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¿Corren peligro los ficus centenarios de Cádiz?

medioambiente

Los árboles del Mora y de la Alameda gozan de buena salud aunque deben estar muy controlados para evitar situaciones como la de San Jacinto en Sevilla

Dos turistas hacen una foto al ficus situado junto al antiguo hospital del Mora. antonio vázquez
Almudena del Campo

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La pasada semana se desataba la polémica en el barrio sevillano de Triana con un árbol como protagonista: el ficus de San Jacinto. El 16 de agosto comenzaba la tala de este ficus centenario -ubicado en la parroquia de San Jacinto en Sevilla- bajo el argumento de su párroco de la necesidad del corte de sus grandes ramas y de su apeo de este espacio para garantizar la seguridad de las personas y del templo, un Bien de Interés Cultural (BIC) con más de 300 años de historia.

La decisión, avalada por informes técnicos del Ayuntamiento hispalense (que otorgó la licencia) ha contado con numerosos detractores. De hecho, asociaciones ecologistas y entidades en defensa de los árboles, además de vecinos del barrio, han mostrado su rechazo a la tala y el apeo del ficus.

El asunto ha llegado a los tribunales y dos días después de comenzar con la tala, el 18 de agosto, el juzgado de lo contencioso administrativo número 9 de Sevilla suspendía la licencia para la tala y la paralización «con carácter inmediato» de los trabajos. Ahora, el Consistorio sevillano ha anunciado que formalizará sus alegaciones al auto dictado por el tribunal.

El ejemplar de San Jacinto llegó a Sevilla en el año 1913, de manos de unos frailes dominicos procedentes de Puerto Rico, que ofrecieron este regalo a la ciudad. Se trata de un ficus macrophylla, comúnmente conocido como higuera de Bahía Moreton, higuera australiana o bayán australiano, ya que su origen real es de Australia.

Su paralelismo con los ficus centenarios ubicados en Cádiz es total ya que son de la misma especie.

En el caso de los ubicados en la capital, concretamente en la Alameda y frente al antiguo hospital de Mora en la plaza Carlos Cano, distintos expertos cuentan que una monja (que venía posiblemente de las misiones) los trajo a la ciudad en 1903.

La religiosa padeció una enfermedad en el viaje de vuelta a Cádiz, muriendo en el citado hospital. Al fallecer, se pensó qué hacer con estas especies decidiéndose finalmente plantarlas en sus dos ubicaciones actuales.

Hoy en día forman parte de la historia y del paisaje de la ciudad y se han convertido en un auténtico reclamo turístico, pudiendo verse a multitud de turistas a diario tomando fotografías junto a las impresionantes ramas de alguno de estos ficus.

Son árboles singulares y no están en el campo sino en una ciudad, donde hay polución o transitan vehículos que liberan dioxido de carbono que pueden hacer peligrar la salud de los mismos. Por ello, necesitan de un especial control y seguimiento. De eso se encarga el Ayuntamiento de Cádiz como responsable de los mismos al estar en suelo urbano (no es el mismo caso del de San Jacinto en el que el ficus es responsabilidad de esta parroquia).

Actualmente, según fuentes municipales, se hace un control específico de los ficus ejemplares de la capital y tanto el ficus de la Alameda y como el del Mora cuentan con un «estado fisiosanitario correcto».

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Desde el Ayuntamiento confirman que el mantenimiento y conservación de los árboles singulares viene establecido en el pliego de condiciones técnicas que actualmente rige en el Servicio de Conservación y Mantenimiento de las Zonas Verdes y Arbolado Urbano, cuya empresa adjudicataria es el Grupo RAGA.

Según este pliego, durante la realización del inventario, que realiza la empresa, se identifican y se confecciona una programación de labores específica e individualizada. Durante el año, se llevan a cabo inspecciones visuales periódicas que permiten que esta programación se actualice constantemente y se actúe instantáneamente para seguir preservando un buen estado fitosanitario y estructural.

Aseguran que se presta una especial atención al arbolado singular, haciéndose un «tratamiento diferenciado y esmerado en el que el objetivo principal sea su mejor conservación y belleza ornamental».

En el caso concreto de los árboles singulares se tiene especial atención al sistema radicular, proponiéndose actuaciones encaminadas a favorecer la «permeabilidad y descompactación de suelos, siempre sin dañar las raíces».

