tanto tiempo y atención consciente como sea posible”?». Fue esa mentalidad la que llevó a la creación de funciones como el botón «me gusta» que daría a los usuarios «un pequeño golpe de dopamina» para alentarlos a subir más contenido», añadió el magnate, volcado ahora en la lucha contra el cáncer , según informó el periódico británico «The Guardian».

Trece años después del inicio de aquella aventura universitaria nada inocente, Facebook cuenta con más de dos mil millones de seguidores. La mitad la utiliza a diario y un número cada vez mayor reconoce que ya no puede vivir sin consultar constantemente su perfil. De las drogas, sustancias y alcohol, ahora se ha pasado a una adicción a la realidad virtual que hace que muchos jóvenes no sepan distinguir cuál es el mundo real.

En pocos años, las clínicas de desintoxicación y tratamiento de adicciones digitales han proliferado como hongos por el aumento de este trastorno. Solo en Proyecto Hombre, los casos atendidos por uso problemático de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han pasado del 0,42% de todos los pacientes atendidos en 2013 al 2,6% en 2016. «El perfil son jóvenes de entre 16 y 17 años que reconocen un uso abusivo», comenta su presidente, Luis Bononato .

Tiempo virtual por tiempo real

La mayor señal de alarma de un adicto, según Antonio Jesús Molina , coordinador terapéutico de Dianova, es que el adolescente empiece a sustituir «tiempo real, con relaciones reales, por tiempo virtual». En cada persona la prevalencia es distinta, «no se puede medir en horas», dicen los responsables de varios centros, ya que, además, la tecnología más usada tiene una variante que no tienen otras adicciones y es que la «abstinencia cero es imposible», recuerda Molina, así que lo que recomiendan los expertos es un «uso controlado» de las redes y las tecnologías.

¿Es Facebook una red más adictiva que otras? Para los especialistas consultados, no depende del tipo de red, sino de la necesidad de «recompensa», porque, como bien ha reconocido el cofundador de Facebook, era plenamente consciente de que estaban creando un producto que genera más necesidad de recompensa por parte de los usuarios.

El presidente de Proyecto Hombre añade otra variable al cáracter adictivo de esta red social y es que encaja a la perfección con la búsqueda de una aprobación social que muchas veces los jóvenes no encuentran en la vida real. «Ellos se manifiestan a través de las redes sociales no como son sino como les gustaría que los vieran para conseguir mayor popularidad», explica el médico Luis Bononato .

Txaio Ponce de León es una adicta recuperada de 44 años que ahora trabaja como terapeuta en el Centro Atmósfera de Madrid. Compara las adicciones a los estupefacientes al de las tabletas o los móviles. «La conducta es la misma, el daño es el mismo: les aparta de la sociedad, de la familia y para mantener una relación social, necesitan» el dispositivo.

Ponce de León establece el mismo baremo de alerta para los padres: «Estamos ante un problema que en un futuro va a suponer muchos trastornos. El uso abusivo de las TIC crean una dependencia a esa realidad virtual como lo hace una droga. El joven quiere evadirse como cuando consume un porro. El padre debe preocuparse cuando su hijo dedica más tiempo al móvil que al estudio o el deporte».

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