LA MANADA EN LIBERTAD

Toda la vida «normal» que le espera a la Manada

Los condenados han de firmar tres veces por semana en el juzgado de guardia de Sevilla y tienen difícil volver a sus antiguos empleos

Un cámara ante la vivienda de José Ángel Prenda Raúl Doblado

Elena Martos

Los cinco miembros de La Manada han pasado ya su tercera noche en libertad, rodeados de los suyos y dejándose ver lo menos posible. La presión social sobre los condenados se multiplicó desde que se hizo efectiva la orden de libertad bajo fianza previo ingreso de 6.000 euros por cabeza. La atención mediática se ha centrado especialmente en José Ángel Prenda , señalado desde un principio como el líder del grupo, y del que más imágenes se han hecho públicas. La casualidad ha querido que sea también el que tiene un domicilio más accesible, en el barrio de Amate , y ante el mismo se concentraron los periodistas durante la primera jornada que pasaron en Sevilla.

El joven esperó hasta el anochecer para volver a poner un pie en la calle, momento del que fue testigo una cámara de Antena 3, que ayer lo volvía a enfocar mientras paseaba por el barrio y sacaba la basura. Por consejo de su abogado, Agustín Martínez , no hizo declaraciones y pidió respeto a su «derecho a hacer una vida normal». «Voy a intentarlo, si me dejáis», le reprochó a los periodistas , que lo siguieron durante un corto paseo por las calles aledañas a la vivienda.

Alfonso Jesús Cabezuelo, a su llegada a los juzgados este lunes RAÚL DOBLADO

Este lunes tendrá que volver a salir para firmar en el juzgado , como obliga el régimen de libertad provisional del que disfruta. Y tras él lo harán sus cuatro amigos que tienen que acudir a las dependencias judiciales tres veces por semana. No va a ser fácil burlar a los medios de comunicación ni a miembros de colectivos que han iniciado campañas de boicot en las redes, solicitando su aislamiento social.

La vida normal a la que apeló José Ángel Prenda va a ser complicada mientras se pronuncia el Tribunal Superior de Justicia de Navarra y se pone fecha al juicio de Pozoblanco .  El caso sigue acaparando la atención mediática y las imágenes de los cinco condenados volverán a actualizarse a pesar del cambio de aspecto de alguno de ellos. También es difícil que puedan volver a sus antiguos trabajos, dada la situación en la que han quedado.

Manifestantes portan carteles con el rostro de los cinco condenados J. J. ÚBEDA

El Prenda no tenía ningún oficio conocido en el momento de la detención. Había realizado trabajos esporádicos, pero ninguno de larga duración, según la versión de sus vecinos. Tampoco se le conoce empleo concreto al que volver a Ángel Boza , el más joven de todos, que reside en Su Eminencia y que ha aprovechado estos dos años en prisión para obtener los estudios básicos que no llegó a terminar .

Quizá él sí tenga más sencillo recuperar algo de normalidad mientras se decide su situación judicial. A favor tiene ser el menos conocido de los cinco y el último en incorporarse al grupo. Y sobre todo, no haber participado en el supuesto abuso sexual a otra chica de 21 años durante las fiestas de Pozoblanco de 2016, un caso que todavía está a la espera de juicio y que, con toda probabilidad, volverá a sentar en el banquillo a La Manada.

Los funcionarios

Los otros dos funcionarios, Alfonso Jesús Cabezuelo y Antonio Manuel Guerrero , de 30 y 28 años de edad, están suspendidos desde que ingresaron en prisión preventiva. El primero de ellos es militar de profesión y pertenecía a la Unidad de Emergencias (UME) de Morón de la Frontera cuando cometió el abuso sexual. Debido a la reclusión, el Ministerio de Defensa lo apartó de sus funciones y lo cesó en el destino, en base a la ley 39/2007 de la Carrera Militar. Sin embargo, esa situación sólo se contempla en la norma cuando hay sentencia firme y mientras se cumple la pena de prisión, con lo que cabe la posibilidad de que pueda ser restituido. Eso sí, se podría dar por finalizado su compromiso con las Fuerzas Armadas si se confirma la condena.

El segundo era guardia civil en prácticas en el momento de la detención y se le ha abierto un expediente con el resultado de la suspensión de empleo. Según la Ley Órgánica 12/2007, que regula el régimen disciplinario de este cuerpo, se considera una falta muy grave «cometer un delito doloso condenado por sentencia firme, relacionado con el servicio, o cualquier otro delito que cause grave daño a la administración, a los ciudadanos o a las entidades con personalidad jurídica». En este caso la condena no es firme, pero mientras tanto, la norma permite que «siga en suspenso el primer empleo obtenido y, consecuentemente, su condición de guardia civil».

El último de los cinco es Jesús Escudero , de 27 años y vecino de Los Pajaritos. No tenía antecedentes penales antes de la detención y contaba con un contrato fijo en la peluquería de su tío en Triana . El establecimiento se encuentra en una de las mejores zonas del barrio, tiene una clientela fija y tanto el viernes como el sábado abrió con normalidad, a pesar de la atención mediática por la puesta en libertad de su sobrino. El propietario no ha confirmado si lo reincorporará, pero su negativa conllevaría un despido improcedente si el joven decide volver.

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