La televisión dimitió en Notre Dame

El espectador español saltaba de una cadena a otra en busca de imágenes, pero el horario estelar era pasto del entretenimiento

Reuters
Federico Marín Bellón

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En sus orígenes, el cine también era un medio de información, aunque su periodicidad no fuera la ideal y en algunos países estuviera controlado por la censura. «El cine será el teatro, el periódico y la escuela de mañana», llegó a vaticinar el empresario francés Charles Pathé a principios del siglo XX. La televisión relegó después esta faceta del cinematógrafo, que asumió su incapacidad para competir por las noticias. El lunes, en otro histórico relevo, las cadenas españolas arrojaron la toalla, esta vez no por incapacidad, sino por una cuestión económica o por puro desinterés (ojalá no por interés).

El incendio de la caedral de Notre Dame fue retransmitido en directo, pero no por nuestras televisiones, como habían venido haciendo ante los grandes sucesos de las últimas décadas. El propio pueblo parisino ejerció esa labor y las redes sociales llevaron la noticia a todo el mundo a una velocidad solo comparable con la del fuego.

Las cadenas pasaron de largo. Fueron sorprendidas con la guardia baja o de vacaciones . Apenas se detuvieron a mirar, como el conductor que vuelve la vista a la cuneta ante un accidente, sin intervenir. En el caso de las privadas, la elección de modelo es debatible, aunque tienen derecho a contentarse con «hacer compañía a la gente», como propugna Vasile . Incluso a La Sexta el suceso le pilló a contrapié y sin una tesis política que sirviera de combustible.

En todo caso, perdieron una oportunidad idónea de arrasar entre el público, como demuestran las escasas conexiones de unas y otras. Cualquiera que hubiera mantenido la señal con el corazón de Francia se habría llevado el gato al agua, porque demanda había. Los dos programas más vistos del día fueron los informativos nocturnos de Telecinco yAntena 3. Pese al éxodo vacacional, ambos superaron en más de un punto sus respectivas medias de la temporada. El de Atresmedia superó con claridad su entrevista a Pedro Sánchez . También el Telediario de La 1, a gran distancia, mejoró sus registros. La previa de «El cascabel», de los espacios más atentos, logró en Trece su récord de cuota del curso.

TVE esperó a las 23.50 (el fuego se declaró a las 18.50) para emitir un «Avance informativo» que duró ocho minutos y que también se vio en el canal 24 Horas. Esta última cadena debería haberse erigido en referente, pero primero el «Juicio del procés» (1% y menos de 100.000 espectadores) y luego el debate de los candidatos en Cataluña, sin un solo cabeza de lista (0,5% y 75.000) ocuparon casi todo el tiempo. Ni siquiera fuera de Cataluña se atrevió RTVE a interrumpir el debate –para ofrecerlo después subtitulado y no con esa traducción disuasoria, por ejemplo–. Cuando conectó con París, la audiencia se disparó por encima del 2% y rozando los 300.000 espectadores.

El espectador saltaba de un medio a otro en busca de imágenes y explicaciones, pero el horario estelar era pasto del entretenimiento. La televisión dimitió de forma irrevocable de su labor informativa. Entretanto, la vieja prensa se dejó la piel para preparar sus ediciones en papel y para dar información puntual en sus páginas web. Sin ir muy lejos, ABC.es ofreció a sus lectores más de veinte piezas en unas pocas horas.

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