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La doble respuesta del corazón tras un infarto sugiere una revisión de las terapias

El estudio derrumba un dogma clásico según el cual tras un infarto existía una reparación progresiva del miocardio

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Al contrario de lo que pensaba, tras un infarto el corazón no tiene un comportamiento homogéneo, sino que tiene dos fases bien diferenciadas. Lo acaba de demostrar un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y la información, que se publica en « Journal of the American College of Cardiology», no solo altera el paradigma clásico de los efectos del infarto, sino que puede cambiar el tratamiento de esta enfermedad cardiovascular con una de las tasas de mortalidad más elevadas, explica a ABC Borja Ibáñez, coordinador del trabajo.

El corazón, señala Ibañez, reacciona al infarto de una manera muy diferente a como se pensaba hasta el momento. Hasta este trabajo se daba por hecho que inmediatamente después de un infarto se producía una reacción edematosa (incremento del contenido de agua y células inflamatorias) en el tejido infartado y que ésta permanecía estable durante al menos 1 semana, que posteriormente desaparecía de forma progresiva.

Ahora, señala, mediantes técnicas de imagen, «hemos demostrado que el corazón reacciona en dos fases muy bien diferenciadas y separadas en el tiempo».

Para Ibáñez, estas información puede ser muy «relevante», ya que podría cambiar el tratamiento actual del infarto. Es decir, explica, «hasta ahora, como se desconocía que había dos situaciones muy diferenciadas, los tratamientos iban dirigidos a la primera fase, la única que se conocía, y es posible que haya que replantearse este hecho y disponer de terapias para cada una de las dos etapas». De hecho, este mismo equipo ya había visto que la administración de un medicamento barato, el metropolol, en una única dosis muy precoz era más eficaz que hacerlo más tarde. «Vimos que el uso precoz de metropolol durante el traslado en ambulancia al hospital lograba una reducción del daño de casi un 25%». Un dato fundamental, porque el tamaño de la lesión cardiaca predice los resultados en el paciente y, cuanto más grande sea, mayor probabilidad de que sufran complicaciones como insuficiencia cardiaca, arritmias e incluso la muerte al cabo de unos meses.

El doble de tamaño

Ahora, trabajando en corazones de cerdos, un modelo muy similar al humano, los investigadores han visto que el tejido miocárdico tiene una reacción inicial muy aguda, caracterizada por el desarrollo inmediato de una reacción edematosa que hace que el tejido infartado duplique su volumen en pocos minutos. Lo que sorprendió a los investigadores es que dicha reacción inflamatoria tan aguda desaparecía en menos de 24 horas, momento en el que ni la resonancia magnética ni la anatomía patológica eran capaces de visualizar restos de ella. Pero lo más sorprendente fue que, cuatro días después del infarto, el tejido cardiaco sufre una nueva reacción edematosa/inflamatoria, que vuelve a hacerse máxima una semana después del evento. La intensidad de esta segunda reacción al séptimo díaes tan intensa como en el primer momento agudo. Señala el investigador que no hubiesen realizado estudios de imagen en diferentes puntos durante esto primeros siete días, se hubiera perdido este patrón y se hubiese continuado creyendo que el dogma clásico es el correcto, añade Ibánez, que trabaja en Hospital Clínico de Madrid.

Terapia personalizada

Este trabajo tiene implicaciones clínicas inmediatas que afectan no sólo a ensayos clínicos en marcha, sino a futuros estudios que puedan enfocarse en la modulación y posible tratamiento de estas dos reacciones independientes. El descubrimiento de dos reacciones diferenciadas y posiblemente de diferente origen, señala Ibánez, abre la puerta a nuevos tratamientos: «Se deberían aplicar terapias orientadas a bloquear selectivamente una u otra reacción edematosa/inflamatoria en momentos diferentes tras el infarto, algo contrario a lo que se realiza hoy en día, cuando los pacientes son tratados de manera similar durante todo el periodo post-infarto». Esto, apunta el cardiólogo, va en línea con el desarrollo de medicina personalizada. «Cada paciente, cada infarto, es diferente, y por lo tanto debe recibir una terapia personalizada».

La investigación, que se presenta en la la Reunión Anual de la Asociación Americana del Corazón (AHA), es el resultado de una línea de investigación que comenzó hace más de 8 años en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York. En 2007, el equipo investigador implementó unas nuevas secuencias de resonancia magnética para visualizar el edema post-infarto. Inicialmente observaron que esta reacción inflamatoria era detectada de manera muy diferente en función del día post-infarto en el que se realizaba el estudio. «Entonces atribuimos estas diferencias a problemas técnicos de la implementación de estas secuencias nuevas de resonancia magnética, ya que el dogma establecido de la reacción del corazón tras un infarto dictaba que ésta debía ser estable durante al menos 10 días», añade Ibáñez..

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