Miguel de los Santos: «En estos tiempos haría falta un presidente como Adolfo Suárez»

El periodista publica «Relatos de mi memoria», una crónica de la evolución de la radio y la televisión en los últimos sesenta años

Miguel de los Santos Julián Villar

CARMEN ANIORTE

En un lugar mullido de nuestros recuerdos están aquellos días en los que la radio era la banda sonora de nuestras vidas. Con el paso de los años, el medio ha sabido evolucionar y sigue estando al lado de los oyentes, aunque sea de maneras diversas. Una de esas voces suaves pero rotundas era la de Miguel de los Santo s. El periodista comenzó a escribir una serie de relatos cortos sobre aquellos años en que la familia se reunía frente a la radio y más tarde la televisión. Con el tiempo, estos recuerdos y otros se han convertido en «Relatos de mi memoria», un libro que acaba de publicarse y que es a la vez una crónica de la comunicación de los últimos sesenta años y un retrato de la evolución de la sociedad española vista desde el observatorio de la radio y televisión.

Entre los recuerdos rescatados de este periodista de TVE y la Cadena SER, están sus confidencias con el expresidente Adolfo Suárez, el debut del cantante Julio Iglesias o las vivencias en Cuba con los Castro.

—Adolfo Suárez. En el libro le dedico dos capítulos. Es el mejor presidente que ha tenido este país y en estos tiempos nos haría falta uno como él.

—Simplemente fue distinto. La radio ha evolucionado, como la sociedad. El medio ha estado ahí, ha sido testigo y lo ha trasladado a los oyentes.

—La radio fue la panacea en la España de la posguerra. Era evasión, era la televisión de hoy en día. Música y entretenimiento ante una información monolítica, ya que todas las cadenas conectaban para dar el parte.

—Se trataba de un elemento de evasión y acompañamiento. La economía estaba por los suelos y la radio se convirtió en un medio de diversión completamente gratis. En aquellos años desarrollaba programas no solo para adultos, sino también para niños. Eran espacios muy divertidos, como «Antoñita la fantástica» que generaban nuevos futuros oyentes.

—La radio de ficción era muy creativa y ocupaba un lugar destacado con títulos como «Las aventuras de Diego Valor». Con la llegada de la televisión, surgió la telenovela frente a la radionovela. Hay que tener en cuenta que en aquellos años una televisión costaba 25.000 pesetas, un precio muy caro para la mayoría de los españoles. Y la radio estuvo ahí al quite. Las familias se reunían como ahora lo hacen frente al televisor.

—Es una idea estupenda. Hace años, cuando Fernando Onéga era director general de Onda Cero, me propuso el crear un espacio para las tardes de la emisora con novelas o cuentos para todas las edades. Finalmente, el proyecto se truncó. Soy de la opinión de que hay que tener valor y ofrecer algo diferente en esa franja.

—Es cercanía. En sus comienzos era un mueble, con la llegada del transistor y el autoradio se universalizó y se convirtió en compañera, ofreciendo entretenimiento e información en cualquier sitio... Y ahora con las nuevas tecnologías sigue ahí al pie del cañón. Ha sabido adaptarse a los tiempos. Es un medio bastante económico y tiene la baza de la inmediatez. La televisión necesita un equipamiento más costoso. La radio tiene que salir más a la calle, tener contacto con los oyentes.

—Al no depender de la imagen, es la imaginación la que entra en funcionamiento, y es superior a lo que los ojos pueden detectar. La televisión te muestra los personajes, pero hace años a los actores de radio solamente se nos conocía por la voz. Recuerdo al gran Fernando Forner, que en las novelas cautivaba a las oyentes (a mí siempre me tocaba ser el malo); pero cuando hacía acto de presencia nadie se creía que era él.

—Al principio no quería, ya que el medio no me atraía. Pero he tenido la oportunidad de trabajar con los grandes pioneros. Programas musicales como «Voces de oro» me dieron la oportunidad de acercar a la audiencia el «Show de Frank Sinatra», «Sammy Davis Jr» o «Patty Page». Fue una fórmula revolucionaria. Comprábamos los shows –1.000 dólares por hora– los troceábamos y hacíamos esos programas. Otro de gran recuerdo fue «La gran ocasión», que fue el precedente del exitoso «Operación Triunfo». Me siento especialmente orgulloso con mi trabajo como reportero por el mundo «Retrato en vivo» o «Con otro acento»- Gracias a ellos conocí a Pablo Neruda, Mario Benedetti, Roa Bastos y Salvador Allende, entre otros.

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