El Rocío 2019

El camino de... Moguer: El nombre de Huelva

Tribuna del periodista Francisco Robles

Hermandad de Huelva ABC

Francisco Robles

La comida que recrea y enamora, los botellines que te traen los amigos, el abrazo emocionado de los que te quieren, la compañía de quien te ha traído al Rocío, el café con hielo para el camino, la salida de la aldea por el camino de las Tinajas y el barrio de las Gallinas , la arena esparcida por el suelo, los relojes rotos, el sol inmisericorde, un silencio de coto al otro lado de los espinos, los primeros romeros que se han adelantado a la hermandad de Cartaya, la sombra que alivia los tramos bajo los árboles piadosos, el agua racionada y recalentada, ya queda menos para la charca que es la Charca, aún no lo sabes, pero la charca es la Charca cuando llega el Simpecado y se detiene en sus aguas detenidas, la leve pendiente donde se arraciman los que no quieren perderse el instante, jinetes a caballo con chaquetilla de color blanco y arena, todo se va ligando en una oración interminable, como el rosario que le rezan al Simpecado por tramos o misterios, Dios te salve María, los mulos descansan, el Señor es contigo, se respira un silencio mineral roto por las voces que susurran, bendita tú eres entre todas las mujeres, ahora el silencio se mete en las venas como el polvo en los pulmones, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, y el cronista se derrumba al escuchar ese nombre del Hijo y de su hijo, Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores , como si pudiera hacer otra cosa desde que el mundo es mundo, ahora y en la hora de nuestra muerte, cuando dejemos de ver esa luz catedralicia que se cuela por el túnel vegetal que atraviesan los romeros, esa luz de vidriera encendida, de fuego de Pentecostés que arde en las voces de Manguara , esa luz que tizna los rostros de los peregrinos de Verdad, con mayúscula, los que van detrás de la plata labrada que contrasta con la altivez espontánea de los pinos, de los arbotantes que sostienen el templo de la naturaleza por el que discurre esta juanramoniana maravilla, por el camino de Moguer, como si el poeta fuera a revivir en ese polvo pegado literalmente al rostro de esos mineros que siguen a la Virgen perforando las galerías machadianas del alma , y se reza la Salve, y se dan los vivas a los vivos y a los muertos, y los caballos rompen el cristal de la charca como haría Platero si estuviera aquí, y otra vez el camino, y la sed de agua y de eternidad, y el nombre de la madre repetido en el escalofrío de la mano que te lleva, y los amigos guardándote las espaldas del miedo y de la angustia, y la felicidad clavada como un dardo que nadie va a quitarte nunca, porque ahora puedes decir que ha empezado tu Rocío por dentro, ahora que llevas en tu rostro —polvo, sudor y plata— el nombre de Huelva.

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