CÁDIZ
Cádiz ante la sobrepoblación de palomas: salud pública, conservación del patrimonio y control ético
Eduardo Burgaleta, representante de una empresa especializada en el control de fauna urbana, sostiene que «el volumen ha aumentado de una manera considerable en las zonas donde están los dormideros»
En el corazón de Cádiz, un problema aparentemente inofensivo revolotea por los cielos y descansa en cornisas, monumentos y parques: la sobrepoblación de palomas. Aunque estas aves pueden parecer parte del paisaje urbano, su incremento descontrolado representa un desafío creciente para la conservación del patrimonio histórico, la salud pública y la convivencia ciudadana.
LA VOZ entrevista a Eduardo Burgaleta, representante de una empresa especializada en el control de fauna urbana, que trabaja con más de 150 ayuntamientos en España y cuenta con una amplia experiencia en el manejo poblacional de palomas y colonias felinas.
Las palomas no solo ensucian, sino que deterioran estructuras arquitectónicas con sus excrementos altamente corrosivos. «Se debería hacer unos transcriptos para ver si efectivamente el volumen de población de palomas está entre los márgenes permitidos, que estaríamos hablando de 300-400 elementos por kilómetro cuadrado. En el caso de Cádiz lo supera muy bien», señala Burgaleta. Este exceso, además de dañar el patrimonio, pone en riesgo la salud de los ciudadanos.
Eduardo insiste en controlar el tema de los dormideros. «Los dormideros son las zonas donde las palomas crían y cuando se genera un asentamiento, cuando las palomas ponen siempre dos pollos y se garantizan las supervivencias, todas las palomas que hayan nacido en ese dormidero van a volver a ese dormidero. Con lo cual, pues bueno, el ciclo de reproducciones siempre va a ser en los mismos sitios, va a ser repetitivo. El volumen de población ha aumentado de una manera considerable en las zonas donde están los dormideros».
Las enfermedades que las aves pueden transmitir son múltiples: histoplasmosis, criptococosis, psitacosis y salmonelosis, entre otras. Estas infecciones están estrechamente ligadas al contacto o inhalación de polvo procedente de las heces secas de palomas, lo que puede derivar incluso en casos graves como meningitis. Burgaleta recuerda el caso de una trabajadora del Ayuntamiento de Barcelona, quien enfermó tras trabajar en una zona infestada por palomas, relacionándose directamente con la exposición a este entorno.
Zonas sensibles
La proliferación de palomas es especialmente preocupante en zonas infantiles, parques y piscinas, donde la interacción entre personas y aves es constante. En verano, las piscinas se convierten en puntos de hidratación para las palomas, lo que genera riesgos sanitarios importantes.
Además, las casas deshabitadas o en mal estado representan un refugio ideal para estas aves. Las palomas crean allí sus dormideros y, como explica Burgaleta, «una vez que nacen en un lugar, vuelven siempre a reproducirse en ese mismo sitio», lo que perpetúa el ciclo sin control.
¿Qué medidas se pueden tomar?
Aunque la nueva Ley de Bienestar Animal impone restricciones estrictas al tratamiento de animales urbanos, se debe encontrar un equilibrio entre el respeto hacia las especies y la protección del entorno humano. «El control físico es, hoy por hoy, la única solución efectiva. No hay alternativa realista más allá de captura ética y reducción poblacional», afirma el experto en palomas urbanas.
Se ha probado con productos como la nicarbacina, un pienso anticonceptivo para palomas, pero los resultados han sido poco eficaces y extremadamente costosos. «Es inviable —asevera—, requiere que las aves coman la misma dosis a diario en el mismo sitio, lo que en una ciudad abierta es imposible».
Una estrategia basada en datos
La clave del control pasa por realizar transectos poblacionales (conteos sistemáticos por cuadrículas) para determinar con precisión las zonas con mayor densidad. Cádiz debería identificar especialmente los «triángulos de actividad» de las palomas: dormidero, zona de alimentación y área de asentamiento, generalmente dentro de un radio de 300 a 400 metros.
«Actuar sobre esos triángulos de forma simultánea es fundamental», subraya Burgaleta. Sin embargo, reconoce que no se trata de un proceso rápido. «Esto no se resuelve en un año. Hablamos de una estrategia continua de entre cuatro y cinco años».
La situación de Cádiz con respecto a las palomas es, según los expertos, insostenible sin intervención directa. Si bien el bienestar animal es un principio que debe guiar toda acción, también es necesario velar por la salud de la ciudadanía y la conservación del patrimonio urbano.
El reto está en encontrar un equilibrio entre el respeto por la fauna urbana y la calidad de vida de los vecinos, con medidas técnicas, científicas y éticas que permitan a las ciudades volar hacia soluciones eficaces.