Integración de discapacitados

«Ojalá me dejaran sacarme el carné de conducir para no depender de mi padre para ir al trabajo»

Elena, 25 años, es una de las empleadas más eficientes de la lavandería industrial de San Juan de Dios en Sevilla. Sus compañeros evitan que se lastime cuando le dan ataques epilépticos

Elena clasificando la ropa en la lavandería .J.M. Serrano

Jesús Álvarez

Elena , 25 años, preciosos ojos del color de la miel, es una de las mejores trabajadoras, a pesar de sus ataques epilépticos. También es una de las más reivindicativas: «Las personas con discapacidad también tenemos derecho a un trabajo y a ser lo más independientes posibles, aunque conozco a muchos universitarios en paro. Tengo una amiga con la misma discapacidad que yo que lleva nueve años buscando trabajo », asegura.

Elena ayuda a mantener a su familia porque su progenitor está desempleado. Es una de las más puntuales y a las 7 de la mañana está siempre en su puesto de trabajo. « Me gustaría que me dejaran sacarme el carné de conducir para no tener que depender de mi padre» , dice.

«Todo lo que gano es para mi madre»

Ángel tiene 41 años pero aparenta bastantes menos. Lleva trabajando aquí diez años y mantiene a su madre, con la que vive. «El dinero que gano es para ella, aunque también para pagar la luz, la bombona y los gastos de casa ». En los talleres del colegio de educación especial de San Juan de Dios aprendió carpintería, «a hacer de comer y a hacerme la cama», dice. La sonrisa le viene de fábrica y aunque habla con alguna dificultad se hace entender perfectamente. « Me considero afortunado por trabajar aquí porque sé que hay mucho paro en el mundo », dice. Sabe que fuera lo tendría muy difícil para que le contrataran.

Ángel, de 41 años, junto a una de las máquinas J.M.SERRANO

«Tengo amigos pero me falta una novia»

Raúl, de 40 años, trabaja en una calandra y tampoco aparenta la edad que tiene. Dice que con el dinero que gana ayuda a su familia «que falta le hace», pero que también le da para pagarse un gimnasio donde machaca sus músculos .

Vive con sus padres y tiene tres sobrinos a los que hace regalos. Le gusta salir con sus amigos y reconoce que le gustaría tener una novia. «Es lo que me falta» , dice con alguna dificultad pero con una sonrisa picarona. Reconoce que es muy importante que haya centros especiales de empleo como el de San Juan de Dios y lamenta que «para muchas personas los discapacitados no existamos».

«Hago un poco de todo»

Mariluz, de 47 años , es una de las más veteranas de la lavandería, donde lleva trabajando desde hace once años. Cuenta que lleva la zona del perchero y que clasifica la ropa que a las dos de la mañana se introducirá en el camión de reparto que la llevará a los hospitales de Sevilla, Bormujos, Córdoba, Jerez y Granada.

«Hago de todo un poco y estoy muy contenta con mis compañeros. El ambiente de trabajo es muy agradable y Ernesto, nuestro encargado, sabe organizarlo todo muy bien», comenta. Vive con su madre, que es viuda, y con el dinero que gana pueden llevar adelante la casa. Como casi todos ellos .

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