First Dates

El coleccionista de puzzles con síndrome de Diógenes que «siempre tiene frío»

Este singular personaje no tuvo éxito en su cita con Blanca, una mujer «muy perfeccionista»

CUATRO

Play Televisión

Ficha completa

First dates

  • :

La comensal que estrenó la semana de San Valentín en «First Dates» fue Clara, una enfermera zaragozana de 26 años que se presentó como «rara, especial y estrambótica». La joven dijo estar cansada de cómo son las relaciones en la actualidad, en las que «todo el mundo busca promiscuidad y yo estoy en un momento en que quiero sentar la cabeza». Clara tenía dos condiciones para su pareja: que quiera casarse por la Iglesia y que no tenga barba.

Para acompañarla llegó a plató Albert, un catalán de 31 años que vive en Andorra, donde trabaja como asesor fiscal. Él buscaba a «una persona buena y con intereses» y presumió de «parecer una persona culta». No obstante, tenía barba, que es una de las cosas que Clara no quería, «pero si lo demás me gusta no pasa nada». Luego le reconoció que «en cuanto te vi dije "pff", pero luego me has parecido encantador y educado».

Albert dijo que en la primera impresión había «buenas potencialidades, pero todavía hay mucho que decidir». En seguida ella le preguntó si creía en Dios y él le dijo que no. «Pues ya la hemos liado», se lamentó ella, «porque a la yaya le hace mucha ilusión que me case por la Iglesia. Interrumpió su cita una actuación en directo de Dorean, que cantaron «Hasta que salga el sol» para darle un toque más romántico a la velada. A ella le encantó el concierto, porque dijo que había «creado un ambiente super romántico que me gustó mucho». Todo siguió sobre ruedas hasta el final y ambos quisieron tener una segunda cita.

Muy diferente fue la segunda pareja de la noche. Se presentó primero en el restaurante Manuel, un guía turístico canario de 54 años que llegó contando que «siempre tengo frío, porque apenas peso 50 kilos y en seguida me congelo». Para completar su presentación reconoció que «siempre tengo la casa llena de libros y de puzzles que colecciono, y algunos psiquiatras dicen que es síndrome de Diógenes». Sobera le preguntó cómo podía compatibilizar eso con una pareja, y él contestó que «no sabía como asumirlo...Porque yo lo tomo más como una afición que como una enfermedad».

Su pareja fue Blanca, una administrativa canaria de 53 años que se definió como «divertida y positiva, me encanta disfrutar de la vida. Lo que busco es un hombre alto y grande, que me arrope». La primera impresión fue mala en los dos sentidos y por motivos contrarios: a Blanca quería un hombre más corpulento y él dijo estar «desilusionado, porque me pareció más llena que yo, y a mi me le físico me importa».

Nada más sentarse a cenar él le contó sus manías acumulativas y qué opinaban de las mismas en su consulta de salud mental más cercana. «Pues yo soy muy perfeccionista y creo que no seríamos competibles», se lamentó Blanca. Luego él se lamentó por su soledad, pues nunca se casó ni tuvo hijos. Aunque la conversación fue agradable, estaba muy claro que no había sintonía para formar una pareja. Antes de marcharse, Blanca le dio un consejo: «Deja los libros y los puzzles y sal para conocer gente».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación