«Se muere menos en verano», una «obviedad constatable» según José Garzón

Este jueves por la tarde la Casa de la Provincia acoge la presentación del libro «Se muere menos en verano»

José Garzón del Peral ABC

PEDRO YBARRA

José Garzón siempre se dedicó a escribir, pero es ahora durante su jubilación cuando ve la luz su primer libro «Se muere menos en verano» , que editado por Exlibric se presentará este jueves a partir de las 19 horas en la Casa de la Provincia de Sevilla (plaza del Triunfo 1)

Su primer libro a los 75...

Siempre he sentido necesidad de escribir. Durante los años de desarrollo trabajé más de doce horas diarias; con su declive disponía de las tardes libres y decidí matricularme en Filosofía y Letras donde aprendí a diseccionar obras literarias y me lancé a escribir algunos relatos breves que jamás publiqué. Tras la jubilación dispongo de paz y tiempo, parámetros de los que anteriormente carecía.

¿Por qué se muere menos en verano?

Para dar título a la obra me he servido de una obviedad constatable con solo observar la disminución de esquelas en prensa durante los meses de verano. Esta apreciación personal la he refrendado con datos del INE: la mortalidad media en los meses de enero del periodo 1975-2015 fue un 24,8 % superior a la media de los restantes meses. Pero el título encierra otro mensaje, alude a la evolución de la vida del tío Pedro… cómo tras sufrir durante la infancia el crudo invierno, sortea en plena adolescencia todo tipo de adversidades hasta que la llegada del verano con su sol espléndido lo ilumina todo.

La fotografía de la portada...

Datada en 1890, forma parte del legado de dos mil fotografías estereoscópicas realizadas por el médico, etnógrafo y fotógrafo alicantino Arturo Cerdá y Rico quién, por motivos familiares viajó a mi pueblo, dónde contrajo matrimonio y fijó residencia. Da vida a dos niñas de corta edad y baja extracción social que esquilan madejas de esparto para extirpar los extremos punzantes.

¿Qué tiene de autobiográfico?

El libro es un relato de largo recorrido en el que predomina lo autobiográfico y se complementa con otras vivencias ajenas de las que he sido testigo; «Se muere menos en verano» podría encasillarse como una autobiografía incompleta -mutilada por respeto a personas que aún viven o sus descendientes- que se inicia en la España de las carreteras de macadam-locomotoras de vapor y finaliza en las actuales autovías-trenes AVE, ajustándose como un corsé a la propia evolución histórica del país y con fidelidad absoluta a los escenarios reales en que se producen los acontecimientos.

Portada del libro ABC

¿Qué tiene José Garzón del tío Pedro?

Tío Pedro, el protagonista, es un personaje ficticio con el que me identifico bastante, si bien mi estado de salud es mejor que el que le adjudico a él en las primeras páginas. Como Pedro, he sentido pudor al airear algunos pasajes de mi vida que hasta ahora permanecían enclaustrados y necesitaban ser liberados. En cuanto a actitud ambos son supervivientes natos, extrovertidos, osados, trabajadores, enamoradizos… profundos y superficiales al tiempo, prefieren la calidad de vida al tiempo vivido, siempre tienen presente el binomio amor-muerte como polos que se atraen y repelen.

Una sucesión de imágenes...

El llanto de la primera noche que pernocté en el Sacromonte granadino, el primer viaje en tren a Madrid, el día de junio en que descubrí que la pensión en que residí todo el curso era una casa de citas, las charlas con el Jefe de la Comunidad Ahmadia del Islam en España-vendedor de perfumes en El Rastro, un cura que se muere mientras lo desvestía al finalizar la Misa, los estigmas del Papa Clemente, el atardecer en que me llovieron sapos en la carretera, el último aprobado, mi llegada a Sevilla…

¿Qué recuerdos tiene de su infancia en Cabra del Santo Cristo? ¿se recoge alguno en el libro?

