Tribunales

El tercer asalto judicial para el último violador en serie de Sevilla

La Fiscalía pide para Miguel Ángel Fernández Delgado 15 años de cárcel por la agresión que cometió en el Parque del Tamarguillo en agosto de 2017

El presidente del tribunal que juzgó a Fernández Delgado (en el recuadro) en noviembre MJ López Olmedo

Silvia Tubio

En el turno para hablar por última vez en el juicio que acabó condenándolo el pasado mes de noviembre, Miguel Ángel Fernández Delgado pidió perdón a la familia de Pilar, una toxicómana a la que había estrangulado cuando no quiso seguir con las relaciones sexuales que habían pactado. Después de matarla, estuvo horas consumiendo drogas junto al cadáver y acabó prendiéndole fuego en el Parque Amate . Así se las gasta el último violador en serie de Sevilla, que fue declarado culpable por un jurado. Dentro de un mes, volverá a sentarse en el banquillo de la Audiencia Provincial para enfrentarse a un nuevo juicio, el tercer asalto judicial, por otra agresión sexual .

El próximo 29 de enero se enfrentará a una petición de 15 años de cárcel , que formula la Fiscalía contra este depredador sexual por haber agredido a una mujer a la que abordó en el Parque del Tamarguillo cuando ella practicaba deporte. Los hechos ocurrieron el 28 de agosto de 2017. Había transcurrido tan sólo un mes del anterior ataque que había acabado en crimen. La Policía seguía buscando al autor del asesinato de Pilar. Pero eso no fue óbice para este violador en serie, que decidió consumar una nueva violación.

Fernández Delgado tiene un forma muy concreta de atacar a las mujeres y doblegarlas, como describió el jefe del Grupo de Homicidios de la Policía en el juicio del pasado mes de noviembre. Las golpea con violencia y las agarra haciendo uso de una llave conocida como »mata león» , que consiste en coger a la víctima por detrás presionando el cuello con el antebrazo hasta que consigue vencer su resistencia y tumbarla. Fue el propio Fernández Delgado quien explicó a la Policía que era aquello de «mata león» que había afirmado en su primera declaración y la reprodujo en la reconstrucción del crimen que se hizo en el Parque Amate.

La firma de «mata león»

A su última víctima, por la que fue bautizado como el violador del Tamarguillo, también le aplicó esta llave de artes marciales después de haberse cruzado con ella en el parque. La Fiscalía describe cómo, sin mediar palabra, la golpeó en un hombro, lo que hizo que cayera al suelo. Cuando la mujer intentó levantarse, sorprendida por lo que acababa de ocurrir, le dio otro puñetazo en la cara. Después la agarró del cabello para levantarla a pulso y cuando ella intentó zafarse, le aplicó la citada llave y la arrastró por el suelo hasta conducirla a un lugar apartado , una especie de canalón subterráneo donde acabaría consumando la violación.

El acusado acabó entregándose a la Policía a los pocos días. Su pareja, con la que tiene una hija de corta edad, le pidió que lo hiciera después de que le confesara lo que había hecho. Sin embargo, guardó silencio sobre lo ocurrido en julio en el Parque Amate. Sólo una prueba de ADN le forzó a admitir también la muerte de Pilar.

Este depredador sexual cometió su primera agresión sexual con 25 años y en los tres ataques que lleva su firma reproduce el mismo patrón de comportamiento con sus víctimas

Cuando fue apresado por la violación del Tamarguillo, la Policía le tomó una muestra de ADN como hace con todos los delincuentes sexuales para introducir sus perfiles en la base de datos con las que trabajan todos los cuerpos policiales. A esa base van también los restos hallados en escenarios de crímenes que no han podido ser identificados. La ciencia hizo el resto: el ADN de Fernández Delgado coincidía con el código rescatado de una gavilla que había junto al cuerpo de Pilar.

Fernández Delgado tiene 40 años. Con 25 cometió su primera violación en un pueblo de Badajoz próximo a su localidad natal, Esparragosa de la Serena . A la víctima la atacó de una manera casi idéntica a la forma en la que abordó a las dos mujeres sevillanas. En 2006 fue condenado a nueve años de cárcel. Salió en 2015 y se estableció en Sevilla, donde una de sus hermanas le dio cobijo a él, a su pareja y su hija pequeña. Su familia le daba una oportunidad.

Hasta que fue detenido en septiembre de 2017 , trabajaba esporádicamente como camarero y se volvió un asiduo de puntos de venta de droga y prostitución como los pisos ocupados de Los Pajaritos. La historia volvió a repetirse y su familia se tuvo que rendir a la evidencia.

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