La productora de los Obama se estrena en Netflix con un aviso contra el capitalismo chino

«American factory» es un documental también calificado como «anti-Trump», pese a no citar al presidente

«American factory» Netflix
Federico Marín Bellón

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Los medios más cercanos a Donald Trump han recibido el estreno de «American factory» en Netflix como «propaganda izquierdista» y «anti-Trump», aunque el actual presidente de Estados Unidos ni siquiera es citado en sus casi dos horas de duración. La película documental de Julia Reichert y Steven Bognar , disponible desde ayer en la plataforma, es un aviso sobre el futuro inminente de la industria y el efecto bumerán de la globalización. Es también el primer fruto, indirecto, de Higher Ground Productions, productora de Michelle y Barack Obama .

Un multimillonario chino, Cao Dewang , compra en 2010 una antigua fábrica de General Motors, cerrada por la crisis en una deprimida localidad de Ohio, y la transforma en una empresa de lunas para automóviles. Los trabajadores y la producción son «made in America», pero el espíritu es oriental. Para empezar, el nuevo propietario no tolera a los sindicatos.

La «colonización» se fraguó en 2010, antes de la llegada de Trump, pero la revista «Político» la considera una declaración contra el mandatario y sus promesas de revitalizar la industria. «American factory» dice entre líneas que la realidad es tan compleja que un eslogan puede ganar las elecciones, pero no resuelve los problemas de los trabajadores ni mejora la competitividad de las empresas.

En la película, se ve a antiguos empleados de la fábrica de General Motors que vuelven al mismo lugar de trabajo por menos de la mitad del salario. No les queda otra para recuperar las viviendas embargadas. El contraste de culturas y de interpretación de las leyes del mercado es brutal, pese a que en los primeros momentos todos celebran la alianza.

A los supervisores chinos de Fuyao Glass America, separados de su familia durante dos años sin ningún aumento de sueldo, les basta con un parón mínimo para comer un par de bollos. En cambio, sus empleados nativos «son muy lentos y tienen los dedos gordos». Peor aún: les tienen que «enseñar lo mismo una y otra vez». «Les asusta el calor» , acusa otro –trabajan a ratos a 90 grados–, mientras que el presidente de la empresa, obsesionado con atajar cualquier actividad sindical, asegura que «no son eficientes».

El sueño pionero de Cao Dewang de allanar futuras inversiones en EE.UU. tiene un punto inquietante . Al final de la cinta, de hecho, el magnate pasea por la fábrica –sorprende que se deje grabar en cualquier situación– mientras un ayudante le indica sectores en los que los empleados han sido sustituidos por robots. «Quizá despidamos a cuatro más», le anuncian. «Son demasiado lentos».

Lecturas políticas aparte, «American factory» es solo una película comprada tras su paso por Sundance por la productora de los Obama, que no salen en los créditos. Se avecinan títulos más contundentes, como «The fifth risk» («El quinto riesgo»), ficción documental creada a partir del libro de Michael Lewis , que describe los inicios de Trump como presidente.

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