El Rincón de Ricardo Librero

«En los jardines del Guadalquivir han hecho lo que en Borja con el Ecce Homo»

Es el autor del Jardín Americano y de la composición botánica que bordeaba el lago de la Exposición Universal de 1992

Ricardo Librero posa en el Jardín Americano, proyectado por él Juan Flores

Félix Machuca

Ricardo Librero fue, durante 1992, coordinador de proyectos paisajísticos de aquellas ciudad que daba servicio a 300.000 personas. Es paisajista y parece que en Sevilla, en este sentido, queda mucho por hacer.

No debe ser fácil la digestión de ver cómo dos de tus principales aportes al paisajismo local, el Jardín Americano y la solución botánica del borde del lago de la Expo, dejaron todo su esplendor en los videos, las fotos y grabaciones de hace veintisiete años.

La acidez sentimental y profesional se convierte en lucidez a la hora de analizar c ómo somos los sevillanos con nuestros parques . Esta es, quizás, una de las razones por las que Ricardo Librero, paisajista formado en Inglaterra, Estados Unidos y Francia , elige el jardín del Guadalquivir como su rincón favorito. Sevilla es la primera ciudad del mundo europeo que inaugura en la Alameda un parque público.

Le atribuyen la siguiente frase: «alquitranar los caminos de albero del parque de María Luisa es como poner Porcelanosa en la Giralda». ¿Dijo usted eso?

Sí. Y lo volvería a repetir.

¿Cómo explica una afirmación tan rotunda?

Simplemente, porque los parques son los tanques de tormentas naturales que tiene la ciudad. Si impermeabilizamos los suelos impedimos que el agua alimente el freático. Es como condenar a los árboles a pasar sed.

La verdad es que el Parque de María Luisa da para frases contundentes. No es normal la pérdida de masa arbórea registrada desde 2008 para acá.

Así es. Nosotros lo hemos denunciado profusamente en las redes. Cualquiera que se vaya a la página de Google Earth que contiene el histórico de las fotos satélites puede comprobarlo. También hemos perdido masa arbórea en toda la ciudad.

La mentalidad local no acaba de entender un parque como patrimonio. ¿Esa mentalidad también es la que hacen suya los políticos?

No todos. Los que están ahora parece que sí. Hay quienes no le dan importancia al verde y los que lo consideran simplemente como mobiliario, que se quita y pone según antojo. Actualmente estamos en este caso.

Para usted, entonces, no hay mucha diferencia entre el valor patrimonial de un edificio histórico que el de un parque como el citado.

Ninguna. En absoluta.

Es curioso que pase eso en Sevilla, la primera ciudad europea que contó con un parque público en la Alameda de Hércules.

Ni los propios sevillanos lo reconocen y es un espacio que aún hoy sigue maltratado. La Alameda de Sevilla hay que verla ya en las ciudades hispanoamericanas que la copiaron.

Parece que en vez de avanzar hemos degenerado. Pese a los muchos parques periféricos que se han inaugurado. ¿En qué estado están?

La mayoría han sido parques productos de demandas ciudadanas y de concesiones electorales desarrollados con criterios de gente que no creía en ellos. Hay algunos que están bien.

El parque del Alamillo se pone como ejemplo de sostenibilidad y mantenimiento. Pero creo que degollaron seiscientos pinos muy a la ligera.

A mi modo de ver, sí. Se cayeron algunos de los pinos y provocó una reacción por parte de los responsables que acabaron con 600 de ellos. Con más de quince años que tenían. Se pudo ser más técnico.

En el parque del Guadalquivir, que conceptualmente se basaba en las secuencias históricas de especies «populares», tampoco han respetado mucho la obra del paisajista. Vamos, que han hecho lo que en Borja con el Ecce Homo, ¿no?

Efectivamente. Es el mejor ejemplo que se puede poner. Un parque se basa en dos criterios: el trazado y la selección de especies. Si alteras cualquiera uno de esos criterios estás transformando el parque. Aquí se acostumbra a colocar lo que hay en los viveros en vez de respetar el diseño original.

Tampoco da más tranquilidad el modificado realizado sobre el mercado de la Puerta de la Carne, que acaba con la plaza pública y su arbolado y piensan colocar bajo tierra el sistema de refrigeración.

Lo de la Puerta la Carne es el escándalo de los próximos años. Aprovechar un BIC con usos culturales para ocupar una plaza pública y duplicar su superficie para usos hosteleros no deja de ser una salvajada urbanística.

¿Quién puso de moda el naranjo amargo como pieza ornamental en Sevilla?

Yo creo que en época árabe ya está vinculado al urbanismo de la ciudad.

Pero tengo entendido que es caro y que, también en este aspecto, hay árboles de centro y árboles de barrio…

También los árboles son un indicativo claro de la estratificación social de los barrios de Sevilla. Hay árboles para ricos y para pobres. Plátanos y naranjos crecen en zonas opulentas y los aligustres lo hacen en la periferia.

La desgracia paisajística más fuerte perpetrada en Sevilla, ¿cuál ha sido?

Uffff. Sin dudas, la destrucción del Jardín Americano. No por que sea mío, sino por lo que era aquello. Mi esperanza es que la situación no es irreversible.

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