Hermanas de la Cruz, un regalo de Dios al mundo

Hace 144 años nacieron las Hermanas de la Cruz. La raíz del árbol fundado por Santa Ángela sigue intacta gracias a la fidelidad de sus hijas que viven de forma radical el Evangelio y son un regalo para los pobres y enfermos

Imagen de las bodas de oro de la Compañía en 1925, cuando Santa Ángela tenía 79 años ABC

Gloria Gamito

¿Se pueden cumplir 144 años y estar actuales, responder a las necesidades de la sociedad y vivir el Evangelio de forma radical siendo fieles a la raíz, al objetivo primero? Las Hermanas de la Cruz , con su tarea de amor y de entrega sin límites y su fidelidad, demuestran que sí es posible.

Pero vayamos al origen. El 2 de agosto de 1875, festividad de la Virgen de los Ángeles, nacieron de forma oficial las Hermanas de la Cruz. Al alba, el padre Torres ofició una misa en la iglesia del Monasterio de Santa Paula a la que asistieron cuatro monjas sin hábito que querían atender a los pobres viviendo como ellos para atraerlos a Cristo. Su convento era un cuarto con derecho a cocina en un corral de vecinos de la calle San Luis .

Esa minúscula patrulla que capitaneaba una joven zapatera con años de penitencia y caridad bajo la dirección espiritual del padre Torres, llamado el santero de Sevilla, pronto fue creciendo y su labor fue reconocida de inmediato por los sevillanos que las veían como ángeles ayudando a pobres y enfermos en los corrales de vecinos, la infravivienda donde se hacinaban los más humildes.

El alma y fundadora del nuevo instituto, Ángela Guerrero González , nació en un hogar muy humilde y muy religioso. Su instrucción era escasa y con doce o trece años entró en el taller de calzado Maldonado donde fue oficiala. Desde niña se volcó en obras piadosas y su encuentro a los dieciséis años con el padre Torres fue determinante para encauzar el torrente de santidad que la llevaría a fundar, con decisión y valentía, un Instituto muy especial. Monjas con el amor y la humildad por bandera, volcadas en los pobres, viviendo como ellos y desprendidas de todo para vivir enfrente y muy cerca de Jesús en el Calvario: Las Hermanas de la Cruz. Explica Sor Ángela en sus «Escritos íntimos» que la Compañía fundada por ella «está llamada a una vida de abnegación, penitencia y caridad» y «procurará la imitación de Cristo Crucificado en pobreza, humillación y mortificación», teniendo como base la fe y la caridad.

Los pobres, sus amos y señores

En el capítulo primero de las Constituciones de la Compañía, que fueron aprobadas por San Pío X en 1908, se dice «El fin especial o distintivo de esta Congregación es promover con la divina gracia la salvación de las almas entre los pobres, a quienes las Hermanas considerarán y amarán como sus amos y señores».

Así las Hermanas de la Cruz, 144 años después de su fundación, fieles al carisma del Instituto y continuando el camino marcado por la fundadora siguen visitando enfermos y necesitados en sus casas. Les preparan la comida, los velan, los curan, los asean y les llevan el consuelo de Cristo que los ama y se preocupa por ellos. Tienen residencias para ancianas desvalidas, internados para niñas desamparadas, en los que reciben instrucción cristiana y educación para su futuro, catequesis, colegios, talleres de formación y clases de apoyo. Las puertas de sus conventos están siempre abiertas para atender a los necesitados y con su vida de amor y su entrega son sal en el mundo, testimonio de pobreza, de desprendimiento, de humildad, de vida religiosa íntegra y coherente. Así lo reconoció ante las hijas de Sor Ángela el pasado 2 de marzo el cardenal Roberts Sarah , prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que visitó la Casa Madre el día del aniversario de la muerte de la fundadora. El prelado se dirigió a las Hermanas diciendo que «viendo vuestros rostros y vuestra obra, se puede ver la santidad y la belleza de la Iglesia» y comentó que «la Iglesia de hoy necesita ver la vida de Cristo en las religiosas». Resaltó el desprendimiento total de las Hermanas, su vida de penitencia, mortificación, obediencia y continua oración: «Queréis ser ángeles que bajen del cielo a la tierra para aliviar las penas de vuestros hermanos». El cardenal Sarah destacó en la entrevista a la Delegación de Medios de Comunicación del Arzobispado: «El Evangelio es radical y estas religiosas viven la radicalidad. Ninguna quiere un Evangelio fácil. […]. Ellas viven el seguimiento a Cristo cada día en la pobreza, en la radicalidad del Evangelio. Sirviendo a la gente, con la participación en la santa misa, etc. Y a mí no me sorprende que la gente ame a estas religiosas, porque ven en ellas a Cristo.[…] Pienso que lo que toca a la gente es ver a estas religiosas que viven de modo radical, auténtico. La Iglesia debe ser esto, y creo que lo que es verdadero, auténtico, la gente lo acepta enseguida».

Con la fundación de las Hermanas de la Cruz Dios hizo un regalo al mundo, especialmente al del sufrimiento y del dolor. Las Hijas de Santa Ángela, en las cincuenta y tres casas que regentan en España, Italia y Argentina, son Evangelio vivo por las calles, y su vida de cruz, en pobreza, humildad y desprendimiento, en silencio, es faro y guía para los cristianos y la sociedad y consuelo para los necesitados.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación