TURISMO EN SEVILLA

La Avenida pierde su comercio tradicional y se llena de bares, hoteles y apartamentos

Tras once años peatonalizada, la renovación de la arteria principal del Centro de Sevilla ha perfilado un nuevo escenario dominado por el turismo

La avenida de la Constitución, con la Fnac ya cerrada en primer plano J. M. Serrano

Eduardo Barba

En una especie de proceso paralelo al de gentrificación (desplazamiento de los vecinos al extrarradio) que están padeciendo muchas grandes ciudades de primer nivel turístico, Sevilla presenta un fenómeno similar con sus comercios (especialmente los más tradicionales) en las grandes vías que se han ido peatonalizando. Con un ejemplo paradigmático: la avenida de la Constitución . Desde que se eliminó el tráfico de vehículos a motor en abril de 2006 y se abrió ya reformada y peatonal en octubre de 2007 , esta arteria principal ha ido variando su vertiente comercial hasta la actual transformación y un tono alejado del clasicismo y mucho más vinculado al sector turístico . Buena parte de lo que se ofrece al público en esta vía está ya bastante más enfocado a quienes visitan la ciudad que a los sevillanos, muestra inequívoca de los derroteros de la capital, del auge de ese sector y de que la Avenida es el espacio principal en el movimiento de extranjeros. No en vano, los grandes monumentos están en su «orilla».

El último decenio ha provocado un cambio profundo en el escenario de la Avenida casi a la altura del generado por el corte al tráfico o el paso del tranvía como es el del cariz turístico que ha tomado la calle, casi enfocada ya en su totalidad a ofrecer servicios a los visitantes si se hace excepción de las tradicionales sedes de los grandes bancos, las aseguradoras y las administraciones públicas. Un hecho simbólico de hace un par de semanas viene a refrendar y casi a culminar esta metamorfosis de la gran arteria: el cierre de la Fnac , la gran tienda de artículos electrónicos, ordenadores, libros, música, libros y productos fotográficos que ha estado funcionando en el número 8 desde 2007. La multinacional francesa se ha trasladado al complejo Torre Sevilla y su lugar lo ocupará un hotel de la cadena Soho Boutique de 65 habitaciones y cuatro estrellas. El gran edificio se presenta ya cerrado, sin carteles, sin sus clásicas fotos en los ventanales y con la fachada sucia. Un auténtico símbolo de lo que está ocurriendo en esta gran línea recta que une la Plaza Nueva con la Puerta de Jerez. Un repaso a los establecimientos en ese orden, del Ayuntamiento al hotel Alfonso XIII, dibuja perfectamente la nueva coyuntura.

En la Avenida están en marcha dos proyectos hoteleros de envergadura (uno en plenas obras) y funcionan ya tres complejos de apartamentos turísticos , sin contar el que se ha planteado también en la plaza de San Francisco. Hay abiertas una decena de tiendas de souvenirs, una más de productos gastronómicos típicos, funciona un centro de atención a los turistas junto al Arco de Mañara y hay activas hasta cuatro nuevas oficinas de cambio de moneda que hace cinco años no existían (además de las propias sedes de los bancos) y una veintena de bares terrazas de cadenas franquiciadas, buena parte de ellas multinacionales. Este es el paisaje que escolta a los grupos interminables de extranjeros que transitan por el entorno de la Catedral y el Archivo de Indias invadidos por el olor a paella precocinada de los bares de nuevo cuño para turistas y el sonido de los artistas callejeros, apenas cortado de vez en cuando por el pitido con el que el tranvía reclama a los transeúntes que se aparten de la zona de vías.

Un hotel ya en obras

Nada más arrancar el paseo de norte a sur, desde la Plaza Nueva, el primer impacto ya es la antigua sede del Banco de Andalucía en plenas obras para albergar el nuevo hotel de lujo de la cadena Marriott (con el sello Autograph, que distingue a los hoteles boutique) y que abrirá este año; en sus bajos se dispondrá una tienda Tiger, la pujante multinacional danesa de artículos de regalo y decoración. Justo al lado, cerró la histórica confitería Filella en 2014 y ahora funciona en el emblemático edificio de Aníbal González un comercio de souvenirs anexo a una tienda de telefonía china. Y en el número 8, la Fnac ya luce cerrada a la espera de otro hotel. Resisten justo después la zapatería de la cadena Nicolás y el conocido despacho de lotería El Gato Negro antes del aluvión de franquicias de hostelería si se continúa avanzando hacia García de Vinuesa: Génova, La Abuela, Sabor España, Los 100 Montaditos y Starbucks justo enfrente, en la Punta del Diamante… Veladores y turistas almorzando antes de la una de la tarde viendo pasar bicicletas y guías levantando un paraguas cerrado de color chillón.

Y al pasar la sede de la Consejería de Salud, misma tónica: souvenirs, heladerías, cambio de divisa y apartamentos turísticos mirando a la Catedral desde sus ventanas. Dunkin´Coffee, camisetas de la ciudad, change dolars… Frente a la puerta de San Miguel aguanta sólo La Ibense con sus helados en la esquina con Almirantazgo y otra pequeña tienda de calzado infantil, Catedral. Prácticamente los zapatos son los únicos que mantienen escaparetes. «El tipo de público ha variado mucho, sin duda —narra Verónica Camacho, encargada de Nicolás—. Esta siempre ha sido la tienda más turística de la cadena por la zona donde está, pero en los últimos años se ha agudizado esa tendencia y ya sólo quedan franquicias y bares de todo tipo, pero casi ninguna tienda».

En el tramo frente al Archivo de Indias, esta turistificación de la Avenida se acentúa nada más pasar la sede de Correos: yogures, montaditos, freidoras, salmorejo, veladores, recuerdos y oficinas de cambio hasta el Coliseo e incluso doblando la calle hacia Tomás de Ybarra. Y tras el antiguo teatro (hoy sede de la Junta) y el BBVA, otra cafetería franquiciada antes de pisar Maese Rodrigo. En la otra acera, cadena de helados y dulces adosada a la torre de Abdelaziz, nuevos apartamentos turísticos, souvenirs, la oficina de atención a visitantes pasando el Arco de Mañara y después de la central de seguros Santa Lucía, souvenirs, Burger King y Dunkin´Coffee antes de llegar a la farmacia que sirve de antesala a la iglesia de Santa María de Jesús y el ala de la Puerta de Jerez que culmina otro Starbucks y el Banco de Santander de San Gregorio.

El viejo comercio autóctono apenas muestra ya un hilo de vida en este sector de la ciudad, con un par de zapaterías, una heladería, un estanco y una farmacia, además del despacho de loterías, como últimos y leves exponentes. Se trata de un fenómeno que se viene repitiendo en todas las grandes ciudades europeas con nivel turístico de primer orden, como ha venido pasando en Roma, Florencia o Barcelona. Pero viene acompañado, eso sí, de una especie de fuerza centrífuga que impulsa el comercio a calles cercanas y aledañas, con alquileres más baratos que, en este caso, la cotizadísima Avenida. Estas calles se han erigido en una especie de centro comercial al aire libre renovado y con un toque moderno que empieza a parecerse al del eje Encarnación-Regina-Feria. Se percibe cierto auge con la apertura de nuevos establecimientos (muchos de ellos vinculados a productos gourmet) en Sierpes, Rivero, Cuna o Puente y Pellón .

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