El Rocío 2019

La Virgen del Rocío estrena un conjunto de piezas con motivo del Centenario

Corona, traje y manto, tanta devoción como simbolismo

Imagen del manto de la Virgen M.A.J.

M. A. Jiménez / M. Humanes

Más allá de la riqueza de los materiales, del tiempo que los artesanos han empleado en elaborar las primorosas piezas o del valor económico que pueda tener el flamante conjunto, el traje, el rostrillo, el manto y la corona que ya luce la Blanca Paloma en su paso de plata rematado con bambalinas suponen un compendio de información que podrá ser interpretada por las futuras generaciones y que constituye el epítome de toda una era de la devoción rociera.

Así, sin necesidad de refuerzo documental alguno, sólo con unas nociones básicas de la historia de esta manifestación de fe mariana, quien contempla el manto confeccionado sobre seda y tisú de plata y compuesto por más de 2000 piezas bordadas en oro fino en el taller del jerezano Fernando Calderón encontrará referencias temporales –el escudo del actual Papa Francisco y de la casa del Rey Felipe VI –, así como los de la Hermandad Matriz, la Villa de Almonte, de la que es Patrona la Blanca Paloma y de la ciudad de Jerez, que ha sufragado y donado todo el terno a través de entidades como el Ayuntamiento o la Hermandad del Rocío de la localidad gaditana y de particulares, como el propio Fernando Calderón.

Muy especiales las alusiones al Papa Juan Pablo II, que aporta su escudo al manto y también la célebre frase «Que todo el mundo sea rociero», un llamamiento que pronunció hace 25 años desde el balcón del Santuario y que es ya un emblema del espaldarazo que supuso la visita del Santo a la fe rociera.

Además de las referencias espaciotemporales, el manto aglutina otros elementos simbólicos propios de la advocación, como el Rocío del Cielo, las llamaradas que evocan Pentecostés o las ráfagas sobre los hombros , con los que se ha querido aludir a la visión apocalíptica de la Virgen María como mujer vestida de sol.

La huella de Muñoz y Pabón

No deja atrás la aportación imprescindible del que está considerado como el artífice de la Coronación Canónica de la Virgen del Rocío, el religioso, literato y humanista hinojero Juan Francisco Muñoz y Pabón, quien aprovechó su posición social para promover el hito que se materializaría el 8 de junio de 1919, cuando el cardenal Almaraz colocó sobre la cabeza de la Patrona de Almonte la presea de Reina.

El terno recoge así una de las aportaciones más populares del religioso, las sevillanas «La Virgen del Rocío no es obra humana», que pueden cantarse siguiendo el ribete del manto. La primera estrofa aparece en el traje, que contiene en el corpiño, en un destello, la frase del Evangelio de Pentecostés «Recibid el Espíritu Santo», que hábilmente los artesanos han ubicado justo detrás de la cabeza del Niño.

Pabellones y lazos

Como colofón, todo el conjunto está repleto de pabellones y de lazos, que como explicó Fernando Calderón el día de la bendición del traje, ya simbolizaban en la antigua Roma riqueza y prosperidad, entendidas aquí como riqueza de fe .

Tanto en el manto como en el traje, hay posadas mariposas como alegoría del sueño cumplido. En el caso del vestido, mariposas bordadas en seda, exentas. En el manto, broches de tembladera cuajados de piedras preciosas.

También la que es conocida como Corona de Amor, cincelada en la orfebrería de los Hermanos Delgado de Sevilla , está plagada de imágenes alusivas a la advocación y a la historia de la devoción rociera. Formada por dos piezas –el canasto como corona de Reina del cielo y la tierra y el resplandor como luz divina–, está muy marcada por el color rojo de los rubíes, color litúrgico de Pentecostés.

El canasto está dividido en ocho caras y ocho pilastras, y contiene pequeñas hornacinas que representan letanías lauretanas. Las pilastras están rematadas por jarras de azucenas, que simbolizan la pureza de la Virgen y como ocurre con el manto, contiene también el escudo de San Juan Pablo II, el de la Hermandad Matriz y el de la Villa de Almonte, en memoria del Patronazgo. Asimismo, aparecen los dogmas de la Virgen María.

El resplandor de esta corona que es producto de la generosidad de miles de devotos en toda España y de la iniciativa y la gestión de la Comisión de las Hermandades para la Corona, presenta, en el centro del dibujo, compuesto por moldurillas y hornacinas , al Espíritu Santo, que se posa sobre la Tierra. A cada lado, los bustos y atributos de los doce apóstoles.

El conjunto supone una tributo histórico a la Virgen del Rocío en el Centenario de su Coronación Canónica.

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