El Ateneo de Sevilla rinde el primer homenaje póstumo a Julio Manuel de la Rosa

«La última batalla», su última novela, se presentó este miércoles ante amigos y familiares

Foto de familia del homenaje a Julio Manuel de la Rosa celebrado ayer en el Ateneo RAÚL DOBLADO

PEDRO YBARRA

Nadie podía haber imaginado que el 14 de marzo , fecha reservada desde el mes de noviembre en el Ateneo para la presentación de la última novela de Julio de la Rosa —como ya anunció ABC—, se convirtiera en el primer homenaje al sevillano tras su reciente fallecimiento el pasado 7 de febrero .

Como si de un título profético se tratase, «La última batalla» se ha convertido en su última novela publicada por la editorial Anantes y presentada con la ausencia de su autor en este sentido homenaje. La de ayer fue una tarde «fea» para asistir a un «acto precioso en el que todos vamos a poner el corazón», según las palabras del presidente del Ateneo, Alberto Máximo Pérez Calero , que quiso comenzar el homenaje recordando la cita de Federico Rubio cuando decía «no muere el que volviendo al barro del que procede continúa haciendo el bien más alla de su tiempo», dijo.

De Julio Manuel de la Rosa se dijo que «mantuvo siempre la exigencia de la literatura como forma de vida y ética» . «Era un excelente profesor de Literatura y Redacción », como también recordó el vocal de Literatura del Ateneo, José Vallecillo , destacando también la época luminosa de los «Narraluces» , como la «época de verdadero esplendor de la narrativa andaluza» y de este « escritor sevillano y andaluz de primer orden cuya obra deberá ocupar siempre el lugar que le corresponde dentro de la narrativa española de los siglos XX y XXI, y que la narrativa andaluza debe reivindicar ahora».

La periodista, escritora y colaboradora de ABC, Eva Díaz Pérez , definió a De la Rosa como «un auténtico maestro» que tuvo la «mala suerte» de no tenerlo como profesor al estudiar Periodismo en la Facultad. «Fue para mí el maestro que siempre anhelé, la persona que me conectaba con el pasado y que siempre me advertía que tuviera paciencia» . Emocionada, Díaz Pérez recordaba la última entrevista que publicó «al gran maestro» el pasado mes de enero en la que le enseñó la importancia del tiempo y de la «literatura de verdad ajena a lo comercial», dijo.

«Brújula literaria»

Díaz Pérez recordó el libro que le dedicó a Alfonso Grosso , «donde está contada su vida» en realidad, a falta de memorias. Acabó su intervención compartiendo con los asistentes las anotaciones sobre la vida del narrador que le entregó Julio para realizar la entrevista. «Persona generosa con la gente joven, era una «brújula literaria de las que se echa de menos y creo que esta ciudad echará de menos», añadió.

El catedrático de Instituto y escritor, Francisco Núñez Roldán quiso dejar constancia de que nos había dejado «un ciudadano que se mereció mucho mejor trato en vida de la ciudad oficiosa y oficial». «Trabajador serio» que «sudaba sus textos» de los que destacó «su piedad por el género humano».

Ignacio Arrabal , de la editorial Anantes, «es un lujo, un placer y un honor haber publicado este libro». El mejor homenaje que todos le podemos hacer es recordarlo como persona y leerlo como escritor», añadió. A continuación tomó la palabra el catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, Rogelio Reyes , que quiso «expresar mi admiración por la obra de Julio de la Rosa y mi admiración por la persona», con quien coincidió en una «guerra cernudiana» ante la venta de la casa de Cernuda en la calle Acetres y ante el peligro de su desaparición y la de la «interconexión» de la casa natal del poeta, «trasvasada» poéticamente a «Ocnos».

Destacó que «Julio tenía una personalidad muy dfinidad , muy distintiva y muy diferenciada dentro del elecon de narradores». Utilizó una frase de Nietzsche , «Filólogo es aquel que lee con lentitud y amor», frase magistral que aplicaría a la escritura de Julio de la Rosa, que «escribía con lentitud y amor, porque hay un trasvase permante entre la escritura y la lectura», dijo. Dijo de Julio que era «un hombre sosegado y sereno» , escribía también «con ese amor a la palabra implícito en la definición». «Lo admiré desde muy joven», aunque reconocío no ser amigo en «sentido estricto», aunque coincidíamos en «sintonía de gustos» como «pasiones extraliterarias compartidas» como el toreo del maestro Curro Romero .

«Julio era u n hombre de muchos saberes, muchas lecturas y muchas claves literarias, pero de ningún alarde », señalaba, a la vez que destacaba su «sosiego vital». «Era cernudiano desde el primer día. Su admiración por el poeta fue grande. Se gestó y se hizo explícita cuando todavía nadie hablaba de Cernuda en Sevilla», reconoció. Para finalizar recordó las cartas de Cernuda que De la Rosa publicó en su libro «Luis Cernuda inédito»

«La última batalla»

Su última novela « encierra todas las novelas de Julio y muestra el peso del autor en su madurez, una de las que más será recordada», según dijo Vallecillo .

«Una novela exquisita», en la que «además de su maravillosa literatura, queda esa facilidad para crear atmósferas , en la que no termina de explicarlo todo, sino que se sugiere y deja que el lector interprete», añadió Díaz Pérez . «Siempre que terminaba de leer una novela de Julio quedaba con la novela en el recuerdo, y eso sólo lo consiguen los grandes autores», dijo.

Para Núñez Roldán , el protagonista es «un hombre que representa a todos los hombres que sufren. Una novela absolutamente antibelicista, enormemente humana, muy abierta, con esa piedad tan inmensa hacia cualquier persona que sufre», añadió.

Ante sus hijos, nietos, escritores y amigos, el presidente del Ateneo quiso cerró emocionado el que se ha convertido en el primer homenaje a Julio Manuel de la Rosa .

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