Utrera

El manantial de la Ventosilla, un oasis en plena campiña utrerana

Desde tiempo inmemoriales esta fuente ha servido para saciar la sed de ganados y caminantes

El agua ha manado de manera natural desde hace siglos en el manantial de La Ventosilla de Utrera A.F.

Alberto Flores

A una decena de kilómetros del casco urbano de Utrera , en la finca del mismo nombre, se encuentra el manantial de «La Ventosilla», un auténtico oasis en mitad de la campiña utrerana, que se convierte en un elemento perfecto para vibrar con la magia propia de la naturaleza y sus misterios. En una tierra, como es la propia del término municipal utrerano -que no destaca por su frondosidad, humedad y verdor- la aparición de vegetación en una zona principalmente árida, ofrece las primeras pistas al caminante de que va a toparse con algo excepcional. No es otra cosa que el sorprendente manantial de «La Ventosilla» , un lugar muy frecuentado desde hace varios siglos por todo tipo de rebaños de animales, agricultores y caminantes que saciaban su sed en este destacado manantial.

La fuente, en la que siempre brota gran cantidad de agua independientemente de la estación del año en la que nos encontremos, está dotada de un gran abrevadero, por lo que toda la zona se constituía desde tiempos antiguos en un descansadero perfecto para la trashumancia del ganado, en una parada obligada en las grandes rutas ganaderas que atravesaban todo el término municipal utrerana. Las aguas vienen del subsuelo, pertenecen a la cuenca del Guadalquivir y a la subcuenca del arroyo « El Salado de Morón » y discurren por rocas calcarenitas. El paso del tiempo, el cambio en las costumbres y la acción del hombre, lo han terminado convirtiendo en un paisaje poco transitado, por donde sólo caminan algunos pastores de la zona, senderistas y aficionados al deporte de la bicicleta de montaña .

En la actualidad la potabilidad del agua de La Ventosilla no está garantizada

El agua que surgía en este manantial, fundamental para el desarrollo de la vida en todo el entorno, ha destacado siempre por su extraordinaria calidad tanto para el consumo humano como animal. Lamentablemente la situación no se ha sostenido en el tiempo, ya que la utilización de productos químicos en los cultivos de la zona ha podido terminar contaminando este agua, por lo que en la actualidad nadie garantiza que este acuífero este libre de nitratos ni de otros agentes químicos que se hayan podido filtrar de manera subterránea por causa del agua de la lluvia, procedentes de las cercanas explotaciones agrícolas. Así, en la actualidad de «La Ventosilla», no está recomendada para el consumo humano, ya que no está convenientemente analizada, razón por la cual tampoco se ven ya tantos rebaños beber en su abrevadero.

Este pintoresco lugar, que se encuentra rodeado por numerosos árboles y que podría ser una ubicación ideal para un área de esparcimiento, se encuentra en la vereda de Sevilla a Torres de Alocaz, y forma parte del catálogo de pozos, fuentes y manantiales que históricamente han sido fundamentales para el desarrollo de la vida y la agricultura en el término municipal de Utrera. Manantiales como la Fuente Vieja del Campo -cuya agua llegaba hasta la Fuente de los Ocho Caños a través de un sofisticado sistema hidráulico que se denominaba como «El Arca del Agua»-, el pozo abrevadero de Pinganillo o el de Fuente Vinagre.

El pasado 22 de marzo tenía lugar la conmemoración del «Día Mundial del Agua», una iniciativa impulsada por Naciones Unidas, con el objetivo de concienciar de la importancia que tiene cuidar este recurso limitado de la naturaleza y que es fundamental para la vida en todos los rincones del planeta. Un recurso que durante siglos ha surgido en el campo utrerano, en rincones como «La Ventosilla», casi de manera mágica y que sólo la acción y torpeza del hombre ha sido capaz de alterar, convirtiendo un agua fresca y de gran calidad que saciaba la sed de personas y animales, en un líquido que en la actualidad -aunque sigue brotando con la frecuencia habitual-, ha terminado perdiendo muchas de sus propiedades.

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