Inmatriculaciones

Bienes de la Iglesia, «en buenas manos»

La historia enseña también a recelar de los políticos cuando deciden despojar a la Iglesia de sus bienes

*Nicolás Álvarez de las Asturias

En momentos de desconfianza puede resultar extraño, pero la verdad es que l a Iglesia tiene bienes, posee cosas, porque hay personas que se los han dado. Y lo han hecho a lo largo de muchos siglos, ejerciendo su derecho a donar, a dejar en herencia a quien libremente consideraron más oportuno. Porque, lo queramos o no, la Iglesia ha sabido inspirar confianza a muchas personas,que han encontrado en ella ayuda, comprensión, esperanza y, sobre todo, a Dios.

Es verdad que a la Iglesia el exceso de bienes en ocasiones no le ha sentado bien. Aunque siempre ha sabido que los tiene únicamente para sostener el culto a Dios, la vida de los sacerdotes y para atender a los pobres, la riqueza tiene siempre el riesgo de atrapar el corazón, de promover comportamientos corruptos. En cierto modo, la historia de la Iglesia es la historia de una lucha por utilizar bien sus bienes. Es decir, por usarlos al servicio de los más necesitados. Y en eso nadie niega a muchos cristianos, un papel ejemplar en todos los tiempos. Santos como Camilo de Lelis, Juan de Dios o Teresa de Calcuta son unos «indiscutibles» en este campo.

La historia enseña también a recelar de los políticos cuando deciden despojar a la Iglesia de sus bienes . Aparte de ir contra la voluntad de quienes los donaron, normalmente no logran cumplir los objetivos que dicen proponerse. Las desamortizaciones que llevaron a cabo los gobiernos liberales en el siglo XIX enriquecieron más a los que ya lo eran, impidiendo a la Iglesia cumplir su función asistencial hacia los más pobres, que fueron los auténticos perdedores. Y es que, al final, las manos de la Iglesia, aunque no perfectas, son mucho más atentas y eficaces para ayudar a quien lo necesita, que otras que dicen intentarlo.

Lección de la historia, que es de respeto a la libertad y también de protección de los más débiles que no debería olvidarse en el momento presente.

*Nicolás Álvarez de las Asturias es catedrático de Historia del Derecho Canónico en la Universidad Eclesiástica San Damaso

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