Tribunales

La pareja del exagente de la Policía Local de Sevilla Casimiro Villegas escuchó durante el asalto: «Dispara y mátalo»

La sesión del juicio se ha tenido que interrumpir momentáneamente porque la testigo ha sufrido un desvanecimiento

Casimiro Villegas sentado en el banquillo a la izquierda y los acusados del asalto, a la derecha Manu Gómez

Jesús Díaz

La pareja de Casimiro Villegas , el exagente de la Policía Local de Sevilla que se enfrenta a 20 años de prisión por disparar contra las cuatro personas que asaltaron su vivienda en la madrugada del 29 de marzo de 2011, ha asegurado que durante el forcejeo que se produjo en el interior de la vivienda de ambos escuchó gritos de forma reiterada de «dispara y mátalo», temiendo por su vida y la de su pareja.

E.G., que en el momento de los hechos ya llevaba dos años de relación con Villegas, ha declarado este miércoles como testigo en el juicio que se está celebrando en la Audiencia de Sevilla contra el exagente y los cuatro asaltantes.

La mujer, que ha declarado sentada y separada por una mampara de los asaltantes, ha tenido que responder a innumerables preguntas del fiscal, su abogada, el letrado de a Villegas y a dos abogados de las defensas de los asaltantes.

Cuando ha llegado el turno de la defensa de unos de los acusados y ante la insistencia en el interrogatorio, E.F. se ha desvanecido de su asiento, cayendo al suelo y siendo levantada por el propio Casimiro Villegas y otras personas que asisten de público, que ha quedado suspendido en ese momento , retomándose media hora más tarde, tras ser atendida por el médico forense.

El abogado ha comenzado haciéndole preguntas sobre si se había casado o no con el acusado, por qué se personó más tarde a la causa o cuestiones sobre las contradicciones recogidas en sus distintas declaraciones. El interrogatorio de este abogado ha estado marcado por las interrupciones del tribunal por sus preguntas no pertinentes.

La mujer, que se encontraba durmiendo dentro de la casa cuando los otros acusados intentaron asaltar la vivienda, asegura que la experiencia fue terrorífica

Momentos antes ha relatado cómo vivió aquella noche, en la que sobre las 03.00 horas se despertó por un ruido metálico procedente del interior de la vivienda. Su pareja y el acusado que se enfrenta a una pena mayor se despertó, se levantó y subió a la planta de arriba pensando que se había dejado una ventana abierta .

Posteriormente, bajó y fue al salón de la casa, dónde, según la mujer, comenzó a escuchar gritos, golpes, porrazos. Fue «terrorífico» . Entonces oyó voces de terceros diciendo: «Dispara y mátalo». Los asaltantes, que nunca llegó a ver ni supo el número exacto, entraron por la puerta de la vivienda del salón, donde había restos de sangre.

Él volvió al dormitorio, le dije que llamará al 112 porque les estaban atacando, cogió su pistola y le pidió que se metiera en el baño. Casimiro Villegas estaba herido, con sangre en la cara y en la mano. Según ha admitido, no pudo marcar el teléfono.

Ella no vio a nadie. Sólo seguía escuchando golpes y porrazos. En ese momento, sonó la voz de su pareja diciendo: «Alto, soy policía». Y empezaron los disparos.

No había drogas ni armas

Salió del dormitorio y escuchó el acelerón de un coche y un golpe. Más disparos. « Pensé que lo habían matado ». Entonces se asomó fuera y vio en el exterior una furgoneta estampada por la parte trasera con la valla. Al tiempo llegó su pareja «con la cara descompuesta, ensagrentado y nervioso», mientras estaba aterrada de miedo.

A continuación llamaron al 112, hablando primero ella y después Villegas. Ambos fueron trasladados posteriormente en ambulancia al Hospital Virgen del Rocío. En el trayecto, el exagente le contó a su mujer que le habían disparado con una escopeta y lo habían intentado matar.

No ha recordado haberle dicho al Servicio Coordinado de Emergencias el número de asaltantes, sólo que su marido le había dicho que le atacaron dos y después entró otro con una escopeta .

Preguntada por lo qué había en el sótano de la casa, construida por el propio Villegas, E.F. ha asegurado de forma rápida que «sólo había barro, telarañas y humedad. Allí no había droga, ni armas, ni nada ».

Ha reconocido que temió por la vida de su pareja y por la suya . Tras aquella noche sufre pesadillas y está de tratamiento. Tras la interrupción provocada por el estado de la testigo, la sesión se ha reanudado.

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