El 69% de los jóvenes portugueses justifica la violencia en la pareja

La preocupante conclusión surge de un estudio auspiciado por la Secretaría de Estado de Ciudadanía e Igualdad

Francisco Chacón

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La percepción de la violencia entre los jóvenes portugueses preocupa (y mucho) a las autoridades del país vecino, alarmadas por las últimas estadísticas en este sentido: el 69% justifica y hasta legitima algún tipo de violencia en el seno de la pareja, de acuerdo con un estudio encargado por la Unión de Mujeres Alternativa y Respuesta (UMAR), bajo el paraguas de la Secretaría de Estado de Ciudadanía e Igualdad.

Los investigadores se han quedado perplejos ante los resultados, en función de un muestreo realizado entre 4.600 jóvenes de todo el territorio luso y con una edad media de 15 años.

¿Cómo es posible que se alcancen semejantes niveles de tolerancia a los actos de fuerza? ¿Pueden erigirse en un caldo de cultivo para futuras agresiones? Contestar a estos interrogantes se convierte ahora en prioridad para los técnicos y expertos de la Administración, conscientes de la influencia que tienen a este respecto los grados de violencia cotidiana mostrada en los informativos televisivos y hasta en los videojuegos más populares.

Lo más difícil de digerir del informe es que se centró en la posadolescencia , entre los años del desarrollo corporal y la mayoría de edad. Es decir, sus conclusiones no solo tienen un reflejo en el presente sino también en los años posteriores.

Además, crecen igualmente los impulsos de deseo hacia comportamientos violentos durante las relaciones íntimas, e incluso la percepción de que todas estas circunstancias están «exageradas» por parte de los adultos y de los medios de comunicación.

«Es preocupante verificar que la mayor parte de los jóvenes considera como natural alguno de los comportamientos que configuran la violencia dentro de la pareja», ha declarado la secretaria de Estado de Ciudadanía e Igualdad, Rosa Monteiro.

En España

La estadística supera en gran medida otras similares registradas en España, donde se presentó el pasado noviembre un estudio que cifraba en un 27% el número de jóvenes que justifica la violencia durante los noviazgos. Son los datos aportados por el Proyecto Scopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, perteneciente a la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.

Tanto en la investigación lusa como en la española, los jóvenes hacen mención de las conductas explícitamente violentas, mientras que no consideran a tal fin actuaciones como « vigilar el móvil, controlar a la pareja o los celos enfermizos».

Portugal, con 10,5 millones de habitantes, ha visto cómo más de 450 mujeres han sido asesinadas a lo largo de los últimos 12 años y 525 fueron víctimas de intentos de homicidio, en su mayoría por parte de los hombres con quienes vivían una relación sentimental y/o sexual. Unos datos aportados por el Observatorio de Mujeres Asesinadas, en colaboración con la propia Unión de Mujeres Alternativa y Respuesta.

Las noticias de este tipo han saltado, además, al primer plano amplificadas por el estupor generado alrededor de varias sentencias polémicas.

Así, por ejemplo, el magistrado Joaquim Neto de Moura se hizo notar con un veredicto en el que justificaba la violencia de género porque la mujer en cuestión había sido adúltera.

El caso es que la media de 2016 arrojaba dos asesinatos de esta índole cada mes al otro lado de la frontera, con un 45% de las mujeres mayores de 65 años.

El inquietante informe ahora presentado se convierte en una cruda realidad a pesar de numerosos casos mediáticos en Portugal, como el de una niña de 12 años embarazada después de haber sido violada por su padrastro y excepcionalmente autorizada a abortar.

Para colmo, el caso reunía ingredientes rocambolescos: la gestación fue avanzando porque la niña desconocía absolutamente que fuese a dar a luz, una vez consumados unos abusos que se cometieron durante tres años.

También se suscitó alarma social cuando un contratista portugués de 50 años, casado con una profesora universitaria, fue acusado de violar presuntamente a las tres hijas que adoptó junto a su pareja, de 13, 15 y 17 años.

El caso se destapó debido a que la primera de ellas empezó a levantar sospechas en el colegio porque cada vez era más evidente que se había quedado embarazada.

Ni siquiera con el impacto de la cobertura mediática de estos graves hechos ha logrado mitigarse la preocupante justificación de la violencia por parte de los jóvenes, de manera que las autoridades competentes consideran que aún les queda un largo camino por recorrer.

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