«Pesadilla en la cocina»

«Chicote ha salvado mi restaurante y mi familia, que es más importante»

El chef vive otra «Pesadilla en el cocina» en «El Rosal», un restaurante cordobés donde la cantidad de sus raciones prima sobre la calidad de los mismos

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Como cada miércoles, Alberto Chicote se mete en otra «Pesadilla en la cocina» . Esta vez se trastalada hasta Córboda para visitar «El Rosal» , un restaurante donde la cantidad de sus raciones prima sobre la calidad de los mismos. Se nota que la inexperiencia es uno de sus defectos (creen que la cantidad puede atraer a más clientes que la calidad), pero no es el único.

Chicote tuvo que lidiar entre los miembros de la familia que regenta «El Rosal». El primer obstáculo que se encuentra es que madre e hija, que a su vez son cocinera y camarera, no se hablan y cuando lo hacen, es gritando . «¿Cómo te llevas con tu madre, que es tu cocinera?», le pregunta el chef a una de las camareras. «Yo muy mal», contesta, «estoy aquí para hacerles un favor y no dejarles aquí a solos, pero mi madre no se da cuenta de eso».

Y es que la familia pasa por una penosa situación económica desde hace dos años, cuando su anterior negocio se fue a la quiebra y adquirieron el restaurante para salir adelante. También perdieron su casa y ahora viven en la planta superior del restaurante. «Si perdemos esto lo perdemos todo », dijo Mari Carmen, la madre de la familia, «ya varias veces he abandonado pero al final siempre vuelvo».

Las graves tensiones entre ellos provocan desagradables situaciones y la imposibilidad de ver las cosas con perspectiva para gestionar el negocio como debiera. «Mi marido se pone muy nervioso e insulta a todo el mundo », comenta la cocinera. No le va a ser nada fácil conseguir que el equipo de «El Rosal» se entienda. «He visto cocineros hablando diferentes idiomas que se llevaban mejor que vosotros. Esto va a ser más difícil de lo que yo pensaba », dice el chef, «tengo la sensación de que esta gente está más preocupada por buscar un culpable del cierre que por buscar una solución».

Por no hablar de la calidad de la comida. Hasta los cocineros se quejan del mal género que llega al restaurante, imaginaos lo que opinan los comensales. «Hasta yo misma sé que estoy es una mierda », confiesa la cocinera. «¿Y por qué lo pones?», pregunta Chicote mientras ella responde: «Porque no tengo otra cosa que poner».

«No vamos a jugar a sorpresas» , les recomendó Chicote, «vamos a hacer lo que se ha hecho siempre, pero haciéndolo bien». Tras cambiar la carta del restaurante y ejercer de terapeuta limando las diferencias en la familia , el chef se puso a observar cómo se desenvolvía el equipo en su nueva cocina. En el primer día el funcionamiento de «El Rosal» fue todavía más caótico de lo habitual, pero pronto cogieron el ritmo y el ambiente en el restaurante fue mejorando. Los clientes se fueron contentos y satisfechos con la comida que les sirvieron. Como dijo Pedro, el dueño del restaurante: «El Chicote ha salvado mi restaurante , pero lo más importante es que ha salvado a mi familia».

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