Concert Music Festival

Manolo García pone Chiclana patas arriba durante dos horas y media

El artista ofreció un concierto memorable en el que intercaló temas nuevos con sus clásicos

Álvaro Mogollo

Chiclana

Si el público ha echado de menos a Manolo García desde que tuviera lugar su última gira en 2019, más parece haber extrañado el cantante a su gente en este periodo de ausencia. El catalán protagonizó un espectáculo lleno de energía en el que hizo múltiples alusiones a la dicha que suponía para él y su banda estar en el Poblado de Sancti Petri, donde se encontró con un lleno total.

Como si de una declaración de intenciones se tratase, el concierto comenzó con un hito de la música española como es 'Insurrección', que puso rápidamente a tono al personal. No sería el único tema de 'El último de la fila' que interpretase, ya que también cantó otros clásicos como 'Lapiz y tinta', 'Aviones plateados' o 'Llanto de pasión'.

Pronto se deshizo de su chaqueta el cantante, que no dudó en sumarse a la percusión con acierto en varias ocasiones. En algunos de los temas se pudieron escuchar novedosos arreglos que, sin desvirtuar la esencia, aportan un notable aire fresco con un directo arrollador de una calidad musical de alto nivel en el que el violín o la mandola aportan brillo en momentos determinados.

«La vida de verdad sois vosotros», dijo el que fuera integrante de 'Los burros' en una de sus primeras intervenciones en las que aprovechó para reivindicar cuestiones sociales después de tanto tiempo alejado de los escenarios: «Somos parte de un eslabón, de un engranaje. Nadie es nadie por sí solo. Si fuéramos conscientes de ello, nos iría mejor. Que a veces nos tiramos de la cadena unos a otros y ya nos tiran lo suficiente los de arriba».

La cita sirvió también como puesta de largo para varios temas de los dos álbumes que acaba de estrenar. Del disco 'Mi vida en marte' se pudieron escuchar 'Quisiera escapar', 'No lloras y juras' o 'Un poco de amor', mientras que de 'Desatinados desplumados', 'La Maturranga' y 'Laberinto de sueños (en las geometrías del rayo)'.

Además de ese rock tan característico, hubo espacio para la rumba. En formación propicia para este estilo, con todos los músicos en un corro, interpretó varios temas en los que destacó una notable interpretación de uno de sus canciones más icónicas como es 'Hombres azules'. Y no dudó en pedir palmas al público gaditano: «Que estamos en Cádiz, que se note ese arte».

La gente se puso en pie en más de una ocasión y uno de los momentos cumbre de la noche llegó, como no podía ser de otra manera, con 'Pájaros de barro', tal vez una de esas canciones que se sabe hasta quien no conoce a Manolo García. Ovación atronadora. Le siguió pronto otro de esos que aseguran el éxito como es 'Somos levedad'.

Con otra canción de las obligadas como 'Prefiero el trapecio', en el momento en el que narraba que sobrevivía con Carpanta a base de calamares enlatados, frenó su canto en seco para expresar su hartazgo: «Ya está bien de tener que comer latas, que nos dejen ya de apretar y se las coman los de arriba. Que no hacemos más que currar y pagar impuestos».

'Un giro teatral', 'Nunca el tiempo es perdido' o 'Ruedo, rodaré' siguieron haciendo las delicias de todos los asistentes que por fases se olvidaban de que las entradas incluían un asiento. «Si no tenemos este rato, me muero. En esta vida de sobresaltos, aquí es donde nos olvidamos de todo», decía un García pletórico.

Varias veces amagó con finalizar el concierto pero los «otra, otra» lo hacían regresar. Y a juzgar por las dos horas y media de concierto que ofreció, no hacía falta que lo tentasen demasiado para darlo todo. Para cerrar el círculo, volvió 'Insurrección' a escena, pero esta vez interpretada por el respetable casi íntegramente.

Posiblemente fue uno de los mejores conciertos que se recuerdan de Manolo García en la provincia. Calidad vocal a raudales, como es habitual, una banda extraordinaria en la que hubo homenaje público al linense Juan Carlos García por jugar en casa y fuerza y energía como si fuese la última vez. «Todos juntos podemos cambiar el mundo», comentó en una de sus últimas intervenciones a la par que se congratulaba de que la mayoría dejase de lado el móvil y estuviese disfrutando de un momento que ya no regresa.

Y el final llegó con sones de la ranchera de 'El rey', una vieja costumbre de la casa. Probablemente esta interpretación no responda a una vanidad personal del artista, pero lo cierto es que, como su público expresó, Manolo García sigue siendo el mejor en su inclasificable estilo en el que se entrelazan rock, rumba, flamenco, sonidos de oriente y lo que haga falta. Larga vida al rey.

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