El rincón de...

Luis Miguel Rufino: «La ficción es la que nos mantiene vivos y a Sevilla le cabe cualquier ficción»

Acaba de ganar la III edición del premio Ciudad de Sevilla de relatos cortos. No es el primer reconocimiento

Luis Miguel Rufino M. J. López Olmedo

Félix Machuca

«Verde veronés» es el título del relato ganador que lo trae a los papeles. Qué lejos ese color del azul Murillo de Sevilla ¿no?

Sevilla es polícroma y la podemos identificar con muchos colores. Verde veronés tiene que ver con mi pretensión de que cuando escribo el texto se llene de colores, olores y sabores. Para mí los colores siempre llevan un apellido.

En cualquier caso su relato es una ficción sobre una Sevilla que también es muy ficticia. ¿Hay algo de verdad en esta ciudad?

Por supuesto. Hay mucha verdad y también mucho atrezo. Conviven con una maestría que en pocos sitios se consiguen.

Su relato parte de dos hechos extraordinarios que cambian el pulso de la ciudad: el traslado de la Agencia Europea del Medicamento a Sevilla y la llegada de empresas que abandonan Cataluña por el procés. Me encantaría que fuera así…

Y a mí. Pero lo que precisamente toco en el relato es que el cosmopolitismo y la riqueza que traerían a la ciudad no necesariamente tendrían que ser buenos para cierta manera de vivir.

¿Usted firmaría, si en su mano estuviera, un golpe de suerte como el de su relato?

Sí. Fundamentalmente porque nos llevaría a la Sevilla que alguna vez fue puerto y puerta del mundo.

Ha vivido en Miami, Londres, París y ha tenido la oportunidad de vivir en metrópolis súper desarrolladas. Pero parece que Sevilla tiene un color especial.

Para mí ha sido una alegría y una fuente de experiencia y aprendizaje haber vivido en ciudades tan ricas y cosmopolitas. Pero elegí volver a vivir en Sevilla de forma deliberada.

¿Conoce ese refrán que dice pueblo pequeño, infierno grande?

Lo conozco y lo suscribo. De pequeño pasaba los veranos en un pueblo y para mi era muy chocante aquel infierno pequeño donde vivía.

El paro nos come. La industria no existe. Y al turismo se le ataca. Esta ciudad es difícil de digerir…

Hacer industria de un día para otro es muy difícil. Nos falta cultura industrial. Sin embargo, por ser lo que somos histórica y artísticamente tenemos hecha la industria turística casi sin querer. Sería tonto despreciar el turismo cuando es casi lo único que tenemos.

¿Le molestan los chinos, los veladores y el carril bici?

No, en absoluto. Me molestan los malos modos de algunos ciclistas y la mala educación de algunos turistas. Pero eso va en el pack.

Me temo que no es nada rancio pero que hay cosas del más hondo estilo rancio que no le disgustan.

No sé cómo será ser rancio en Lérida. Pero serlo en Sevilla puede tener derivaciones aprovechables.

¿Qué prefiere un gastro bar o una taberna de serrín y cabezas de gambas en el suelo?

Según y cómo. Las gambas en el suelo no me gustan. Y en los gastrobares a veces me aburro. Sin embargo disfruto comiendo de una y otra forma.

¿Por qué la ciudad sigue dando más poetas y pintores que empresarios?

Creo que el escenario histórico y la naturaleza desbordante del paisaje y del paisanaje hace que sea más normal y natural ser poeta, pintor y músico. No quiero entrar en las formas en las que se enseñan estas materias.

Usted dejó el mundo de la empresa por el de la Universidad. ¿Qué ha aprendido dando clases?

La empresa nunca la he dejado del todo. De la universidad o de las escuelas de negocio he aprendido dos cosas fundamentalmente: que siempre tienes que estar actualizado y conviene mucho estar cerca de la gente joven para impregnarse de sus valores.

Los indicadores muestran que nuestros universitarios prefieren el funcionariado que el emprendimiento. Yo mantengo que la capitalidad andaluza nos hizo mucho daño…

La proporción de empleados públicos sobre los empleados totales en nuestra ciudad es desmesurada. Comparada con otras ciudades. Sin embargo, esa tendencia al funcionariado ha cambiado dramáticamente en los últimos diez años por culpa de la crisis económica.

¿Que Abengoa quebrara, que Airbus vuele bajo y que la Cartuja no sea el centro de I+D+i que se soñaba nos da para otra ficción literaria en la que Sevilla sea lo que es hoy?

Uffff. La ficción es lo que nos mantiene vivos. Y a Sevilla le cabe cualquier ficción.

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