Cuando el pez cebra es  infectado con Mycobacterium marinum (azul), las células inmunes (rojo) rodean rápidamente las bacterias para formar pepitas bien organizados llamados granulomas. En pocos días, los vasos sanguíneos (verdes) comienzan a brotar en y alrededor de estas pequeñas bolas de células.
Cuando el pez cebra es infectado con Mycobacterium marinum (azul), las células inmunes (rojo) rodean rápidamente las bacterias para formar pepitas bien organizados llamados granulomas. En pocos días, los vasos sanguíneos (verdes) comienzan a brotar en y alrededor de estas pequeñas bolas de células. - Stefan Oehlers

Fármacos para el cáncer se muestran eficaces en la tuberculosis

Los agentes antiangiogénicos bloquean la formación de nuevos vasos sanguíneos que la bacteria utiliza para infectar el organismo

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Bloquear los mecanismos para que la bacteria de la tuberculosis se propague por el organismo podría ser una buena opción para tratar esta enfermedad. Se trata, asegura un trabajo que se publica en « Nature Medicine», de impedir el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos, llamados granulomas, que se encargan de proporcionar oxígeno fresco y una salida para la bacteria de la tuberculosis que han infectado el organismo. Los investigadores han probado su estrategia con fármacos antiangiogénicos y han visto que se podía reducir de forma efectiva el número de bacterias, limitar su propagación fuera de granulomas y aumentar la supervivencia de los animales infectados.

«La angiogénesis es una respuesta del huésped que puede estar desencadenada los por granulomas, y la bacteria de la tuberculosis se aproveche de ella para crecer y mantener un suministro suficiente de oxígeno, y en última instancia, para extenderse», explica David M.

Tobin, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke (EE.UU.). Creemos, añade, que «los agentes antiangiogénicos, utilizados para el cáncer, podrían ser una nueva vía para el tratamiento de la tuberculosis». Este tipo de terapia sería particularmente eficaz en casos de tuberculosis resistente a múltiples fármacos en los que los regímenes de antibióticos actuales fallan.

La tuberculosis es la principal causa de muerte por enfermedades infecciosas en todo el mundo, sólo superada por el VIH y el sida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2013 9 millones de personas desarrollan tuberculosis y 1,5 millones fallecieron a causa de la enfermedad. Y a pesar de que hay distintos regímenes de medicamentos aprobados para el tratamiento de la enfermedad, los tratamientos son a largo plazo, tóxicos e ineficaces contra las cepas más resistentes a los medicamentos.

Terapias alternativas

Ello ha hecho que la búsqueda de terapias alternativas para tratar este enfermedad infecciosa sea constante. En esta ocasión los investigadores han trabajado con el pez cebra al que infectaron con el ‘Mycobacterium marinum’, un primo cercano a ‘Mycobacterium tuberculosis’, la bacteria que causa la tuberculosis en los humanos. Y aunque los peces no tienen pulmones, sí desarrollan granulomas que son estructuralmente similares a los encontrados en pacientes con tuberculosis.

Debido a que el pez cebra es transparente hasta la edad adulta, los investigadores pudieron etiquetar las bacterias, células inmunes y vasos con marcas fluorescentes de diferentes colores y luego seguir la infección de tuberculosis en el tiempo. Así vieron que cuando se infectaba al pez cebra con Mycobacterium marinum, las células inmunes rodeaban rápidamente a las bacterias para formar granulomas bien organizados. En cuestión de días, brotaron vasos sanguíneos en y alrededor de estas pequeñas bolas de células. Estos nuevos vasos estaban funcionando al igual que lo hacen los vasos sanguíneos que trasportan los glóbulos rojos.

¿Qué pasaría si se bloqueara la formación de estos vasos? Los investigadores trataron a los animales con dos fármacos antiangiogénicos: semaxinib y pazopanib, que ya se utilizan para tratar el cáncer, y vieron que al suprimir el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos reducían también el número de bacterias y limitaban la propagación de la tuberculosis fuera de los granulomas. De hecho, los animales tratados con pazopanib triplicaron su tasa de supervivencia. Además, los fármacos antiangiogénicos también aumentaron la eficacia de rifampicina, un fármaco antituberculoso de primera línea.

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