El vapor de los e-cigarrilos no es inocuo, sino tóxico
El vapor de los e-cigarrilos no es inocuo, sino tóxico - PIXABAY
E-CIGARRILLOS

El vapor de los e-cigarrillos contiene nicotina que se deposita en todas las superficies

La mayoría de la población sabe que el vapor de los e-cigarrillos es tóxico, pero muchos ‘vapeadores’ no evitan fumar en su domicilio delante de sus hijos

MADRID Actualizado: Guardar
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A día de hoy todavía existe una gran controversia sobre la eficacia de los cigarrillos electrónicos –o ‘e-cigarrillos’– para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. Un debate que, cuando menos entre los ciudadanos de a pie, se acompaña de la discusión sobre la idoneidad o no de restringir el uso de los e-cigarrillos en los locales públicos. Y es que contrariamente a como sucede con los médicos, que parecen tenerlo bastante claro, la población no parece ser del todo consciente de los perjuicios que conlleva la inhalación del vapor de estos productos. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Mississippi en Starkville (EE.UU.) muestra que menos de una tercera parte de los estadounidenses sabe que el vapor de los e-cigarrillos contiene nicotina que se acaba adhiriendo se adhieren a todo tipo de superficies –desde la ropa a las alfombras y los asientos de los coches.

Como explica Robert McMillen, director de esta investigación que se presentará en el marco de la Conferencia y Exhibición Nacional 2016 de la Academia Americana de Pediatría (AAP) que se va a celebrar este fin de semana en San Francisco (EE.UU.), «los e-cigarrillos no emiten vapor de agua inocuo, sino un aerosol tóxico. Desgraciadamente, la mayoría de los padres no son conscientes de los riesgos que conlleva la exposición a este vapor para sus niños, por lo que no adoptan medidas para proteger a los niños en sus propios domicilios».

No son inocuos

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron las respuestas aportadas por 3.070 adultos participantes en la Encuesta de Opinión Pública sobre el Control del Tabaco realizada el pasado año en Estados Unidos.

De acuerdo con los resultados, el 68% de los estadounidenses no permite el uso de los e-cigarrillos en sus hogares, y el 77% lo tienen tajantemente prohibido en sus vehículos. Además, hasta un 84% de los encuestados consideró que los e-cigarrillos no deberían estar permitidos en aquellos lugares en los que ya se ha prohibido el consumo de tabaco convencional. Y de la misma manera, el 74% percibió como ‘inaceptable’ el uso de cigarrillos electrónicos por los padres delante de sus hijos.

La mayoría de los padres no son conscientes de los riesgos que conlleva la exposición al vapor de los e-cigarrillos para sus niños
Robert McMillen

En consecuencia, y atendiendo a los resultados de la encuesta, parece que los estadounidenses son conscientes de que estos productos no son, ni mucho menos, completamente inocuos. Sin embargo, los resultados no acaban ahí y denotan que, asimismo, algunos de los aspectos relativos a la toxicidad de los e-cigarrillos siguen siendo ignorados por una gran parte de la población.

Como indica Robert McMillen, «muchos adultos tenían una percepción errónea sobre el daño potencial de los e-cigarrillos. Y es que si bien hasta un 37% creía que el vapor exhalado contiene nicotina y que el uso de los e-cigarrillos en lugares cerrados conllevaba que la nicotina acabara depositándose en las superficies, más de la mitad de los encuestados reconoció desconocer esta realidad».

Es más; el porcentaje, de un 44%, de encuestados que sabía que el consumo de e-cigarrillos supone exponer a los niños a la nicotina fue inferior al de aquellos que ‘no lo sabían’ –un 46%.

No en mi casa

Y llegados a este punto, ¿cuál era el factor decisivo para que los encuestados aceptaran o no el uso de e-cigarrillos en los lugares cerrados, ya fueran públicos o privados como los propios domicilios? Pues básicamente, la edad. Y es que las personas con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años eran menos proclives a prohibir el vapeo en sus domicilios y a apoyar las leyes que restringen su uso. Una tendencia que también se observó entre los adultos sin hijos, los varones y, como cabría esperar, los consumidores tanto de e-cigarrillos como de tabaco convencional.

Como indican los autores, «los fumadores, los usuarios de cigarrillos electrónicos y los adultos con un bajo nivel educativo fueron los menos proclives a pensar que estos productos pudieran suponer un peligro para los niños. Por el contrario, las personas más mayores y los adultos que conviven con sus hijos tienden a mostrar menores niveles de incertidumbre acerca de los riesgos potenciales».

En definitiva, concluye Robert McMillen, «nuestros resultados suponen una oportunidad para educar a los padres sobre los riesgos tóxicos de la exposición a los aerosoles de los e-cigarrillos y para aconsejarlos que mantengan sus hogares y vehículos libres tanto del humo del tabaco como de las emisiones de los e-cigarrillos».

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