El jefe infiltrado

Mentiras y pilladas a traición de la supuesta influencer que era en realidad «La Jefa infiltrada»

Mari Carmen Ramírez, socia fundadora de la empresa cárnica «Abrasador», ha sido la primera jefa infiltrada de la temporada

LA SEXTA

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Este jueves se estrenó en La Sexta una nueva temporada de «El jefe infiltrado» , un formato importado de Estados Unidos en el cual el jefe de una empresa se hace pasar por un empleado para ver cómo es el rendimiento de sus trabajadores. El programa tuvo en su última temporada una media 1,3 millones de espectadores , lo que supone un 8,2% de cuota de pantalla.

La primera jefa infiltrada de la temporada fue Mari Carmen Ramírez, socia fundadora de «Abrasador», una empresa cárnica con más de un millón de clientes anuales. Ramírez reconoció que le gusta «que las cosas sean como yo digo. Jamás perdonaría que la carne no se trate como yo digo». Para la directiva, «la vida es esfuerzo y superar barreras, y por eso ahora practico triatlon». Mari Carmen tiene las cosas muy claras y está dispuesta a hacer todo lo necesario para descubrir lo que hay dentro de su empresa, que presume de tener a la calidad como su principal valor.

La jefa se infiltró adquiriendo la identidad de Sara Melo, una joven vegana y bloguera que participa en el falso concurso «Toca sufrir» para intentar superar su aversión a la carne. Si lo consigue ganará una beca para cumplir su sueño: formarse como influencer. A Mari Carmen le tiñeron el pelo de rosa , la llenaron de tatuajes y la vistieron con ropa de colores muy juvenil. Sus padres, su marido y su hija no la reconocían cuando entró en casa.

Para empezar fue a la finca toledana en la que se crian las vacas y los cerdos de los que sale la carne de Abrasador. Allí le hizo de guía Enrique, el capataz que cuida de la finca y de los animales. En su primera parada hubo muchas cosas que no le gustaron a Ramírez. La jefa vio a Enrique fumando entre la paja, pisa con las botas llenas de barro la comida de los animales...«Hay cosas que me han parecido inadmisibles», comentó la jefa. Por otro lado Enrique, sin tener ni idea de lo que se estaba cociendo, decía ante la cámara que «estaría bien que mis jefes hiciesen mi trabajo por un día, para que viesen lo duro que es esto». Además, el empleado puso en peligro en un par de ocasiones la seguridad de la jefa al obligarle a hacer determinadas tareas sin protección.

Continuando con su periplo, Ramírez visitó la sala de despiece . Allí trabaja Juan, un colombiano que lleva varios años en Abrasador. «Algunos de sus despistes me han parecido inaceptables», dijo la jefa, «no me quedo nada tranquila viendo que Juan necesita continuamente supervisión. No tiene ningún método de trabajo». La jefa quiso tenderle una pequeña trampa a Juan para ver su cumplía las normas en la fase del congelado. Las piezas de carne deben meterse en el congelador y cerrar las puertas de inmediato, y en ese preciso instante la supuesta influencer le pidió a Juan hacerse un selfie. El colombiano, nervioso y con prisa , le dijo que no era el mejor momento, pero al final accedió a hacerlo. Tras un duro día de trabajo, el colombiano le contó entre lágrimas que lleva dos años sin ver a su hija de 15 años, que vive en su país.

Luego viajaron hasta Ronda para visitar un restaurante de la empresa. Allí atendió a la supuesta influencer Ilda, una brasileña que tuvo varias metidas de pata a lo largo del día. La principal de ellas fue mentir a su jefa diciéndole que unas chuletas que les iban a servir a un grupo de coreanos era de marca Abrasador, cuando era evidente que no era así. «Yo veía que era carne de aguja, de un tamaño que no es el de nuestra carne», criticó Ramírez.

Por último se metió en la cocina del restaurante para ver cómo cocinaba y conservaba los alimentos Lourdes. En el congelador vio cómo conservaban la carne sin seguir el protocolo dictado de la empresa y cómo hacían las recetas a su manera. Lourdes estuvo a punto de perder la paciencia con la supuesta influencer que no dejaba de hacer preguntas.

Tras la visita de Sara Melo a los cuatro trabajadores les convocaron de urgencia en la dirección de Abrasadores. Los cuatro estaban nerviosos al no saber qué querían de ellos. Ramírez empezó abroncando a sus empleados, hablándoles de sus fallos y de lo que debían mejorar. No obstante, al final les agradeció a todos sus trabajo y esfuerzo y les hizo un regalo: a Enrique un viaje a Londres para visitar a su hijo, a Juan dinero para viajar a Colombia, a Ilda para irse a Brasil y a Lourdes para ver a la virgen que lleva su nombre.

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