Cooperativa Las Marismas de Lebrija se alía con la ciencia para quedarse con el valor añadido del tomate

La situación geográfica de Lebrija sigue siendo una de las claves para el desarrollo del municipio. Si en la antigüedad el Lacus Ligustinus sirvió para el comercio entre diferentes culturas, pasados milenios la colmatación de esta zona de aguas someras dio origen a las marismas del Guadalquivir cuya domesticación y reparto de parcelas supuso en la década de los setenta del siglo XX una auténtica revolución agrícola. Ahora, esos mismos terrenos , cultivados de forma sostenible utilizando las técnicas más avanzadas, implementan en los productos hortofrutícolas unas características únicas que los hacen los más saludables .

«Esta zona estaba hundida bajo el mar, lo que ha provocado que hoy en día el suelo tenga unas características muy específicas que permiten la concentración de sustancias beneficiosas para el organismo humano en los vegetales que aquí se cultivan », asegura convencido Antonio Escribano , conocido médico especialista en Endocrinología, Nutrición y Medicina del Deporte, y cerebro de la firma Alimentación Funcional que, en colaboración con la Cooperativa Las Marismas de Lebrija , están trabajando en el desarrollo de productos en los que destacan los beneficios que conlleva el consumo de los vegetales cultivados en las marismas lebrijanas y procesados en las instalaciones de la cooperativa.

Esta línea de colaboración se enmarca en el empeño de la cooperativa de que el valor añadido de sus productos , del que hoy se benefician otras empresas que los procesan y ponen en el mercado, se quede en Lebrija . «El consejo rector trabaja desde hace tiempo en dar un paso más y convertirnos en fabricante final de una parte de nuestros cultivos para comercializarlos y poder ofrecerlos ya elaborados a las consumidores», destacó el director técnico del consejo de dirección de la cooperativa, Manuel Caro , en la presentación de la conferencia «Marismas salud. Alimentación y hábitos de vida saludable» impartida por Antonio Escribano ante un nutrido grupo de agricultores lebrijanos y autoridades municipales encabezadas por el alcalde, José Benito Barroso . El director subrayó que «Alimentación Funcional trabaja en las cocinas y laboratorio para sacar el máximo potencial preventivo y curativo de nuestros productos».

El objetivo de la colaboración, según explicó Caro, es « potenciar y divulgar la calidad de todos los productos que nuestros agricultores cultivan en estas tierras de Lebrija , concretamente en el Sector BXII del Bajo Guadalquivir». El trabajo conjunto se viene desarrollando desde hace más de un año, «este es el inicio de una nueva etapa», apuntó el director técnico, y ya ha dado como resultado gazpacho elaborado con el concentrado de los tomates marismeños y cremas de tomate con pipas de calabaza, sardina, atún, caballa o helado de gazpacho , además de una crema y picos de brócoli también de las marismas de Lebrija.

«Aquí se está produciendo lo que se demanda, alimentos contra el envejecimiento, que mejoren el aparato digestivo, la memoria… Esto es una fábrica de salud» , indicó Antonio Escribano que abogó por «poner en valor productos locales como el tomate, el brócoli, la coliflor o la zanahoria » mediante la fabricación de alimentos funcionales , «a los que aparte de su aporte energético, se les atribuye un efecto beneficioso sobre una o varias funciones específicas del organismo».

El producto estrella en esta línea de investigación está siendo el tomate , del que en la última campaña la cooperativa ha cosechado 220.000 toneladas, lo que ha permitido producir 40.000 toneladas de tomate concentrado. Según la investigación de Escribano, este tomate tiene unas concentraciones de licopeno , un anticancerígeno y antioxidante, «muy por encima de los que se producen fuera de las marismas lebrijanas». El médico apostilla que «es casi una medicina» .