CÁDIZ
El conocido establecimiento de Cádiz que cierra sus puertas
Ubicado desde hace décadas en el barrio de La Laguna, la mítica carnicería y charcutería 'Mi hermano y yo' dice adiós para sorpresa de gran parte de su clientela
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Cádiz
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Iniciar sesiónLos barrios se caracterizan no solo por los vecinos que los habitan sino por las tiendas y los establecimientos que hacen de las calles su mejor escaparate. Las conocidas como tiendas de barrio han sido siempre uno de los grandes puntales de cualquier ciudad. Alejados de los centros comerciales y la frialdad de lugares en los que prima la variedad ante la atención más personal y cercana, las tiendas de toda la vida han intentado siempre subsistir y combatir los avatares de los tiempos.
Por eso, cada vez que un establecimiento de barrio cierra sus puertas es una pésima noticia para los vecinos del mismo y para la propia ciudad de Cádiz, en este caso. Se pierde esa cercanía y esa empatía que el comerciante tiene con el cliente de siempre, al que se sabe qué ofrecer y el que compra sabe qué va a buscar en esa tienda. Una bonita mezcla que se va al traste con un cierre por la razón que sea.
Es lo que ha ocurrido en el barrio de La Laguna de la capital gaditana. Concretamente en una de sus calles más comerciales, Santa Teresa de Jesús. Una vía en la que en apenas 300 metros se puede encontrar una farmacia, varias barberías y peluquerías de caballeros, señoras e incluso de mascotas, una de las pocas tiendas de persianas que sobreviven en Cádiz, el famoso restaurante chino 'de Rosa', un gimnasio, una pescadería, una escuela de inglés y hasta una cafetería, entre otros establecimientos. Una calle que desemboca en la plaza de Santo Tomás a un extremo y en la avenida Cayetano del Toro en el otro.
Y entre tanta oferta uno de los grandes baluartes de esta calle era la carnicería 'Mi hermano y yo'. Un establecimiento de décadas en la calle Santa Teresa y que tras un tiempo viendo como su clientela se estaba reduciendo finalmente ha echado la baraja sin previo aviso.
Hablar de esta carnicería, charcutería y recova es hacerlo de un lugar en el que poco a poco la comida preparada por sus dueños le fue ganando la partida a la propia carne y los embutidos. Un lugar de esos de cultos en los que acudir para comprar una ración de albóndigas, menudo, berza, lagrimitas de pollo, tallarines y por su puesto paella los sábados. Su clientela era asidua para comprar raciones y raciones de su buena oferta de platos recién cocinados, sin olvidar empanados como sus flamenquines o croquetas sin hacer, o el paté de cabracho en Navidad.
Sin embargo, el comercio poco a poco fue perdiendo clientela desde que uno de sus míticos dueños, Chano, dejó de la gerencia del mismo por motivos personales. La clientela se fue reduciendo hasta que finalmente y sin que rece aviso alguno en su escaparate los actuales dueños hayan echado un cierre que perdura desde hace semanas y del que han tenido conocimiento los vecinos por el boca a boca.
Queda en el recuerdo la cantidad de personas que hacían cola cada mañana de sábado o comprobar como esta carnicería estaba abierta cada día desde las 6 de la mañana con su famosa vaca en la puerta que hacía las delicias de los más pequeños.
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