Por otro lado y con carácter general, el equipo de Gobierno manifiesta que la labor de poda debe ser «precisa, metódica y nunca sistemática», siendo consideraciones a tener en cuenta la situación, la seguridad y la regulación de la copa. En el caso de árboles singulares, las labores siempre se llevan a cabo por podadores especializados y, salvo actuaciones encaminadas a la reducción del riesgo, «en ningún caso se realizarán podas drásticas que puedan debilitar el árbol».

Plan Director de Arbolado Viario

Destacar también que la delegación municipal de Parques y Jardines, dentro del área de Medio Ambiente, se encuentra inmersa en la puesta en marcha de un Plan Director de Arbolado Viario de la capital gaditana. El pasado mes de julio, el Consistorio comunicaba que ya se ha iniciado la contratación del profesional independiente que dirigirá los trabajos.

Así, el reconocido técnico arborista Luis Alberto Díaz-Galiano Moya ha comenzado sus labores y actualmente, junto a su grupo de trabajo, está llevando a cabo un estudio climático y de la situación vegetal del municipio, que ayudará a definir los árboles que se deberían plantar en la ciudad en los próximos años y qué tipo de especies son las más convenientes.

Desde agrupaciones ecologistas como Agaden o la Plataforma del Árbol confían en el trabajo de este experto arborista aunque insisten en la necesidad de llevar a cabo un exhaustivo control del arbolado de la ciudad y, sobre todo, de estas especies singulares en las que -en ocasiones- se han practicado podas que pueden generar problemas como la desestructuración de los ejemplares, infección por hongos, pudriciones o roturas de grandes ramas.

La bióloga Paula Marchena, bióloga de la Plataforma del Árbol, asegura que «la mala praxis y las malas podas son las culpables del estado de muchos árboles y en muchas ciudades se hacen auténticas barbaridades con el arbolado que generan este tipo de problemas».

Los expertos recomiendan no podar y, si se hace, que sea por cuestiones muy puntuales, como es el caso de la entrada de ramas en las ventanas de los edificios, por peligro de desprendimiento de las mismas o para garantizar las seguridad de los ciudadanos.

En el caso del ficus del Mora, en el año 2018 hubo una actuación en la que se descargó al árbol de un total de 5.000 kilos de madera de las ramas. Aunque no presentaba síntomas de pudrición y el árbol gozaba de buena salud, sí que se constató que había pequeñas microrroturas interiores producidas por una fisura antigua, provocada presumiblemente por un golpe brusco anterior de algún vehículo de gran altura que circulaba por la zona.

Entre los inconvenientes que provocan las podas también destaca la desprotección del árbol ante los rayos solares (que pueden provocar daños) o que los pájaros dejen de anidar en los árboles. De hecho, los expertos lamentan que en muchas ciudades se lleven a cabo la poda de árboles sin respetar la vida que se alberga en las ramas, tirando o destruyendo nidos, al cortarlas, «algo que ha pasado también en Cádiz», según explica la bióloga Paula Marchena.

Perimetrar los ficus y eliminar el tráfico

Desde las organizaciones defensoras de los árboles y asociaciones ecologistas aseguran que estos problemas surgen a raíz de podas que probablemente sean innecesarias. Abogan por proteger estas especies perimetrando la zona para impedir el continuo trasiego de personas por la parte inferior del árbol. Para turistas y curiosos, los ficus centenarios de la capital son muy atractivos y muchos quieren inmortalizar su imagen junto a ellos.

Marchena señala además que «se tendría que tender a que el tráfico no pase por esta zona ya que, al final, los árboles lo absorben todo. Es un ser vivo y respira como nosotros y es necesario protegerlos. Ya desapareció la parada de taxis en esta zona, por lo que el siguiente paso sería eliminar el tráfico rodado y perimetrar el árbol».

Además de la afluencia de turistas en los alrededores de estos ejemplares para hacerse fotos, también son muy atractivos para los niños, que suelen jugar en sus ramas, hecho que puede ser peligroso. De ahí la petición de perimetrar estas zonas para conservarlas en perfecto estado.

Entre sus peticiones, también destaca la puesta en marcha de una Ley de Protección del Arbolado para evitar que en las ciudades se lleven a cabo acciones arboricidas.

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