Cultura

Un cuarto de siglo manteniendo la tradición teatral lebrijana

El Taller de Teatro del Área de la Mujer cumple 25 años con una experiencia inédita en forma y tiempo en el resto de la provincia

Maica Sánchez, derecha, junto a nueve de las alumnas del Taller de Teatro del Área de la Mujer de Lebrija Alejandro Hernández

Alejandro Hernández

Como las ancestrales sacerdotisas de la antigua Grecia que con sus ritos a dioses y diosas dieron origen al teatro; como representantes de aquellos arquetípicos personajes de Medea, Electra, Antígona o las Troyanas; o como las mimas de la Roma clásica que recuperaron el prestigio de las actrices, doce mujeres lebrijanas mantienen vivo el teatro como principal rama de las artes escénicas y la tradición actoral , dos aspectos profundamente enraizados en la cultura de esta localidad del Bajo Guadalquivir.

El Taller de Teatro del Área de la Mujer de Lebrija, como se le conoce popularmente, o de la delegación municipal de Igualdad según la denominación actual , ha cumplido 25 años sobre el escenario siguiendo con el objetivo de « mantener la tradición teatral de Lebrija con un grupo de teatro abierto, vivo , del que no hay experiencias parecidas y tan extendidas en el tiempo en otros pueblos de la provincia», destaca a ABC Maica Sánchez , que se hizo cargo como monitora al tercer año de iniciar su actividad el taller y subraya que en el municipio «hay talleres de teatro en dos de los tres institutos, en siete de los ocho colegios, el de Igualdad, otro de mujeres mayores y el grupo Cuarto Creciente», al que pertenece la monitora.

María Guerrero , una de las actuales once alumnas, la única que sigue en el taller desde su fundación, valora sobre todo la convivencia entre las integrantes del grupo , «es lo que más me gusta», y recuerda que «cuando empezamos tuvimos que improvisar una pequeña guardería para que nos cuidaran a nuestros hijos mientras ensayábamos». Todas, la mayoría con 23 años como actrices aficionadas integrantes del taller, coinciden en que «empezamos como madres y ahora vamos como abuelas». Isabel Guijo puntualiza que «mis hijos me dicen que no deje el teatro» . La edad de las integrantes del grupo oscila entre los 40 y los 70 años.

El trabajo en el tallercomienza con el curso, cuando entre todas deciden qué obra representarán en la gala anual de cierre de los talleres municipales, en un Teatro Municipal Juan Bernabé que cada año se llena. « Representamos obras propias y adaptaciones, especialmente comedias que son las obras que mejor recibe el público, con marcado matiz reivindicativo y centradas en temas como la soledad, la corrupción política, el maltrato o la herencia, pero también hemos trabajado tragedias», comenta Maica Sánchez.

Todas las mujeres interpretan indistintamente papeles masculinos y femeninos , aunque es Vicenta Romero la que suele encarnar a hombres. «A mi me dicen que hago mejor de hombre que de mujer», señala. Reconoce que el trabajo teatral «me ha ayudado a expresarme mejor, a relacionarme con la gente y a conocerme mejor» e indica que «trabajamos mucho con las emociones y los sentimientos y cómo expresarlos» . Este año han representado «Farsa y justicia del señor corregidor», de Alejandro Casona, y todas han tenido papeles masculinos.

«Tenemos cantantes, poetas, unas cuantas ayudantes de dirección y producción, y prácticamente todas son guionistas» , apunta la monitora entre las risas de las actrices aficionadas.

La más joven del grupo, Alicia Silva, su matriculó en el taller cuando tenía 17 años , «porque siempre he sido muy teatrera». La última en incorporarse ha sido Manuela Morato, que de joven trabajó como modista para el mítico Teatro Estudio Lebrijano (TEL) pero no ha podido apuntarse hasta que «estoy prácticamente jubilada». Milagrosa Silva rememora cuando con 12 años «iba a ver las obras que representaba el TEL en el campo , en las eras, ahí empezó mi afición». María del Pilar Castel , prima hermana del fundador del TEL, Juan Bernabé, insiste en que «el teatro nos sirve de terapia personal y grupal» , mientras la veterana del grupo, Inma Martín , apunta que fue durante años la peluquera del taller, «iba casa por casa a arreglar a todas y a la vez actuaba», y Antoñi Magrit reconoce que «he perdido la vergüenza gracias al teatro», detalle que todas, sin dudarlo, reconocen.

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