First Dates

Los inquietantes poderes sobrenaturales de una comensal de «First Dates»

Sara llegó al restaurante de «First Dates» diciendo que era capaz de «leer el alma de las personas nada más verlas»

Sara le aseguró a Sobera que era capaz de leer el alma de las personas CUATRO

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First dates

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Una docena de solteros afrontaron este viernes su última oportunidad para dejar atrás la soledad esta segunda semana del mes. «First Dates» sigue empeñado en emparejar a los españoles más excéntricos de nuestro país. Carlos Sobera hace de anfitrión en el apodado como «restaurante del amor», el espacio diario de Cuatro para los vagabundos del amor .

Estrenó la noche, pisando bien fuerte, Einar, un guardia civil zaragozano de 24 años que no dudó en definirse como «muy guapo . A mi me lo dice todo el mundo, y yo creo que tienen razón». Einar y su autoestima se sentaron a cenar con Sheila, una estudiante catalana de 24 años que también considera guapo al zaragozano. Los primeros compases de la conversación fueron agradables, y se notaba que había armonía entre los dos jóvenes . Einar empezó mostrando su lado más sensible y lamentándose de lo mal que lo había pasado en el amor, algo que logró ablandar el corazón de la catalana . La estrategia le funcionó a Einar, que acabó llevándose un «sí quiero» de su pareja.

Para la segunda pareja de la noche la edad fue un poco más elevada, ya rondando los cincuenta. Maite, una publicista barcelonesa de 47 años llegó contando que era «una mujer nueva, ahora soy independiente y antes no lo era. Todo empezó con mi separación, y a partir de ahí fui evolucionando hasta ahora». Llegó al restaurante de «First Dates» con una caja con pistas para su pareja: una figura de un Buda, un ramo de flor es y un collar para gatos». Con ella se sentó a cenar Marc, un informático barcelonés de 49 años que presumió de «entregarse siempre en el amor». Aunque la cita fue agradable y distendida, ella rechazó tener una segunda cita con él por sentir «falta de feeling», a pesar de que él sí que quiso darle una segunda oportunidad.

Más tarde llegó Sara, una malagueña de 31 años que no tuvo ningún reparo en anunciar a los cuatro vientos sus poderes sobrenaturales : «Yo miro a una persona ya puedo leerle la mente y el alma, me pasa con cualquiera que me cruzo por la calle». Para acompañar a Sara llegó al restaurante .., una sevillana que dijo que ella había «salido del armario cuando era difícil, cuando no todos tenían amigas lesbianas. A mi llegaron a apedrearme y a insultarme por la calle . El momento en que fui libre fue cuando mi madre lo supo».

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