El Papa presidió una multitudinaria vigilia con motivo del inicio del Sínodo de la familia
El Papa presidió una multitudinaria vigilia con motivo del inicio del Sínodo de la familia - afp

El Papa pide que el Sínodo «más que hablar sobre la familia, sepa aprender de ella»

Advierte que «si no somos capaces de compasión, terminaremos siendo seres inútilmente severos»

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Ante una bellísima plaza de San Pedro iluminada con las velas de unas ochenta mil personas, el Papa Francisco presidió anoche la plegaria por el Sínodo de la Familia, junto con los 359 participantes en la asamblea que comienza este domingo. En contraste con la agitación mediática previa, el encuentro de las familias romanas, muchas de ellas con niños pequeños, desbordaba esperanza y alegría.

En víspera de las tres semanas de debates, el Papa invitó a todos a acercarse espiritualmente a la Familia de Nazaret “para que sea un Sínodo que, más que hablar sobre la familia, sepa aprender de ella”.

Era una sorpresa que nadie esperaba, y menos algunas personas que acuden con actitud de enseñar más que de aprender.

Era un consejo complementario al que había dado al comienzo del Sínodo especial de octubre del 2014 –en el que participaron los presidentes de las conferencias episcopales- invitando a todos a “hablar con valentía y escuchar con humildad”.

Este segundo Sínodo de la Familia es ordinario y, por lo tanto, cada conferencia episcopal elige un número de representantes proporcional a su tamaño. Los tres padres sinodales elegidos por los obispos españoles son el presidente de la conferencia episcopal y arzobispo de Valladolid, cardenal Ricardo Blázquez, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y el obispo de Bilbao, Mario Iceta.

A los 183 padres sinodales elegidos por los obispos se añaden 45 nombrados directamente por el Papa, entre los que figura el cardenal de Barcelona Lluis Martínez Sistach y otros 42 “de oficio”: son los 15 presidentes de los Sínodos de las Iglesias católicas orientales y los jefes de departamentos de la Curia vaticana.

Matrimonios y mujeres

El total de participantes en la asamblea se eleva a 359 pues, además de los 270 padres sinodales -los únicos con derecho a voto, por tratarse de un Sínodo de Obispos- , participan también 24 expertos, 51 observadores y 14 delegados fraternos en representación de Iglesias ortodoxas y evangélicas.

Lo más llamativo de este Sínodo es la participación de 18 matrimonios y de un total de 31 mujeres de gran competencia en teología, bioética, pastoral y ayuda a familias en dificultad. La primera intervención del lunes, después del saludo del Papa, correrá precisamente a cargo de un matrimonio.

Pero aparte de las parejas casadas, también los padres sinodales llegan cargados de experiencia por haber hablado con millares de familias a lo largo de casi dos años desde el comienzo de este largo proceso sinodal, el primero con dos asambleas sobre un mismo tema, precisamente porque el de la familia es de la máxima importancia.

Mientras que el Sínodo especial del año pasado estudió a fondo los múltiples problemas de la familia –que son muy distintos en cada continente-, este Sínodo ordinario se ocupará sobre todo de la “vocación y misión de la familia”, dos terrenos enormemente positivos.

En su discurso de anoche en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco animó a rezar “para que el Sínodo sepa orientar la experiencia conyugal y familiar hacia una imagen plena de la persona; que sepa valorizar y proponer todo lo bello, bueno y santo que hay en ella”.

Duras pruebas

Pidió oraciones también por todas las familia sometidas a dura prueba por “situaciones de vulnerabilidad: la pobreza, la guerra, la enfermedad, el luto, las relaciones laceradas y deshilachadas, los resentimientos y rupturas…”.

Una vez más, el Papa recordó que “la Iglesia es una casa abierta” pero, sobre todo, que “la Iglesia es madre”. Y advirtió que “si no somos capaces de unir la compasión a la justicia, terminaremos siendo seres inútilmente severos y profundamente injustos”.

Pero su mensaje era fundamentalmente positivo, centrado en subrayar que “la familia es lugar de santidad evangélica, llevada a cabo en las condiciones más ordinarias. Es lugar de gratuidad, de presencia discreta, fraterna, solidaria, que nos enseña a salir de nosotros mismos para acoger al otro, a perdonar, a ser perdonados”.

Entre la abrumadora mayoría de los padres sinodales domina un clima de optimismo y serenidad, pues el Sínodo es un mero organismo consultivo del Papa, y sus votaciones se refieren tan solo al acta de las deliberaciones mantenidas. Francisco decidirá, después, si escribe algún documento.

En cambio, el panorama periodístico del Vaticano se ha vuelto a alterar con la llegada de enviados especiales de publicaciones muy militantes –conservadoras, liberales o ideológicas de cualquier tipo-, que intentan de nuevo crear un aire de batalla campal.

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