25 AÑOS DE LA VISITA DEL PAPA A SEVILLA

«Cómo un Papa de la Iglesia Católica iba a ordenar a un curilla de un pueblo de la Sierra Norte de Sevilla»

José Manuel Martínez Santana celebra hoy sus bodas de plata sacerdotales. Hace 25 años, lo ordenó San Juan Pablo II...

El Papa impone sus panos sobre la cabeza de José Manuel Martínez Santana ABC

JAVIER MACÍAS

José Manuel Martínez Santana está hoy de enhorabuena. Junto con otros nueve compañeros del seminario, celebra las bodas de plata de su ordenación. Fue el propio Juan Pablo II quien le impuso las manos. Es el párroco del Cristo del Perdón, en San Pablo. El barrio donde, hace 25 años, se celebró la eucaristía, en el Palacio de los Deportes y ante nueve mil personas...

¿Cuándo se enteró de que el Papa sería quien le ordenara?

Estábamos a final de curso, antes de Semana Santa, cuando me dijeron que dentro de los actos organizativos del 45 Congreso Eucarístico Internacional íbamos a tener ordenaciones. Como estábamos termina,do el curso, desde Roma nos dijeron que probablemente nos ordenaría el Papa por esos actos, pero que fuérsamos sigilosos. La duda se fue despejando y terminó en certeza. El ultimo trimestre fue nulo, terminamos el curso antes de Semana Santa porque tuvimos que asistir a todos los eventos programados del Congreso, hasta que el 12 de junio nos ordenamos.

El abrazo que le dio el Papa ABC

¿Cómo recuerda aquel momento?

Fue de los días más grandes de mi vida. La ordenación ya de por sí es una eclosión grande. Imagínate si encima está presidida por Juan Pablo II, en Sevilla y con toda la gente que uno quiere. Éramos dos diáconos del mismo pueblo -Juan Manuel López Montero y el propio José Manuel Martínez Santana-, La Puebla de los Infantes, y prácticamente todo el pueblo estuvo allí. Éramos 37 diáconos de todo el mundo (Australia, Filipinas, Colombia...), de Andalucía veníamos de Sevilla, Cádiz, Córdoba, Granada y Jaén; y de toda España, de Madrid y Cuenca. Concelebraron 200 obispos, 140 sacerdotes... Sevilla se convirtió en el centro de la Iglesia católica.

¿Recuerda en especial alguna anécdota de la jornada?

Todo fue una pura anécdota. El Papa nos dio un abrazo personal a cada uno después de la ordenación. Cuando me llegó a mí, estaba nerviosísimo. Recuerdo el abrazo en su castellano con acento polaco: «Hijo mío, quiere mucho a la Iglesia, tu madre». Se me quedó grabado en la mente y el corazón. Lo tengo como lema de mi sacerdocio. Desde entonces he seguido siempre a Juan Pablo II, una figura entrañable, querida y de devocion, pero también un hombre cercano y amistoso. Aquella ceremonia fue entrañable y no porque estuviera el Papa fue fría. Todo lo contrario. Se respiraba espiritualidad. La Iglesia se palpaba, se sentía. La gente vibrando de júbilo... eran las familias de los ordennandos.

¿Qué representa San Juan Pablo II para usted?

Antes era una figura lejana, inalcanzable. Después de eso, cercano, agradable, sencillo. Un servidor de Cristo y un ejemplo a seguir. Después de la ordenación he estado en varios eventos, como cuando lo proclamaron santo. Cuando he ido a San Pedro, en el Vaticano, he intentado celebrar misa en su altar.

¿Cómo vive estos días?

Este martes celebraremos una misa íntima en la parroquia de San Pedro. Estaremos todos los que fuimos ordenados entonces y concelebraremos junto a Don Juan José. Sigo pensando que fue un gran regalo de Dios. ¡Cómo un Papa de la Iglesia católica puede ordenar a un curilla de pueblo de la Sierra Norte!

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