FLAMENCO

Una leyenda del baile utrerano que duerme en el olvido

Antonio Vilches, quien enseñó su arte a cientos de alumnos, lamenta que el pueblo y las instituciones lo hayan olvidado

Antonio Vilches dio sus primeros pasos en el mundo del baile con 12 años A. FLORES

ALBERTO FLORES

Cuando se piensa en Utrera con compás flamenco, rápidamente afloran los inconfundibles nombres de leyendas como Fernanda y Bernarda , Bambino , Gaspar o Enrique Montoya . El destino quiso reunir en un periodo acotado de tiempo a estas fuerzas de la naturaleza, que a la larga se han convertido en voces inconfundibles para los amantes del flamenco. Pero la fuente del compás utrerano fue capaz de manar tanta agua de calidad en aquellos años, que muchas de sus gotas terminaron desparramadas, sin recibir la atención merecida y no han podido brillar con el paso del tiempo igual que brillaron en los escenarios.

Antonio Vilches es una leyenda del baile utrerano que duerme en el olvido, un producto de esa generación de oro, que no solo abarcó el baile flamenco, ya que se adentró en otros territorios como el baile clásico, lo que no quita que diera lecciones de arte flamenco, como la que ofreció en el Potaje Gitano de Utrera de 1988, bailando por fiesta acompañando nada más y nada menos que a Fernanda y Bernarda.

El paso del tiempo es a veces injusto, dejando en un segundo plano inmerecido a personas como Antonio, quien protagonizó una destacada carrera en los escenarios y que a día de hoy lo recuerda todo como el primer día.

Este utrerano nació en La Corredera hace 87 años –quien lo diría viendo el buen aspecto que tiene- y con solo 12 años comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del baile de la mano de Naranjito de Triana . A pesar de no tener ningún artista en su familia, Antonio Vilches llevaba el arte en la sangre y siendo todavía un niño ya pisaba escenarios en la provincia de Cádiz e incluso en teatros de Lisboa.

Su casa está plagada de recuerdos que muestran la intensidad de su vida artística, aunque afirma que le han quedado dos espinitas clavadas. Por un lado un curioso sueño, que como él mismo cuenta es «poder haber puesto en marcha un espectáculo en la plaza del Altozano en el que hubiera bailado descalzo en invierno, mientras llovía», mientras que por otro lado se siente un poco olvidado por sus paisanos, ya que asegura « una de las penas que tengo es que no me han dado un homenaje en mi pueblo »

Alternaba el cante con el baile y muy pronto, sin haber llegado todavía a ser un adolescente se marchó a Madrid, donde protagonizó carteles en salas tan míticas como por ejemplo «Pasapoga» , donde compartió escenario con figuras de la talla de Lola Flores, una sala en la que llegó a actuar el mismísimo Frank Sinatra. Antonio vivió una época de esplendor artístico , años en los que un país entero sentía según se cantaba y se bailaba en los teatros y en los cafés.

A este inquieto utrerano no había nada que le asustase y se convirtió en uno de esos artistas pioneros que se aventuró a mostrar el arte español fuera de las fronteras nacionales, protagonizando el ballet de su creación espectáculos y extensas giras en países de Oriente Medio como Siria, Egipto o El Líbano . Unas propuestas internacionales que hoy en día son muy habituales, pero que en aquellos tiempos eran terrenos prácticamente inexplorados. Antonio no sólo bailaba flamenco, si no que también mostraba piezas clásicas, ya que él no se ha considerado nunca un bailaor, «soy un bailarín clásico», afirma orgulloso.

La vuelta

Cuando cumplió 70 años inició el camino de regreso a Utrera, donde puso en marcha una academia de baile que funcionó durante más de una década por la que pasaron algunos de los profesores de baile que en la actualidad cuentan con más alumnos en Utrera, como es el caso de Francisco Arjona o Agui Arenas.

Una vida apasionante, una carrera fulgurante que llevaron a este utrerano a recorrer países que en aquellos momentos casi estaban vedados para los españoles. Una figura que merece el reconocimiento de todos los utreranos, algo que sí le han brindado todos los que han tenido la oportunidad de admirar su arte de cerca y han podido aprender algo del talento para el baile con el que nació este utrerano.

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