INSTANTÁNEAS QUE RECOGEN TODOS LOS DETALLES DEL MONUMENTO

Un paseo por la Caridad a través de 300 fotos

Antonio del Junco repasa la historia del hospital erigido por Miguel Mañara

Fachada de azulejos del templo, una de las más de trescientas imágenes del libro ANTONIO DEL JUNCO

Antonio del Junco (Sevilla, 1957) es tan sevillano que no conocía la Caridad. Bueno, sí, había entrado y poco más, ese desdén por lo propio, lo auténtico y lo histórico que caracteriza tan amplia como acertadamente a los de aquí. Hasta que recibió el encargo de fotografiar el monumento de la calle Temprado, el hospital para menesterosos que Miguel Mañara se empeñó en levantar en aquella Sevilla opulenta de la Carrera de Indias en que los oropeles de la ciudad cosmopolita no podían ocultar las miserias humanas que escondía el oro y la plata americanos.

La hermandad de la Santa Caridad, de la que es hermano mayor Eduardo Ybarra Mencos , le hizo el encargo de publicar una guía bilingüe ilustrada del monumento con profusión de fotografías y textos cortos pero sabrosos para que quienes lo visiten puedan llevarse un recuerdo de su visita a la altura del imperecedero brillo de sus tesoros artísticos: Murillo, Valdés Leal, Bernardo Simón de Pineda, Pedro Roldán, por espigar sólo los cuatro nombres propios que contribuyeron a hacer del templo del Señor San Jorge el relicario que Mañara había soñado para gloria y alabanza de Dios.

Del Junco entró entonces en la Caridad. Subió a las azoteas y bajó a la cripta, escrutó por las ventanas y se detuvo en los detalles de las lápidas, se admiró de los rosales en los patios y de las pinceladas de los artistas que ennoblecieron el monumento. El resultado es un libro personal en cuanto al fondo y barroco en cuanto a la forma, no a la manera habitual en que pensamos en el Barroco –más bien en el neobarroco– sino en la deliberada supeditación del artificio escenográfico al mensaje que quiere transmitir.

En la página de agradecimientos, al final del volumen de 180 páginas, el autor da las gracias al propio Miguel Mañara «cuya hondura espiritual, generosidad y humanidad he descubierto haciendo este libro. Me ha dejado enamorado . Y maravillado. Fue un hombre bueno. En realidad fue un hombre imprescindible».

Se nota ese enamoramiento. No sólo con la riqueza plástica a la que contribuyeron los mejores artistas de la ciudad del Seiscientos conforme al programa iconográfico que Mañara había pergeñado, sino con la labor caritativa callada y silenciosa que está en las reglas de la hermandad aleccionando a cargar con sus propias manos a los pobres que socorrieran en la calle.

Dice Del Junco que la suya se trata de una «mirada poética y muy personal». De acuerdo, a condición de que se asocie esa poética a los epigramas, a los aforismos, a las letras populares del flamenco con su cargadísima intención de dejar pensando. Eso es lo que hace el libro «Un paseo por el hospital de la Caridad». No se trata de una guía turística al uso para consumo apresurado de viajeros de paso. Quien ponga en duda la precedente afirmación, no tiene más que abrir el libro por la doble página 14-15 y contemplar lo que decía Mañara en su «Discurso de la verdad» : «Tus conocidos (ve acordándote de ellos) vivieron cuatro días y serán muertos muchos siglos, y tú serás lo mismo. Pocos días vivirás y muchas edades habitarás con los gusanos y lombrices de la tierra».

Del Junco no ha renunciado, sin embargo, al efectismo fotográfico, que consigue a través de juegos de luces y sombras muy acentuados, muy marcados en las instantáneas capturadas a cielo abierto como queriendo dar noticia de las tinieblas en que se desenvuelve el alma si no se siguen las obras corporales de misericordia que acercan, como indica el propio templo entero, al nombre de Dios, sólo por encima de la virtud teologal de la caridad.

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