UTRERA

La plegaria a Consolación, un auténtico himno para todos los utreranos creado por Enrique Montoya

El talentoso artista utrerano creó esta canción al sentir la nostalgia de su tierra cuando trabajaba en tierras americanas

Enrique Montoya, con la guitarra, junto a Curro de Utrera en el santuario de Consolación E.M.

Alberto Flores

Hace 25 años, el 28 de julio de 1993, se apagaba demasiado pronto una de las mejores voces que ha dado nunca el panorama musical utrerano. Con Enrique Montoya se marchaba un artista de los pies a la cabeza, un auténtico señor que fue capaz de labrarse una extraordinaria carrera partiendo desde la nada, una persona que entró directamente en el lugar más importante de varias generaciones de utreranos gracias a una interpretación por la que parece que no pasa el tiempo y que en cierta forma se ha convertido en el himno de Utrera , la «Plegaria a Consolación».

La llegada de la feria, vuelve a situar a la patrona de Utrera en el centro del imaginario utrerano. Aquellos que viven fuera de la localidad hacen lo posible por retornar para estar al menos unos minutos a solas en el santuario con la «del barquito en la mano» , e incluso los que no pueden volver a su tierra, apenas pueden contener el nudo que les atenaza la garganta cuando escuchan el sentimiento con el que Enrique le rezó a su Virgen y con el que fue capaz de resumir todo lo que significa nacer en Utrera.

Enrique Montoya fue capaz de plasmar en un puñado de versos y estrofas, todo lo que significa ser utrerano. Eso, su enorme corazón, el reconocimiento de los más grandes artistas de su generación y una carrera plagada de innumerables éxitos, le ha granjeado un lugar muy especial en el olimpo de los artistas utreranos, y ha permitido que aunque se fuera hace ahora 25 años, su espíritu nunca se marchara y siempre se haga presente cada vez que vuelven a sonar los acordes de la plegaria que lo hizo inmortal.

La nostalgia de la tierra

Los comienzos en el mundo de la música para Enrique Montoya no fueron nada fáciles, por lo que en la década de los cincuenta tuvo que tomar la difícil decisión de abandonar su Utrera natal para aventurarse en giras por medio mundo. Entre los años 1956 y 1959, lo encontramos en Cuba , hasta que estalla la revolución castrista y los artistas como Enrique tuvieron que buscar otros destinos. En el caso del utrerano primero recaló en Puerto Rico y posteriormente en Estados Unidos, donde trabó amistad con músicos como el guitarrista Agustín Castellón, más conocido como «Sabicas», considerado como uno de los auténticos impulsores de la internacionalización del flamenco.

Es en estos años de exilio profesional cuando empieza a germinar en la creativa mente de Enrique la posibilidad de crear algún homenaje musical a su tierra, ya que al estar a miles de kilómetros de distancia, sentía mucha nostalgia de Utrera. «Él siempre fue muy devoto de la Virgen de Consolación, cuando volvía después de estar actuando donde fuera, aunque sólo fueran unos minutos, después de abrazarnos, lo primero que hacía era ir al santuario a ver a la Virgen» , cuenta con el brillo en la mirada su hijo, Enrique Montoya «Candela».

Tras su aventura en tierras americanas, Enrique Montoya volvía a España, con la idea ya en la cabeza de grabar ese homenaje sonoro a su tierra y a su Virgen que había fraguado en los días en los que estaba fuera de Utrera. Primero fue el turno de uno de sus temas más conocidos, «Esperanza», para en el año 1961 grabar la que sería la primera y más conocida versión de la «Plegaria a Consolación» , que rápidamente se iba a convertir en una de las canciones más especiales para los utreranos.

La plegaria formó parte del repertorio de Enrique Montoya durante muchos años

«Mi padre cogió algunos versos de los hermanos Álvarez Quintero y sobre ellos, añadiendo apuntes propios, compuso la plegaria, que con el paso del tiempo se ha convertido en cierta forma en el himno de Utrera», explica su hijo. Aunque la óptica del tiempo no nos permita analizar el fenómeno en su justa medida, resulta llamativo como una canción de claro contenido religioso, pasó a formar parte de manera imprescindible del repertorio de Enrique Montoya y en todas las salas y recintos en los que actuaba, siempre había una voz que saltaba y pedía la plegaria , ante la que el auditorio terminaba emocionado.

Antes de la composición que Enrique hiciera famosa, ya existía una versión musical de la plegaria, con letra de los hermanos Álvarez Quintero y con música del maestro Francisco Guerrero, que vio la luz en la década de los cuarenta, pero que no llegó nunca a calar en el público . Montoya fue capaz de crear una plegaria que llegó a los utreranos y que pronto se convirtió en un patrimonio del pueblo.

Un fenómeno que no pasó desapercibido para las autoridades eclesiásticas, ya que como indica el propio Enrique Montoya «Candela», que fue invitado a cantar la plegaria en la catedral de Sevilla, el propio cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, llegó a decir en esta celebración religiosa que «mi padre fue el único artista del mundo capaz de cantar una canción religiosa en un espectáculo de cabaret y de variedades», un hecho que indica que la plegaria trascendía el ámbito puramente religioso para convertirse en una letra capaz de alcanzar el alma de los oyentes, algo que hoy en día sería casi impensable.

Un bello legado

Como explica su propio hijo «mi padre siempre fue muy querido en Utrera, porque nunca fue capaz de decirle a nadie que no y porque se portó muy bien con todo el mundo ». Una realidad objetiva, porque fue precisamente el pueblo el que se movió de manera enérgica para sufragar el coste económico que supuso la construcción del monumento que recuerda al artista en plena plaza de la Constitución, creado por el escultor utrerano Salvador García.

Enrique Montoya tenía una sensibilidad muy especial que era de capaz de transmitir con su arte a todos los que tuvieron la suerte de escucharlo en directo y una forma mágica de entender Utrera que tuvo el talento necesario para plasmarla en la plegaria que aún hoy sigue estremeciendo a todos los que la escuchan. « He llorado muchas veces escuchando cantar a mi padre , él lo daba absolutamente todo, cantaba con mucho sentimiento», cuenta Enrique Montoya «Candela».

Una composición que no se escucha igual según las circunstancias personales que atraviese cada utrerano, y que se siente de una manera distinta por parte de aquellos que por las razones que sean, se encuentran fuera de Utrera cuando llega cada 8 de septiembre . Una composición que ha sido capaz de captar como ninguna otra el alma de Utrera, en cuyo centro se encuentra sin duda alguna la Virgen de Consolación.

Son demasiadas ferias de Utrera ya sin la voz que mejor rezó a la Virgen de Consolación y que llevó con mayor orgullo el nombre de Utrera fuera de sus fronteras, una voz que se apagó en la tierra en 1993 , para seguir sonando con más fuerza aún en todos los escenarios celestiales y en el corazón de cada utrerano.

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