«Prefiero que se muera una persona antes que un perro» y otras perlas de 'First Dates'

Así de tajante se muestra una pretendienta del reality de Carlos Sobera en Cuatro

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No solo hay amor en «First Dates», también hay pretendientes atrevidos que no dudan ni un segundo en mostrarse tal y como son. Tania es un claro ejemplo de ello. Con 19 años y de Palamós, acudió al programa en busca de su pareja ideal.

Lo que no se esperaban muchos es que hiciera una declaración de intenciones como poco comprometida. La joven sostiene que su amor por los animales es casi más importante que otra cosa: «Prefiero que se muera una persona antes que un perro». Un amor quizá exagerado.

Por suerte o por desgracia, no es la primera perla que escuchamos en el programa. Yoyi, una madrileña bailarina de 55 años, atacó de forma más directa a su pretendiente, Quique: «Para que él me gustara, tendría que volver a nacer». Pese a que la cita pareció de lo más agradable (y con bastante coqueteo), Yoyi tenía muy claro que poco iba a hacer con su pretendiente y no dudó en dejárselo claro.

Aunque el puesta a la pretendiente más desagradable se lo lleva, de momento, Sonia. Esta abogada de 41 años decidió que su pretendiente Jorge no era lo suficientemente bueno para ella a primera vista así que decidió no cenar con él. El motivo: «Aparenta muchos años más que yo», y eso que él solo tenía un año más que ella.

Solamente le bastó el saludo para tomar la decisión. «No me gusta nada. Tiene un año más que yo, pero a mí me parece mucho más mayor. Yo aparento diez años menos. Será que estoy más cuidada. Con ese señor yo me sentiría mal a su lado», decía Sonia a Sobera en un lugar apartado del restaurante. Sin embargo, el presentador hizo un último intento para saber que ocurría de verdad. «Te voy a ser sincera, no vamos a cenar. Te llevas un año conmigo pero aparentas mucho más, porque yo aparento muchos menos. A mí me echan 28 o 29», dijo Sonia a Jorge. Ante tal desprecio él contestó lo siguiente: «Físicamente los dos hemos notado que no éramos el perfil, pero hay algo que se llama educación que es: me siento, ceno y me voy». Jorge cenó solo, pero con la cabeza bien alta.

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