Sanidad

¿Quién es el paciente desconocido del hospital Virgen del Rocío de Sevilla?

Las personas que llegan indocumentadas e inconscientes tienen todas las garantías asistenciales y de intimidad

Pulsera con los datos del paciente desconocido

Amalia F.Lérida

Podemos ser cualquiera de nosotros . Cualquiera sale a andar sin documentación encima o va a hacer una gestión también indocumentado y puede sufrir un desmayo, un infarto o un imprevisto que lo deje inconsciente y tenga que ser trasladado al hospital.

Cualquiera puede ser víctima de un accidente múltiple y llegar a Urgencias con lo puesto sin que nadie lo conozca. No tiene que ser un sintecho ni una persona en riesgo de exclusión social.

Cualquiera puede ser un paciente desconocido en la UCI de un hospital, en este caso, el Virgen del Rocío.

Pero una vez allí, ¿se ha preguntado cómo pueden atenderle si no saben quién es y si es diabético o alérgico a algún medicamento, por ejemplo?, ¿cómo van a llamarle para identificarle a la hora de atribuirle los resultados de las pruebas diagnósticas y terapéuticas?, ¿a dónde irán a parar sus pertenencias o las alhajas que lleve puestas?, ¿de qué forma se van a poner en contacto con su familia si es que ésta no le busca o no la tiene?

Las repuestas a estas cuestiones esán más que previstas en el Virgen del Rocío de Sevilla a cuya UCI de adultos llegan, no con mucha frecuencia, pero llegan, personas en estas circunstancias que para empezar, y hasta que no sean identificadas, se convierten en el «paciente desconocido».

Teresa Aldabó , facultativo de esa UCI y miembro del comité de Ética Asistencial explica que lo prioritario es la «identificación inequívoca del paciente para su seguridad, asegurarse de que es él y atenderlo con todas las garantías». Así, nada más llegar a Urgencias, inconsciente, se le hace el registro de entrada y se le coloca una etiqueta identificativa que se pondrá en su muñeca.

Se le identifica, según Aldabó, como «paciente desconocido», «nombre, desconocido», «apellidos, desconocido», el sexo que tenga, la fecha de ingreso y la hora.

Pero falta algo importante: el número de historia, algo que tiene todo paciente porque además, pueden llegar dos personas en ese estado, o varias.

Entonces, se le pone a cada uno un número de historia y para que no haya confusión, como ese número es provisional e imaginario hasta que se identifique, se le asigna uno que no va a tener nadie, que es ficticio y generalmente cifras redondas como 555.555 ó 666.666. De este modo el paciente quedará registrado y llevará en la muñeca su pulsera con, por ejemplo, la siguiente literatura: « Paciente desconocido ; nombre, desconcido; apellidos, desconocidos; varón, 27 de diciembrede 2018, 18 horas, número de historia, 777.777».

Teresa Aldabó ABC

Todo eso lo hacen los profesionales de admisión que tienen un protocolo con los pasos a dar en estos casos.

«Si no tiene ese número de historia –sigue Teresa Aldabó— es más díficil en la forma de trabajar hoy día pedir pruebas complementarias y saber que son suyas. Cuando esa personas se identifique, todos los resultados se volcarán a su identidad. Porque lo prioritario es la atención . Nunca jamás se deja de atender a alguien que llegue sin identificar, incluso aun con más cuidado, sobre todo la Enfermería, porque está solo, es vulnerable. No se atiende mejor al paciente desconcido pero sí de forma diferente».

Otro de los detalles que diferencia al paciente desconocido con respecto a otros enfermos es que sus pertenencias son custodiadas en una taquilla por el jefe de celadores.

También, que el médico toma las desciones por él y asume el consentimiento informado.

«Hacemos todo lo necesario para salvarle la vida , como obliga el juramento hipocrático», apostilla Aldabó.

«Su médico—detalla— es responsable y toma las decisiones por él. Hay una analítica de entrada en la que se le hace de todo y ahí se ve, por ejemplo, si es diabético. Desde luego suma más incertidumbre a la hora de atenderlo porque desconocemos sus antecedentes pero asumimos la responsabilidad de hacerle las pruebas diagnosticas y terapéuticas sin su consentimiento».

Otro paso que tienen que dar los facultativos es dar parte a la Policía Local y a la Policía Nacional de la existencia de este paciente desconocido en el hospital para averiguar quién es.

Dice Aldabó que la Policía actúa conmucha rapidez y que también acude al hospital a tomar las huellas del enfermo , si es un caso complicado, incluso de algunos que ya han fallecido y estaban ya en el mortuorio.

Hay muchas formas de identificarlos y muchos finales de los enfermos. Y muchas anécdotas que contar y que impresionan a los profesionales sanitarios.

«Me impresionó –afirma Aldabó— la persona que vino de un país de Asia sin identificación. Solo con el móvil se fue a dar un paseo nada más llegar del aeropuerto. Era un soldado que venía aquí por una cuestión oficial de su país y costó identificarlo y dar con su embajada. Al final vinieron de su país cargos militares. Era joven y estuvo un mes en la UCI. Me impactó la rapidez de mis compañeros que miraron en su móvil la última localización del buscador de mapas, que sería lo último que él habría buscado, y dieron con el hotel. También recuerdo un caso de trata de blanca. Era una mujer muy joven que falleció y todo quedó en manos de la Policía. También el caso de una persona que vivía en la calle que murió y estuvo en el depósito de cadáveres y tuvo que ir la Policía a tomarle las huellas. Eso te marca por la soledad en que queda. No tienen a nadie que llore por ellos».

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