Terence Winter
Terence Winter - ALMA

Terence Winter: «Como personaje, Donald Trump sería inverosímil. Solo valdría para una comedia»

El guionista de «Los Soprano», «Boardwalk Empire» y «El lobo de Wall Street» da una clase magistral en Madrid

MADRID Actualizado: Guardar
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Terence Winter (Brooklyn, 1960) es una leyenda, después de haber trabajado en «Los Soprano», de crear «Boardwalk Empire» y escribir «El lobo de Wall Street». Ganador de cuatro Emmy (dos de ellos como productor), ayer impartió en Madrid una clase magistral para los socios de ALMA, el sindicato de guionistas. Habla rápido y responde sin titubear, aunque se le pregunte a bocajarro:

–Usted parece pacífico, aunque escriba sobre tipos malos y violentos.

–Siempre me han gustado los personajes que van más allá de lo normal. La mayoría pagamos impuestos, llevamos a los niños al colegio... tenemos vidas aburridas. Son más interesantes quienes se saltan las normas. Disfrutas la noción de ver lo que te podría pasar si vivieras al límite, pero sin sufrir las consecuencias.

–¿Qué había de usted dentro del corpachón de Tony Soprano?

–Es una persona muy dura, pero con sus hijos tiene las conversaciones que tendrías tú, como cuando habla con sus amigos de comida o de cine. Ni siquiera los peores criminales son malos todo el tiempo. Abres esa puerta a su interior, más familiar y humana, y lo ves en realidad.

–Las mujeres de sus obras suelen ser menos fuertes.

–Es verdad. Por desgracia, muchas viven en la periferia de ese mundo o son mujeres rotas. Vemos prostitutas y «strippers», muchas víctimas, pero no hay tantas poderosas como me gustaría. En «Boardwalk Empire», la fiscal se convirtió en un personaje fuerte. Lo intentamos, pero son una minoría.

–¿Ha vivido alguna situación peligrosa mientras se documentaba?

–De adolescente trabajé en una carnicería que pertenecía a Paul Castellano, un jefe de la mafia. Cuando veía algo, miraba para otro lado. Era suficientemente inteligente para no meterme en líos y seguir con vida. Entendí que tenía que ver, entender, callar y no preguntar. Por una especie de ósmosis aprendí cómo habla y piensa esa gente y he podido reproducirlo. Vi cosas, pero nunca tuve que hacer nada malo.

–Tuvo muchos trabajos antes de escribir. ¿Es más importante la experiencia o la imaginación?

–Es una combinación. Cada trabajo me ha dado una perspectiva del mundo y cosas sobre las que escribir, como los viajes. Otros guionistas replican lo que han visto en otras series o películas. Deberían experimentar más. Un día visité un portaaviones. Estuve en el mar con ellos. A lo mejor nunca escribo una película naval, pero como escritor debes aprovechar cada oportunidad. Siempre recompensa.

–Si Donald Trump fuera un personaje de ficción, ¿resultaría verosímil?

–Yo no me lo creería. Es demasiado oscuro. Incluso las circunstancias de su elección lo son. Solo valdría para una comedia, como la película «Idiocracia» (2006). De hecho, no acabo de creerme que esto esté sucediendo. A veces me despierto pensando que vuelve a ser 8 de noviembre y vamos a vivir otra cosas. Pero ahí está.

–Usted se hizo guionista por «Taxi driver» y luego trabajó con Scorsese. ¿Qué lo hace tan especial?

–Su talento natural para contar historias. Tiene un capacidad visual impresionante. Su trabajo con los actores, su percepción de la imagen, del tono... Entiende las historias de forma profunda. Y se acuerda de cada detalle de todas las historias que maneja a la vez. Es un malabarista. También las películas. Recuerda todo lo que ha visto.

–Es ya un tópico, pero ¿por qué las series han ganado tanto terreno?

–Tienes tiempo para tu historia. En «Boardwalk Empire» grabamos 56 horas. Son 25 películas. Te da el lujo de profundizar. Podemos ver cómo es Tony Soprano, su infancia, toda su vida. Puedes hablar sobre el personaje en sí, no solo sobre la historia.

–Después de lograrlo todo en la televisión, triunfó en el cine con «El lobo de Wall Street». ¿No le tienta más como reto?

–Es un reto enorme, pero gran parte de lo que se hace en el cine no me interesa mucho. Casi todos son superhéroes. Prefiero las historias, las emociones. Escribir «El lobo...» fue un regalo. El cine es más corto, con un presupuesto mayor. Como negocio es enorme y una éxito supone millones, pero en general son historias simples, con un lenguaje superficial, sin matices. Haces carreras de coches, luchas, argumentos vacíos para vender en todo el mundo. El cine ha perdido calidad. Parece que ves una y otra vez la misma película.

–Supongo que se convirtió también en productor para defender sus guiones. ¿Por qué no suele dirigirlos, que es la forma habitual?

–Creo que salió bien el episodio que dirigí de «Los Soprano», pero me falta esa pasión. He tenido la suerte de trabajar con directores de gran talento, que estaban en muy buena sintonía conmigo, y creo que es mejor escribir y, mientras ellos dirigen, aprovechar para escribir otra historia. Como productor puedo hablar con los directores y asegurarme de que reflejan fielmente lo que yo he escrito. En la televisión tenemos mucho poder y puedes escribir tu historia, es algo que falla en el cine.

–¿Qué enseña en sus clases, como la que imparte en Madrid?

–Explico cómo es el negocio, que hacemos, cómo funciona la sala de guionistas, cómo preparamos una temporada de «Boardwalk Empire», por ejemplo, cómo desarrollamos los diálogos, los personajes… Es muy variado, una conversación.

–Usted trabajó con Bill Cosby. Viéndolo en retrospectiva, ¿no hubo nada que la haya hecho pensar en sus escándalos?

–Nada de nada. Nunca lo imaginé. Era encantador, implicado, generoso, amable de verdad. Incluso me hizo mi mayor cumplido, al decirme que lo que yo escribía era gracioso. Después de eso, pensé que me podía morir. En absoluto imaginaba nada. Es muy triste.

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