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Los 16 grandes emisores del planeta ya cuentan con un plan para descarbonizarse en 2050

Suman más del 70% de las emisiones mundiales, y las recortarían a la mitad con respecto a 2010

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El Panel de Expertos del Cambio Climático (IPCC) dejó claro en su quinto y último informe de Evaluación que solo una reducción drástica de las emisiones nos permitirá contener el aumento de temperatura en 2 grados centígrados sobre el nivel preindustrial para final de siglo, que es el nivel considerado «seguro» por los científicos. Y que para ello hay que reducir un 40-70% el CO2 en 2050. Una visión a largo plazo que es vital para llegar a emisiones netas igual a cero en 2100, pero que hasta ahora ha ido entrando y saliendo de los documentos de negociación internacional de lucha contra el cambio climático, centrados en el objetivo principal a 2030.

Ahora, centros de investigación de los 16 principales emisores del planeta (Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Suráfrica, Corea del Sur, Reino Unido y Estados Unidos) han preparado «planes de descarbonización profunda» que son «económicamente viables, realistas y compatibles con el desarrollo económico», según explica Teresa Ribera, directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI) -organismo que auspicia este proyecto- y ex secretaria de Estado de Cambio Climático.

Ninguno de los centros académicos líderes en investigación que han trabajado en los planes de cada uno de sus países representan las posiciones nacionales de sus gobiernos, pero «conocen bien la realidad y el sistema energético de cada uno de sus países y son centros de referencia y creíbles para cada uno de esos gobiernos», dijo Ribera. Es más, muchos de esos gobiernos han mostrado ya interés en la senda marcada para su país, por ejemplo, Reino Unido y Alemania.

Objetivo: 1,7 tonelada per cápita

El objetivo global en 2050 es no emitir más de 11 gigatoneladas (Gt) de CO2, que con una población estimada para esa fecha de 9.000 millones de personas, da un resultado de 1,7 toneladas per cápita. En el más ambicioso de los escenarios planteados en estas 16 hojas de ruta la media de emisiones per cápita se reduce hasta las 2,1 toneladas per cápita, y alguno de ellos se sitúa en el objetivo de 1,7 toneladas o muy poco por encima, mientras que las emisiones medias por unidad de PIB se redujeron en un 87% con respecto a 2010. En total, estos 16 países podrían sumar una reducción de sus emisiones de entre un 48 y un 57% para 2050 con respecto a 2010. Y la clave, insistió Ribera, es que ninguno de los escenarios estudiados se desvía más de un 1-1,5% en costes con respecto a un escenario de seguir como hasta ahora.

Los tres pilares que marcan estas 16 «sendas de descarbonización profunda» son: un impulso masivo a las políticas de ahorro y eficiencia energética; un sistema eléctrico y combustibles libres de CO2, y electrificar una parte del transporte y de las necesidades térmicas. «No hay manual de instrucciones para hacer una transformación de tan amplio calado, pero todos los países coinciden en que podrán realizarse ajustes a medida que las tecnologías vayan avanzando, pero el cambio debe empezar ya con la tecnología disponible actualmente, pues las decisiones de hoy fijarán el perfil de emisiones de los próximos 30 o 40 años», explica la directora del IDDRI.

El objetivo solo se puede conseguir si es compatible con las prioridades económicas de cada Gobierno. Por ejemplo, Rusia está preocupada por una población cada vez más envejecida y, por tanto, con unas necesidades de calefacción mayores; China se enfrenta a la urbanización creciente y una fuerte presión por la salud y la contaminación atmosférica, etc. Y es que no hay una única receta, se trata de que cada cual haga que la transformación necesaria sea compatible con su crecimiento económico y con el bienestar de su población.

En este sentido, los planes para China e India apuestan claramente por aumentar el peso de la energía nuclear y contemplar los sistemas de captura y almacenamiento de carbono, ya sea en almacenamiento geológico o transformando el CO2 en otros soluciones químicas. Lo mismo ocurre con el Reino Unido. Alemania, por su parte, apuesta por un 100% de energías renovables. La receta de Estados Unidos pasa por multiplicar por 30 la capacidad instalada de energía eólica y solar o multiplicar por cuatro su capacidad nuclear, dependiendo de si se decanta por un escenario u otro, y siempre contando con la captura de carbono para los casos en que se sigan usando combustibles fósiles.

Japón, por su parte, apuesta por la descarbonización de la electricidad basada en las energías renovables y el uso de combustibles fósiles con captura y almacenamiento de carbono, y reducir al mínimo su dependencia de la energía nuclear. Y Brasil por mantener la mitad de la producción de petróleo dirigida a las exportaciones y el recorte de los subsidios a los combustibles fósiles, mientras incrementa la producción de biomasa e hidroeléctrica y desarrolla sistemas de captura de carbono.

El caso español

España emite en torno a las 8 toneladas per cápita, por lo que para alcanzar ese objetivo de 1,7 toneladas per cápita deberá reducir sus emisiones en un 60%, estimó Rivera. «Eso solo es posible impulsando el ahorro y la eficiencia energética; electrificando otros usos energéticos, como el transporte, y con un sistema eléctrico libre de CO2. En nuestro caso, además, que tenemos sobrecapacidad de gasificación, se podrían reducir las emisiones del transporte apostando por el gas, al menos transitoriamente». Sin embargo, opina Ribera, en las políticas energéticas de España siempre ha prevalecido el corto plazo, «un inmenso error que nos está costando caro y que supone que no hayamos activado todavía la transformación real de nuestro modelo energético».

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