Toros
Perera y Talavante salen a hombros en Sanlúcar, en una corrida que quedó en mano a mano tras la cogida de El Melli
Se lidiaron seis toros de El Torero, bien presentados, bravos y encastados | Al cuarto se le dio la vuelta al ruedo
FOTOS: Perera, Talavante y El Melli en Sanlúcar
Lucía esplendoroso el coqueto coso de El Pino en el CXXV Aniversario de su inauguración, para erigirse en escenario de este festejo taurino con el que se conmemora la primaveral feria de La Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Para el que se anunciaba un atractivo cartel, compuesto por dos figuras extremeñas de la torería y la fresca irrupción del joven local, El Melli, al año de su alternativa. Pero el imprevisible guión de una corrida de toros tenía reservado en esta ocasión el desagradable incidente de la cogida del torero sanluqueño, que no pudo matar a ninguno de sus toros reseñados.
Abrió plaza «Heroico», negro ejemplar de 516 kilos, bien armado y con rematado trapío, que repitió con bravura y humillación al vuelo que le marcó el capote de Miguel Ángel Perera. Animal que derribó en varas y tomó con boyantía y repetición las chicuelinas con que quitó el diestro extremeño. Y arribó al último tercio con la constancia de la seriedad en su comportamiento, circunstancia que confirmó al emplearse raudo y fiero tras la muleta, que fue manejada con evidente dominio y suma solvencia por Perera, sobre todo cuando verificaba su toreo por el pitón derecho. Con su enemigo ya totalmente sometido, abundó el diestro en circulares y circulares invertidos, inmerso de lleno en comprometidos terrenos de cercanía. Epílogo de faena que adornó con una sucesión de ceñidas manoletinas y cerraría con una estocada trasera.
No dio facilidades algunas el segundo de la tarde a Alejandro Talavante, al que no permitió estirarse a gusto a la verónica, dado su corto recorrido y tendencia a meterse por dentro. Empujó el toro con fuerza y poder en el caballo, donde recibió una dura vara, puso en aprieto a los banderilleros y su comportamiento en el tercio de muleta se perfilaba como preocupante incógnita a resolver. Y ésta fue despejada de inmediato por Talavante, quien pronto bajó la mano con decisión para hacerse con su embestida y torearlo luego a placer, tanto en redondo como al natural. Pases por alto y por bajo con mucho sabor, para cerrar al toro, pusieron fin a una interesante faena, en la que el torero demostró su capacidad lidiadora, primero, para domeñar al complicado animal, y su expresión de plasticidad, después, en un posterior y reposado tramo del trasteo. Un pinchazo y una estocada pusieron fin a este segundo capítulo del festejo.
Se estiró con solvencia El Melli a la verónica para recibir a un toro que humilló en la embestida pero al que le faltaba recorrido en su acometer. Muy medido en varas, pues presentaba menos fuerza y poder que sus hermanos anteriores, acudió presto al dinámico quite por gaoneras que el sanluqueño interpretó en los medios. Muleta en mano, El Melli consiguió pasajes lucidos cuando supo acompasar el engaño al ritmo de la dócil embestida de su oponente. Y cuando más se acoplaba, resultó prendido al rematar un pase de pecho, con tan mala fortuna que se lastimó ostensiblemente el brazo en la caída y pasó a la enfermería. Miguel Ángel Perera, en calidad de director de lidia, se hizo cargo del animal, al que despachó de dos pinchazos y estocada.
Sanlúcar de Barrameda – Corrida de Toros
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Fecha: 31 de mayo 2025
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Plaza: Sanlúcar de Barrameda
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Asistencia: Dos tercios del aforo
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Clima: Tarde agradable
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Ganadería:
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Se lidiaron seis toros de El Torero, bien presentados, bravos y encastados. Al cuarto se le concedió la vuelta al ruedo.
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Toreros:
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Miguel Ángel Perera (de marfil y oro, nuevo en esta plaza): dos orejas, silencio en el que mató por El Melli y oreja.
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Alejandro Talavante (de negro y plata): oreja, dos orejas y dos orejas.
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Germán Vidal «El Melli» (de blanco y oro): fue cogido por su primero y no pudo continuar al sufrir una grave lesión en el codo.
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Incidencias:
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El festejo quedó en mano a mano tras la cogida de El Melli.
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Perera y Talavante salieron a hombros por la puerta grande.
En cuarto lugar saltó al ruedo un ejemplar castaño, que demostró casta y bravura durante un vibrante primer tercio. Peleó con intensidad en varas, galopó en el tercio rehiletero y mostraba seriedad en todas sus embestidas. Así llegó a la franela de Talavante, quien, tras brindar al público, citó de hinojos para estampar una larga tanda de derechazos ligados desde esa orante posición. Sometido el toro, los redondos se sucedían sin solución de continuidad, los naturales se dibujaban largos y profundos, los adornos improvisados floreaban los cierres de las series. Manoletinas postreras y sentidos pases por bajo, dieron paso a una estocada entera de la que el toro tardó en caer.
Manos bajas y templado vuelo mostró Miguel Ángel Perera, al recibir con suaves verónicas la noble embestida del quinto de la tarde. Tras un breve encuentro con la calgadura, el astado respodió con prontitud y obediencia a las chicuelinas y tafalleras con las que Perera se gustó en un garboso quite. Dani Duarte hubo de destocarse en el tercio de banderillas tras ejecutar un magnífico par. Y el extremeño asió la pañosa para, con suma quietud, dibujar una primera serie de redondos en los medios, a la que siguió tandas por ambos pitones con muletazos largos y precisos en los toques, pues el toro, aunque noble, exigía todo un despliegue técnico y de valor al torero. Muy firme Perera, encontró su predilecto terreno de cercanías al final del trasteo para darse un auténtico arrimón y proliferar en escalofriantes cites entre los pitones. Acertó con el estoque al segundo intento, que necesitaría un golpe de descabello.
Con mucho relajo y apreciable facilidad esculpió la verónica Talavante para parar la acometida del último de la tarde, burel que bajó la cara tras el engaño y empujó en la prolongada vara que tomó. Toro con raza que, como el resto de la corrida, otorgaba seriedad a todo cuanto con él se hiciera. Y así lució la faena de un inspirado Alejandro Talavante, quien anduvo con facilidad y abundando en el toreo por ambos pitones, si bien el toro siempre se desplazó mejor por el derecho. Toro obediente pero muy exigente a la vez, con el que realizó un apreciable esfuerzo el extremeño. Con una estocada desprendida se ponía fin a un festejo muy interesante, marcado por el juego encastado de los bravos toros de El Torero.