Sin duda, fueron años difíciles, la Comarca de Mágina en que se ubica mi localidad natal no destaca precisamente por su riqueza agrícola e industrial: aridez, climatología y aislamiento se confabulan para extremar la dureza del medio. A pesar de todo crecí en el seno de una familia humilde, sin carencias de ningún tipo y en un ambiente especialmente agradable. Pero no estaba ciego y conocí las Cartillas de Racionamiento, la ayuda americana en forma de leche en polvo y queso, me calenté en la escuela pública con el calor que producían las ascuas que mi madre vertía en una lata vacía de caballa, disfruté con el uso de juguetes creativos y elementales como la taba, el aro o «ladrones y civiles»… también sentí por primera vez la muerte de un ser querido y los estragos de una tormenta que dejó siete muertos. El libro recoge una evocación exhaustiva de casi todos los recuerdos de mi infancia.

¿El esfuerzo siempre tiene recompensa?

No siempre la tiene. En mi caso particular sí, pero eran otros tiempos y en la especialidad de Obras Públicas el paro no existía; para triunfar en la profesión si que se requiere no desfallecer en el esfuerzo.

Jaén, Granada, Sevilla… ¿Qué ha aprendido de vivir en provincias tan distintas?

Ciertamente son muy distintas. Desde Sevilla he constatado, en mis frecuentes viajes a las restantes, una clara aversión –totalmente injustificada- a todo lo sevillano. El jiennense está más castellanizado y el granaíno es más endogámico. Sorprende la menor carestía de vida en las ciudades orientales. Si ejercer de andaluz es defender todo lo nuestro, sí ejerzo; sin embargo no me siento identificado con los tópicos infundados.

¿Es más difícil construir una carretera o escribir un libro?

La escritura de un libro se aborda en soledad y con libertad creativa, el autor es el único responsable de su éxito o fracaso, en tanto que la construcción de carreteras requiere una planificación colectiva en todas sus fases y la aplicación de normas técnicas concretas, en consecuencia la responsabilidad es compartida. Escribir un libro es difícil.

398 páginas... ¿Cuánto tiempo ha tardado en escribirlo?

Aproximadamente tres años pero no he trabajado en él de forma continuada. Lo he escrito a mano y corregido en, al menos, cinco ocasiones.

La vida es una gran carretera...

Actualmente me documento sobre la vida en Guinea Ecuatorial siendo colonia española y en los periodos preautonómicos y autonómicos que precedieron a su independencia. Será el escenario de mi próxima novela.

Los viajes también se ven reflejados en el libro...

Sí, solamente me centro en aquellos que me impactaron como el realizado al Polo Norte a -38º o a Río de Janeiro en Carnaval. También ocupan un lugar preminente los viajes profesionales por su contenido anecdótico.

Un capítulo dedicado a las raíces sevillanas...

Me refiero a mi primer contacto con una ciudad que visitaba por primera vez y los avatares que sufrí hasta integrarme en ella. Cómo pasé de la más absoluta soledad a conocer su historia, gentes y costumbres.

¿Por qué se quedó en esta ciudad?

Poco a poco me fui encontrando cómodo, el sevillano trabajaba más que nadie y se divertía más que nadie, el tamaño de la ciudad era perfecto, el trabajo muy excitante, me rodeé de buenas amistades… lo tenía todo.

¿La ciudad ha cambiado mucho desde que llegó?

Bastante. En cuanto a infraestructuras la Expo´92 nos legó grandes ejes viarios, la SE-30 y nuevos puentes sobre la dársena y el río Guadalquivir sin olvidar el AVE con su Estación de Santa Justa y la nueva terminal del Aeropuerto Con posterioridad se peatonalizó el Centro y se construyó un tranvía; también se concluyeron en 2009 las obras de la primera línea del Metro –suspendidas en 1984-, una amplia red de carriles-bici y un anillo de tren de cercanías con sus correspondientes apeaderos. En lo cultural tenemos un maravilloso Teatro de la Maestranza, en lo turístico han proliferado establecimientos hoteleros. Y en el ámbito educativo se han creado dos nuevas universidades: una pública y otra privada.

¿Le gusta la transformación que ha sufrido?

No se pueden negar los aciertos reseñados anteriormente. La SE-30 tardó demasiado en materializarse y al final quedó engullida por la ciudad. Se perdió una ocasión única para construir un gran aparcamiento disuasorio y un intercambiador modal bajo el Prado de San Sebastián; También quedó relegada una conexión rápida entre la estación ferroviaria de Santa Justa y el Aeropuerto.

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