El Santo Padre saluda a la gente en las calles de Manila
El Santo Padre saluda a la gente en las calles de Manila - EFE

El Papa afirma que «los líderes políticos tienen que sobresalir por su honradez»

Más de un millón de personas le saludan en las calles de Manila

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A su llegada al palacio presidencial de Malacañang, el Papa Francisco abordó directamente uno de los problemas de Filipinas afirmando que «l os líderes políticos tiene que sobresalir por su honradez, integridad y servicio a los demás». Es necesario crear una «cultura de la integridad», y «evitar toda forma de corrupción, que roba recursos a los pobres».

El Santo Padre decía verdades fuertes, pero en tono amable, y el presidente Benigno Aquino le escuchaba encantado, pues la corrupción a todos los niveles administrativos, desde el gobierno nacional hasta los ayuntamientos, es un notable freno al desarrollo del país.

El entusiasmo desbordaba las calles de Manila a cada recorrido de Francisco en el «papamóvil» descubierto. Unas ochocientas mil personas le aclamaron el jueves en el trayecto del aeropuerto a la nunciatura.

Con los dos primeros desplazamientos del viernes hasta el palacio presidencial y después hasta la catedral, el número total superaba ya el millón de filipinos.

Se diría que la inmensa ciudad de 12 millones de personas, en la que probablemente hay más de medio millón de visitantes, vive pendiente de Francisco en un clima de fiesta. Las redes de telefonía móvil están completamente desbordadas, y por todas partes se ven personas, especialmente jóvenes, con camisetas, pegatinas o banderines del «Holy Father» o «Santo Papa», como se le llama en Filipinas.

En su discurso a las autoridades en el palacio presidencial, Francisco afirmó que su visita al país desea «manifestar mi cercanía a nuestros hermanos y hermanas que sufren el dolor, las perdidas y la destrucción causadas por el tifón Yolanda». El Papa realizará el sábado un vuelo de 650 kilómetros para reunirse con medio millón de damnificados en Taclobán y Palo, las dos ciudades más castigadas por el desastre.

El Santo Padre elogió el esfuerzo de tantos voluntarios, especialmente jóvenes, que se fueron a las Islas Visayas a prestar ayuda a los cuatro millones de personas que se perdieron sus casas y sus propiedades bajo vientos de hasta 325 kilómetros por hora y gigantescas olas que barrieron el litoral. La reconstrucción va escandalosamente lenta, y la mayoría de los damnificados siguen viviendo en condiciones muy precarias.

El segundo gran tema que preocupa al Papa salió a relucir cuando dijo a los políticos que la familia “necesita nuestro apoyo” porque es un factor clave en la estabilidad de la sociedad, y les recordó la necesidad de proteger “el inalienable derecho a la vida, empezando por los no nacidos y extendiéndolo hasta los ancianos y enfermos”.

Poco después, durante la misa en la catedral de Manila, Francisco advertía en tono fuerte que «la Iglesia en Filipinas está llamada a identificar y combatir las causas de la desigualdad e injusticia, profundamente enraizadas, que afean el rostro de la sociedad filipina y contradicen la enseñanza de Cristo».

El Papa recordó que «el Evangelio invita a cada cristiano individualmente a llevar una vida honrada y preocupada por el bien común» Pero también invita a las comunidades cristianas a crear «círculos de honradez» y redes de solidaridad que ayuden a transformar la sociedad.

Dirigiéndose a los sacerdotes y religiosos, el Santo Padre les animó a vivir una pobreza personal que les ayudará mucho a identificarse con los demás, «y a proclamar el Evangelio en una sociedad que se ha acostumbrado a la exclusión social, la polarización y una desigualdad escandalosa».

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