Los «pecados capitales» de la televisión

Las cadenas autonómicas no renuncian a seguir influyendo políticamente en la población

Madrid Actualizado: Guardar
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Difícilmente podían imaginar los padres de la televisión, Philo Farnsworth y Charles Francis Jenkins, que las patentes tecnológicas que crearon con la ambición de encontrar un híbrido entre el cine y la radio acabarían convirtiéndose, casi un siglo después, en un medio de comunicación de masas al que los españoles dedican de media casi cuatro horas diarias (230 minutos en 2016).

Esta omnipresencia del medio en la vida cotidiana de la población, según los expertos, la convierte en un altavoz excepcional para influir política y socialmente en la formación de un imaginario colectivo. «Las cadenas de televisión son constructoras de identidades, como cualquier medio de comunicación de masas. Son herramientas fundamentales para construir narraciones. Esa tendencia la utilizan para ayudar a construir sus relatos políticos, ya sea una identidad de nación, una unidad europea o la demonización de inmigrantes hispanos, como hace Donald Trump», explica el sociólogo David Redoli, expresidente de la Asociación de Comunicación Política.

En España, es paradigmático el ejemplo de Pablo Iglesias, que pasó de las tertulias de Intereconomía, Cuatro y La Sexta al Congreso en apenas cuatro años. «Las redes sociales sirvieron a Podemos para consolidarse entre la gente más joven, pero se universalizaron a través de los platós, sobre todo de La Sexta. Esto les permitió pasar del público joven y universitario de las redes al público masivo de la televisión, que sigue siendo el canal estrella», añade el experto.

No obstante, en una sociedad donde los ciudadanos reciben tantos estímulos informativos al día, ya sea a golpe de vista, mando o click, llegar de forma directa al público objetivo no siempre es tarea sencilla. «La influencia está muy repartida entre los medios audiovisuales y los escritos. Hay que separarlo por edades: los de más de cincuenta nos hemos adaptado a los nuevos medios, pero mantenemos los tradicionales. La repercusión de los canales de televisión tradicionales en la cultura está a la baja. Antes, la televisión era un vehículo claramente de información y cultura, ahora es más complicado. Pero, por otra parte, en España las autonomías tienen una influencia política grande e intentan transmitir una carga ideológica muy superior a cuando teníamos dos televisiones», reflexiona Iñaki Arteta, fotógrafo, cineasta y documentalista vasco.

Crisis de audiencia

De hecho, la politización de las televisiones es, según Redoli, uno de los «pecados capitales de los gobiernos autonómicos», con «TV3, Canal Sur y Telemadrid» como casos paradigmáticos. Hay escándalos recientes como la inclusión del mapa del tiempo de los «países catalanas» o la «tibieza» con la que trató la cadena andaluza el caso de los ERE. ¿Hay diferencias por partidos o ideologías? «No, todos tienen esa tendencia pecaminosa», subraya. «De hecho, una de las tareas pendientes de la democracia es separar bien los medios de titularidad pública de la influencia política», añade Redoli.

Sea por la presión de los gobiernos o por la competencia, lo cierto es que los canales autonómicos están perdiendo espectadores. TV3, la única que lidera en su región, que nació con el objetivo de «normalizar el uso del catalán», según explica Daniel Sirera, miembro del Consejo Audiovisual Catalán (CAC) a propuesta el PP, ha pasado de tener más de un 20% de audiencia en 2001 a cerrar 2016 con un 11,4%. «El CAC hace informes sobre el pluralismo en los informativos desde un punto de vista cuantitativo, no cualitativo, aunque hay formatos como las tertulias, por ejemplo, que marcan mucho la opinión», afirma Sirera.

Pero la catalana no es la única que sufre una «crisis» de audiencia. Canal Sur, que cerró 2016 con un 8,6%, se ha dejado nueve puntos desde 2001, mientras que Telemadrid ha reducido un tercio su audiencia. ETB2, la cadena en castellano de la EITB, pasó del 17,8 al 7,3%. El primer canal, íntegramente en euskera, «apenas llega al 2%», reconoce Arteta. «Hay un estudio realizado en los últimos 25 años sobre el uso del euskera en la calle y es demoledor. La ETB no la ve nadie porque tienen que prestar más atención. Es un idioma complicado», instiste. Pese a estos datos, ¿tienen éxito estas cadenas en sus intentos de influir en la población? «Todo va quedando. Hay muchos canales para que los jóvenes puedan entender el mundo desde la realidad más local a la universal. Si a la televisión se le suma la educación, la influencia es tremendamente grande», sostiene el cineasta. «Pero el mundo moderno está más globalizado, hay más información. Y esto de los nacionalismos es un poco cíclico».

Brillo cultural

Más allá de la política, las autonómicas también sirven para reflejar las costumbres autóctonas y promocionar la cultura comunitaria. «TVG tiene mucha influencia a nivel cultural, saca asuntos que de otra forma no saldrían. La televisión refleja costumbres y reafirma una forma de ser y pensar», concluye Arturo Maneiro, presidente de la Asociación de Periodistas de Galicia.

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