First Dates

El dandy narcisista de «First Dates» que regañó a su pareja por sus modales en la mesa

Yeray llegó lamentándose por ser «un narcisista que vive enclaustrado en sí mismo»

CUATRO

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First dates

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«First Dates» llega tercer día de la semana de San Valentín recibiendo a más y más solteros, nunca se acaban los solteros, siempre hay más solitarios, desengañados, desarraigados que creen en la divina labor de Carlos Sobera . Las noches en las que ha abierto el restaurante del amor superan ya de largo las más de 800 noches y no parece que vaya a cerrar pronto sus puertas. En Cuatro se frotan las manos con la gallina de los huevos de oro que ha resultado el programa de citas, que anda recaudando en torno al 7,5% de la cuota de share todos los días.

Rompió el hielo Yeray, un peculiar joven de 26 años que hablaba con una pedantería pretenciosa y engolada . Se definió como un narcisista nada más llegar, enamorado de sí mismo, y recordó con pena su «pasado como novillero, que se truncó porque sufrí un ninguneo y un ostracismo absoluto por parte de mediocres puristas que no toleraban la heterodoxia de mi arte». Luego le contó a Sobera que se consideraba una persona «conservadora y dandy» y que «estoy muy ilusionado con Vox, creo que son la última esperanza, entre otras cosas por su defensa de la monarquía ».

Para cenar con él llegó Ane, una estudiante de filología vasca de 23 que se presentó diciendo que le gustaba «la moda e Instagram. Yo ligo por Instagram , que es el Tinder de la high class». Además, Ane le confió a Sobera que un hombre para ella «tiene que saber lo que es un Chanel. Y ya sé que puedo parecer una niña pija consentida , pero estudio y tal». La joven ya había estado en «First Dates» unos meses atrás y la cosa le fue bien, solo que la distancia acabó por estropear la relación.

Ya en cuanto les presentaron él se puso a hablar con su estilo decimonónico y Ane, pese a estar estudiante de lenguas, le cortó enseguida quejándose de no entenderle. « Te voy a lanzar un reto », le propuso él, «yo experimento narcisismo y vivo enclaustrado en mí mismo y no he tenido parejas. Quiero comprobar si eres capaz de despojarme de mi narcisismo y haces que centre mi atención en ti». Lo primero que Yeray preguntó fue si a Ane le gustaban los toros, y ella respondió que no.

Yeray prosiguió utilizando sus palabras cultas metidas con calzador en su discurso y ella volvió a avisarle: « No me hables con esas palabras porque no lo entiendo. No tengo ni idea de castellano culto». Ane ya estaba cansada de la arrogancia de su pareja y le hizo saber que «en estos momentos me arrepiento de haberme distanciado de esa persona». Luego, para burlarse de él , le preguntó porque no empezaba a escribir un libro durante la cena y él respondió cortante: «Porque no es el momento ni el lugar».

Él la regañó por no colocar los cubiertos correctamente en el plato y le recomendó cómo ponerlos « de un modo más higiénico y educado». Ane, que ya estaba hasta el gorro, le replicó que «iba a dejarlos mal a posta para que te fastidies». «Tus padres estarán encantados», ironizó él, «veo que te vanaglorias de ciertas carencias». Ya para rematar Yeray se puso en pie, cogió su servilleta y se puso a hacer pases de toreo y explicárselos a Ane: «Esto e suna verónica, esto una media verónica...».

Ane estaba ya harta e incluso se tapó la cara con la servilleta y a decir que quería irse de allí. Cuando llegó el momento del desenlace final Ane fue muy clara y dijo que no quería tener una segunda cita. En un último gesto de ironía , Yeray se sacó un pañuelo e hizo como que se secaba las lágrimas.

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