Cuarto Milenio

Los fenómenos paranormales que experimentó «El Lobo», el infiltrado en ETA durante el franquismo

Mikel Lejarza desvela en «Cuarto Milenio» los intensos episodios que vivió durante su infiltración en ETA

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Mikel Lejarza desveló la semana pasada en «Cuarto Milenio» los intensos episodios que vivió durante su infiltración en ETA: confesó que no le dejaron terminar su cometido. Pero este domingo, el programa presentado por Iker Jiménez contó que Mikel utilizó el bosque para, antes de hacer esa labor de espionaje, enfrentarse a sus mayores miedos. Eligió el bosque de Valcarlos (Navarro). Allí iba a pasar una sola noche, pero terminó quedándose hasta tres.

Justo antes de comenzar su misión como infiltrado de ETA , Lejarza dudaba de si estaría a la altura de la investigación y por eso decidió adentrarse en el bosque. Confiesa que vivió una noche de lo más aterradora, pero consiguió salir reforzado de esa experiencia. «Se encaró a lo que más miedo le daba, las vivencias paranormales», dice el periodista Fernando Rueda. El agente asegura que revivió las batallas que allí se habían vivido.

Pero esto no fue todo. Lejarza tuvo su primer contacto con lo paranormal días antes de comenzar la misión, cuando se alojó en un piso de Sevilla al que llamaban «el más allá» . Allí se habían hecho varias veces la güija. Me quedé en la habitación del fondo. «Con el tiempo me enteré de que en esa habitación había una caja fuerte y que era ahí donde estaban guardados los utensilios para hacer la güija», cuenta el Lobo. En pleno sueño, se despertó y vio una «masa redonda con dos ojos rojos brillantes que venía hacia mi pisando fuerte». No supo que hacer. Hasta que, movido por el instinto de supervivencia, pegó un grito. «Se esmufó», añade.

Desde ese día le sucedieron cosas muy extrañas. «El Lobo» también experimentó fenómenos paranormales en su propia casa: sillas volando, ventanas que se abren y cierran , susurros al otro lado del teléfono y una extraña figura que le visitó de noche. «Me ha costado superarlo», confiesa. Sin embargo, las experiencia más escalofriante que vivió Lejarza fue cuando vivió la desaparición de su hija. Estaba junto a su mujer, revisaron la casa de arriba abajo, pero la pequeña no aparecía. Al rato, la niña apareció y dijo que estaba «jugando con el nene».

Durante la infiltración en ETA, Mikel conoció a la mujer de un miembro de la banda terrorista y al darle la mano sintió algo extraño. Pero ella también sintió algo y avisó a un amigo, supo que con Gorka (que así es como llamaban al Lobo) iba a pasar algo. El mismo Mikel lo confiesa en sus conversaciones: ha tenido dos visiones y nos habla de dos en concreto.

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